Crear intimidad en un espacio diseñado para la observación es, sin duda, de apreciar. El pasado viernes 24 de mayo, el III Festival Determinantes cerraba con el espectáculo de Sharon Fridman, 'Go Figure' en el Teatro Circo Murcia. Cuando un festival sobre artes escénicas y ... acción social te recibe con el eslogan «Un golpe de empatía», uno quizás espera rudeza y verdades a la cara. Pero «Go Figure» tiene más de caricia, que de golpe.
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Con las varas casi al ras del suelo, los focos pintan sobre el humo el horizonte de un océano. Durante cincuenta minutos, el diseño lumínico envuelve el encuentro de un dúo a tres, entre Tomer Navot, Shmuel Dvir Cohen y una scooter motorizada. Se genera un espacio pequeño, pero de vasta proyección, donde los gestos de una mano rompen el haz de luz y trazan sombras que rozan sutilmente el patio de butacas, y las muletas de Shmuel Dvir se convierten en alas.
Obra: Go Figure
Dirección y coreografía: Sharon Fridman
Bailarines:t Shmuel Dvir Cohen y Tomer Navo
Música original: Luis Miguel Cobo
Diseño de luces: Yaron Abulafia
Diseño de vestuario: Miki Avni
Nota: Muy interesante
Shmuel Dvir Cohen, terapeuta con un síndrome neurológico y bailarín junto a Fridman desde hace cuatro años, es un imán escénico. Dibuja formas sinuosas y entrelazadas, que pudieran parecer rotas y dislocadas, pero nunca frágiles.
En 'Go Figure' se respira un espacio sagrado donde el tiempo es una constante indomable. Shmuel y Tomer se unen para crear un ser que no existe, de extremidades múltiples, que desafía al equilibrio y al espacio sin abandonar la conciencia del saber habitarlo. La scooter motorizada, el tercero en discordia, les rodea en una trayectoria circular continua, como un astro cuya órbita gravitatoria es inalterable; como una espada de Damocles del síndrome de Shmuel. La pieza es un juego de nuevas extensiones y de eternas tensiones.
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La firma de Fridman es jugar con la gravedad, y, en este caso, con las palabras. 'Go Figure' es, literalmente, el desasosiego de enfrentarse a un espacio sin las instrucciones para navegarlo; y, alegóricamente, el impulso de explorar nuevas formas desde una figura que no es la normativa.
Muy importante es el juego de equilibrios entre el significado y el significante en la coreografía. La forma de la obra es un estudio sobre la plasticidad y escultura de un cuerpo único en su configuración (significante), que proyecta imágenes transcendentales y de relevancia social (significado). Es inevitable sentir el dedo acusador, cuando las muletas de Shmuel, clavadas en el pecho de Tomer, imponen una distancia inquebrantable entre ambos. Pero es, a la vez, reconciliador ver cómo esta barrera se desvanece mientras Shmuel, reclinado, queda suspendido con la única salvaguarda de Tomer sujetándolo al otro extremo. Es, en definitiva, un bello reflejo de la responsabilidad compartida que tienen todos los cuerpos para coexistir en constante equilibrio.
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