Al joven Maciel lo expulsaron de hasta dos seminarios en su juventud. Es más, en todo México ninguno quiso readmitirlo. Si hubiera seguido por la ... senda secular, cientos de niños y la iglesia se hubiesen ahorrado el horror de sus acciones. Pero Marcial Maciel, sobrino de cristeros, tenía claro su camino. Un camino que chocaba en franca contradicción con su voracidad sexual.
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Los cristeros fueron un movimiento armado que puso fin a la limitación del culto católico que pretendía imponer el gobierno de aquel momento. Sus tíos eran grandes figuras de este auténtico ejército y posteriormente obispos y monseñores.
En México DF son ellos quienes lo instruyen y lo ordenan sacerdote. Con 24 años funda la Legión de Cristo. Tenía el furor de la cruzada y una habilidad increíble de generar dinero para sus proyectos. Todo sería legítimo si de por medio no hubiese abusado –que se sepa– de hasta 60 niños. Si no hubiese sometido a vejaciones y humillaciones a sus seminaristas. Los obligaba a conseguirles la droga a la que era adicto: el demerol. En los 60 ya tenía los brazos destrozados. Los hospitales romanos recibían a los jóvenes con furia, mientras el padre los esperaba en el coche.
Maciel fue más lejos. Tuvo mujer e hijos. Sin casarse, por supuesto. Cuando se conocieron ella tenía 19 y él 34. El encantador de serpientes también profanó a los niños que eran sangre de su sangre.
El sacerdote seleccionaba a los más bonitos para acudir a los seminarios europeos. Para ellos consiguió becas con ayuda del fascismo imperante. No en balde, sus legionarios tenían que saludar con un «Heil, Jesús». Franco le abrió las puertas de Comillas en los 50. También de ahí los expulsaron.
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Estos jóvenes seminaristas fueron sus primeras víctimas. Los hacía llamar a la habitación y les pedía un masaje en el bajo vientre para calmar sus dolores. Los niños se encontraban con una erección y Maciel les obligaba a masturbarle y otros niveles de agresión innombrables. Uno de ellos le dijo al padre en confesión: «Creo que esto no ha estado bien». Él le contestó: «Al contrario, has sido compasivo conmigo y me has aliviado el dolor». «Sigo pensando que hemos hecho algo malo». «En ese caso –contestaba Maciel– te doy la absolución».
Un seminarista y sacerdote acudieron a las autoridades vaticanas para denunciar lo que ocurría en la congregación. El papa Pío XII lo suspendió durante dos años. Cuando enviaron a los investigadores, Marciel les ordenó que negaran las acusaciones: «Si destruyen la legión, vuestras vidas terminan aquí». Todos mintieron y Maciel fue restituido.
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La legión funcionaba como una secta: un culto sin parangón al líder a quienes todos consideraban santo y un terrible voto de silencio. Estaba prohibido criticar o contar todo lo que allí acontecía. Los propios seminaristas explican la contradicción de amar la figura del padre y odiar al depredador, al humillador, al pedófilo.
En 1987 siete exlegionarios coinciden en el funeral de un compañero y deciden denunciar la terrible realidad. Envían una carta a Juan Pablo II que no tendrá respuesta. Maciel era el ojito derecho del papa polaco. Acuden entonces al periódico de Connecticut, 'The Hartford Courant'. Esto lo cambiará todo.
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Ratzinger los hace llamar, les asegura que su caso se tratará en los Tribunales de la Iglesia. Pide que no hablen más con la prensa. No se sabe cómo pero un tal Sodano paraliza el proceso. No es la primera vez que le ayuda.
Juan Pablo II condena en público los casos de pedofilia en la iglesia de Boston. No dice ni una palabra sobre los legionarios. Quizá, la curia decidió no informarle, dada la fragilidad de su estado y su especial vinculación con Marcial. Es finalmente Ratzinger quien, ya nombrado Papa, desvincula a Maciel de la iglesia. Invita al padre a una vida reservada de oración y penitencia. No hay una sola referencia a las víctimas. Poco después, puso fin a los votos secretos en la legión.
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Fallecido Maciel se inició un nuevo proceso de investigación al descubrir a otra hija ilegítima del sacerdote. Nadie se molestó en desmentir a esta figura aliada de los poderosos. Maciel creó una multinacional muy rentable. Colegios y universidades para las élites. La institución sigue funcionando.
En 2010 la Oficina de Comunicación de los Legionarios de Cristo reconoció los abusos de Marcial Maciel.
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