Con Vox no se rompe de palabra, mediante el ejercicio de una «retórica del alejamiento» que, en rigor, es falsa. Rompe con Vox quien no ... acepta ser sostenido en el gobierno por la ultraderecha, quien no saca adelante sus presupuestos gracias al voto de ésta, quien anticipa rotundamente que no gobernará con una formación filofranquista aunque la suma de sus votos fuera la única posibilidad de mantenerse en el poder. PP y Cs van a seguir perdiendo apoyo social mientras se empeñen en tomarnos por tontos y no dejen de ser, de una vez por todas, aprendices de extremistas de Vox.

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La realidad se construye. Y este proceso de construcción es agonístico &ndashes decir, surge de la lucha entre varios modelos de verdad por adquirir una posición hegemónica&ndash. Los fundamentos de la teoría posmarxista se basan en esto: antagonismo y hegemonía. En realidad, toda la controversia originada durante estos días por las declaraciones de Pablo Iglesias acerca del «control democrático de los medios de comunicación» evidencian la voluntad de gestionar el «marco de libertades». Ningún «marco de libertades» es neutral ni horizontal: por el contrario, resulta tendencioso y jerarquizado. Quien gestiona el «marco de libertades» impone las reglas para ser libre. Un «marco de libertades» no deja de ser un modelo que le ha ganado la partida a otro en su pugna por conquistar la hegemonía. Y en una cosa tiene mucha razón Iglesias: en el actual «marco de libertades» se habla poco de desahucios y de pobreza. Y es algo que debería ser corregido. Pero, de la misma manera que reconocemos esto, no podemos obviar que el «marco de libertades» que él defiende tampoco es neutral ni horizontal. Posee una voluntad hegemónica y, por lo tanto, solo triunfará a costa de hacer prevalecer unos intereses sobre otros, una visión determinista de la realidad sobre otra. Aquí nadie busca alcanzar una verdad, un ontos, algo esencial que garantice el pleno consenso. Como afirma Ernesto Laclau, es imposible una sociedad sin antagonismos. La sociedad plena no existe. La verdad siempre se construye; y cualquier construcción está viciada por un sesgo que se pretende imponer. Ningún modelo es comprehensivo; por el contrario, cualquier proceso de construcción de la verdad prioriza unas realidades y expulsa y depura a otras. Y ni las unas son buenas en su totalidad, ni las otras son perniciosas en su completa expresión. Que cada uno luche por cambiar lo que crea conveniente; pero nunca revistamos estos procesos de una ingenuidad exenta de una pulsión de poder.

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Sobrevivir no es reprimir tus pensamientos, sino que no te hayan matado a pesar de haber expresado lo que piensas. El superviviente no es un cobarde.

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Ya que sabéis tanto de mí, decidme quién soy. Tengo 48 años y todavía no lo he averiguado.

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La violencia crece conforme mengua la tolerancia al debate.

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La peor herencia que le vamos a dejar a las nuevas generaciones es una sociedad con una mínima capacidad para autorregularse. El número de leyes, normas y protocolos es cada vez mayor, y dejan al sujeto un escaso margen para la actuación. La espontaneidad, además, ha sido sustituida por un sentido burocrático de la realidad. Cada vez somos más criminales porque somos incapaces de decidir sin la ayuda de la ley.

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En épocas de precariedad, proliferan las afirmaciones absolutas. La infalibilidad nunca soluciona los problemas de la gente. Urge volver al régimen de la duda y sintonizar con la medida de las cosas.

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En un marco de democracia, la violencia siempre es un fin en sí misma, no un medio para conseguir una realidad mejor.

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