Francisco Ojados
Sábado, 30 de marzo 2024, 22:44
Los aledaños de la plaza de toros de Lorca eran un hervidero en los momentos previos a la corrida que reinauguraba el coso. Casi trece años cerrada, su recuperación era un triunfo de toda Lorca. Y también una reivindicación de la tauromaquia. No faltaron toreros ... en el callejón. El maestro Esplá se saludaba con toreros de la tierra, como Rafaelillo, que no quiso perderse la encerrona de su amigo Paco Ureña. Antonio Puerta, El Rubio o Miguel Ángel Moreno ocupaban también sitio entre barreras. Sin embargo, Lorca se significa especialmente con Pepín Jiménez, que siguió la corrida desde un tendido de sombra, y que bajó al callejón solo en el intermedio, para tener una fotografía de recuerdo, con su nieto en brazos, junto a Ureña, que le brindó el cuarto toro de la tarde en uno de los momentos más emotivos del festejo.
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Otro brindis fue a parar a Ángel Bernal, empresario de la plaza de toros de Murcia, que estuvo acompañado por otro empresario, Nacho Lloret, gerente del coso de Alicante y apoderado de Rafaelillo.
El palco, presidiendo el gran día de la reapertura de Sutullena, lo ocupó el alcalde, Fulgencio Gil. No era nuevo para él, pues años atrás ya había ejercido esa responsabilidad. De asesor tuvo a un matador de toros de Lorca, Domingo García 'Dominguín'. En los palcos se pudo ver a mucho político. Junto al presidente de la Comunidad de Murcia, Fernando López Miras, estuvo el consejero Marcos Ortuño, el Director General de Administración Local, Francisco Abril. Y el director del BORM, Francisco Jódar, quien fuera alcalde en el momento del terremoto. Del PSOE se pudo ver a José Vélez, pero no al anterior alcalde, Diego José Mateos, que rehusó acudir a la localidad de sol ofrecida por el ayuntamiento, pese a ser el alcalde que avanzó con las obras. Y sobre todo estuvo el pueblo de Lorca, que llenó la plaza, representada por la gente anónima y por empresarios como Juan Marín o Pedro Lucas, restaurador de moda.
Sin olvidarnos de personalidades de la talla de Ricardo Robles, que lideró el equipo médico, o el traumatólogo Mariano de Prado, o el Jefe Superior de Policía de la Región, Ignacio del Olmo, que quisieron estar junto a Paco Ureña en su gesta. Para que no faltara de nada, en los aledaños de la plaza se congregó un pequeño grupo de antitaurinos, y la banda de música municipal protestó, a ritmo de pasodobles, por su situación laboral.
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