![Manuel Menárguez: «El aplauso de tres mil y pico personas en Mérida fue un subidón, una inyección de toneladas de adrenalina»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/12/29/197571052--1200x840.jpg)
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Santomera y Santander se escriben parecido pero entre las dos localidades hay 770 kilómetros. El actor Manuel Menárguez ha cambiado su tierra natal por la de los sobaos pasiegos y las anchoas. Sin embargo, antes de instalarse en Cantabria, tuvo una fuerte conexión con Extremadura ... que todavía mantiene, lo que le hace definirse como 'extremurciano'. Estudiante de Interpretación de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia, aunque primero cursó Relaciones Laborales y llegó a trabajar de ello, no le hizo falta finalizar los estudios –que acabó años más tarde– para que comenzaran a lloverle proyectos. La distancia con Santomera no le hace olvidar sus orígenes. El amor por su pueblo es recíproco y en septiembre recibió la Medalla al Mérito de la Cultura de Santomera. El actor, que lleva 25 años dedicándose a la interpretación, con un amplio currículum especialmente teatral, acaba de estrenar en Netflix 'Asalto al Banco Central', una miniserie en la que comparte reparto con Miguel Herrán, María Pedraza, Hovik Keuchkerian, Isak Férriz, Tito Valverde y Fernando Cayo. Basada en una historia real, la miniserie comienza en Barcelona, en mayo de 1981. «Han pasado tres meses exactos desde el intento de golpe de estado en el Congreso de los Diputados cuando once hombres encapuchados entran en la sede del Banco Central de Barcelona. Lo que comienza como un espectacular atraco pronto se convierte en un verdadero desafío para la reciente democracia española. Los atracadores tienen más de 200 rehenes en el banco y amenazan con matarles si el gobierno no accede a liberar al coronel Tejero y a otros tres responsables del 23F».
–¿Cuándo nace su vocación?
–Realmente no recuerdo cuándo empecé a hacer teatro. De niño mis padres me apuntaron a un taller de teatro de la parroquia. Después tuve un intervalo de dos años en el que me dio por la música y, con otros colegas, fundamos un grupo. En ese tiempo no hice teatro. Después, la chica con la que estaba se metió al taller de teatro municipal de Santomera y yo me metí detrás. Tras mi carrera y comenzar a trabajar en la Cámara de Comercio de Alicante, me di cuenta de que eso no era lo mío. Alfredo Zamora [cofundador de Doble K Teatro] siempre me animó a hacer teatro. He trabajado con él en muchos montajes y él me metió en la profesión. Para mí es un triunfo poder vivir de lo que me apasiona.
Un viaje pendiente Australia.
Un lugar al que volver Nueva York.
Un libro de cabecera 'A sangre fría', de Truman Capote.
¿Qué consejo daría? No des consejos
Un pintor Mark Rothko
Un compositor Mozart
Un personaje histórico Marie Curie
Una manía Acariciarme la barba
Un sueño cumplido Hacer teatro en Mérida
Un político Barack Obama
–¿Qué obras recuerda haber hecho en Santomera?
–Hace poco encontré una foto en casa de mis padres. El primer recuerdo que tengo fue 'Doña Noche y sus amigos'; yo hacía de murciélago. Después, recuerdo con cariño 'La venganza de Don Mendo', me lo pasé genial. Hicimos también, que fue una 'triunfada' magnífica, obviamente en 'playback', un supermontaje de 'Jesucristo Superstar'.
–Recibió en septiembre la Medalla al Mérito de la Cultura de Santomera.
–¡Qué vergüenza! Es todo un honor, pero a mí me da mucha vergüenza recibir un reconocimiento tan grande. Estoy agradecidísimo, agradecidísimo. Es muy bueno que se tenga en cuenta la cultura porque en muchas ocasiones la cultura es lo último. Que nos aprecien es digno de elogiar.
–Lleva 7 años en Santander. ¿Cómo es su vida allí?
–Sí, vine aquí por mi mujer, que tiene una compañía aquí, La Machina Teatro. En Santander se vive muy bien. La temperatura en verano es magnífica. Suelo bajar a Murcia casi una vez al mes, porque mis padres y mis hijas también viven allí. No echo de menos lo suficiente Murcia como para pasarlo mal, pero a mí Murcia me gusta mucho.
–Durante su trayectoria, ha ido intercalando siempre proyectos de teatro con el mundo audiovisual. ¿Nada se le resiste?
–A mí, realmente, como trabajador, me gusta más el teatro. Enfrentarte al público y notar ese 'feedback' me encanta. Y cuando hay gira, me gusta la gira. El escenario es mi hábitat y es donde más feliz estoy. La televisión y el cine han sido algo más residual, salvo en momentos concretos.
–¿Aparecer en 60 episodios de una serie tan seguida como 'Amar es para siempre' [2016] fue un pequeño trampolín?
–Sí, cuanto más haces, más te conocen. Yo estaba terminando de grabar unos capítulos en 'Acacias 38' y me llama el director de casting de 'Amar es para siempre' para proponerme un personaje pequeño. En ese momento finalmente no pude hacerlo pero, años más tarde, me vuelve a proponer algo similar. Me dice que serían dos sesiones y al final trabajé treinta y pico días. Nunca sabes dónde va a saltar la liebre.
–¿Por qué cree que gustan tanto series de época como 'Acacias 38' o, ahora, 'La promesa'?
–Yo creo que el costumbrismo a la gente le engancha mucho. Este tipo de series de época y, sobre todo, los culebrones de por la tarde, abarcan un abanico de personajes muy grande. Desde el señor que tiene dinero, al señor pobre, al trabajador, hay muchos personajes que te permiten identificarte y a los que les pasan cosas que nos pasan a todos a diario. Da igual que la serie sea de 1890 que de 1973. A la gente nos pasa lo mismo. La distancia temporal hace que, paradógicamente, te resulte más fácil identificarte.
–Desde su experiencia en rodajes, ¿considera que hay mucha rivalidad entre actores?
–No, no. Creo que somos gente lo suficientemente inteligente para saber que lo que estamos haciendo necesita de los compañeros, de que todos nos impliquemos al cien por cien y que si pones la zancadilla un día a uno, al final te la estás poniendo a ti. Porque si tú haces que un compañero haga el trabajo mal, va a repercutir en ti, va a salir una secuencia mal, va a salir peor la serie y peor va a ser para ti. En general, tenemos una profesión generosa.
–¿Influye el número de seguidores en redes sociales de un actor a la hora de ser contratado?
–A lo mejor en plataformas como Netflix puede que hagan más caso a este criterio, pero yo quiero pensar que hasta esa persona que es 'influencer' ha pasado un filtro, es decir, que es buen actor o actriz. Yo creo que tú coges a un actor o una actriz jovencito que sea bueno y si tienes un buen producto con un buen guion, eso va a ir hacia arriba. Y al protagonista lo haces 'influencer' de la noche a la mañana. De todas formas, yo no sé como funciona el mundillo del casting, yo sé cómo funciona el mundillo de la actuación.
–¿Cómo ha vivido la experiencia de rodar 'Asalto al Banco Central'?
–Es una historia real, porque tres meses después del golpe de Estado del 23-F se produce un asalto con rehenes al Banco Central de Barcelona. Al principio piensan que es un atraco como otro cualquiera, pero parece ser que buscaban unos papeles en la caja fuerte del banco que incriminaban a ciertas personas de alto 'standing' en el golpe del 23-F. Fue estupendo rodarlo. Yo interpreté al Comandante Carlos Holgado. Daniel Calparsoro, el director, lo tenía todo muy claro: las interpretaciones de los actores, dónde quería poner la cámara, cómo quería la luz... Íbamos a un ritmo vertiginoso pero yo no tenía la sensación de ir con agobio. Y este señor grabó cinco capítulos en dos meses y medio. Trabajar con Tito Valverde, Fernando Cayo y Roberto Enríquez fue maravilloso.
–Actualmente, ¿qué tiene entre manos?
–Estoy trabajando en una dramaturgia. No sé si al final la dirigiré yo, pero estaré en el proyecto como actor. Se estrenará el verano que viene. Es teatro clásico y hasta aquí puedo contar. Yo ya he dirigido 'Ecos en el fango', un texto sobre violencia de género. Creo que se me da bien dirigir a actores y actrices. A mí siempre me ha dado mucho vértigo dirigir una obra de teatro, pero está funcionando. Llevamos tres años de gira y se habrán hecho unos 60 bolos. También estoy con 'Entre bobos anda el juego', con una compañía de Extremadura, Verbo Teatro. Y con 'Mamá', de Doble K Teatro, y con un recital con poemas del poeta José Hierro.
–¿Qué conexión tiene con Extremadura?
–Mi primera obra de teatro como profesional es en Extremadura, en la compañía Suroeste Teatro. Tras dos años y pico de gira, acabó y a ellos les ofrecieron organizar un festival templario en Jerez de los Caballeros. Y ahí estuve ocho veranos. En Extremadura conozco a Fernando Ramos, el dueño de Verbo Producciones, con el que he estrenado tres espectáculos en el Festival [Internacional de Teatro Clásico] de Mérida. El primero que estrené fue en 2015: 'El cerco de Numancia', de Cervantes. Yo siempre digo, de broma, que es la segunda vez que más nervioso he estado en mi vida. La primera fue al sacarme el práctico del carnet de conducir. Estar en Mérida con un protagonista fue maravilloso. En la adaptación, muy buena, se metieron dos coros griegos al texto de Cervantes y salimos los nueve actores a hacer el coro. Acaba el coro y el teatro de Mérida, las tres mil y pico personas, rompen en un aplauso. Eso fue un subidón, una inyección instantánea de toneladas y litros y litros de adrenalina. He estado trabajando desde 2002 casi ininterrumpidamente en Extremadura. Yo soy 'extremurciano' o 'murcieño'.
–¿Cuál es el lugar más espectacular que ha podido descubrir gracias a su profesión?
–Me quedo con el Teatro Romano de Mérida. Es impresionante. He actuado en el Corral de Comedias de Almagro, que mola muchísimo, pero el Teatro Romano de Mérida tiene una gran espectacularidad.
–¿Cómo lleva el paso del tiempo?
–Llevo una temporada regular en ese aspecto. Los de mi quinta estamos en una edad difícil, porque ya no podemos ser galanes, que yo he hecho mucho de galán, pero tampoco estamos en edad de hacer personajes mayores. Solo podemos hacer de padres. Y es un poco duro porque te has dejado a personajes atrás que te hubiera gustado interpretar y ya no lo puedes hacer. Me hubiera gustado hacer de Hamlet y del caballero de Olmedo', pero yo ya estoy mayor para hacer eso. Siendo yo director, no pasaría mi casting.
–¿Qué defectos admite?
–Mi problema es más con las personas. No soporto, y se me nota mucho, cuando el compañero o compañera trata mal a los demás. Y podría evitarlo, pero a veces no me da la gana evitarlo. Me gusta que cuando alguien se comporta mal con el resto de los compañeros se entere. Por suerte, estos casos son muy puntuales. En general, la gente es generosa y profesional.
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