Rosario Guarino, en el piano de su casa. VICENTE VICÉNS / agm

Rosario Guarino: «Me siento como una alumna»

«El mundo clásico está omnipresente», afirma la autora del Libro Murciano del 2017, que acaba de ver publicado en MurciaLibro 'Los márgenes del tiempo'

Miércoles, 27 de marzo 2019, 00:00

Sus ojos parecen tallados de inocencia, y su poética es heladora. El poema 'Anfibolía', incluido en su tercera publicación, 'Los márgenes del tiempo' (MurciaLibro, 2019), dice así: «Te tengo miedo, amor,/ y tú lo sabes,/ y no podría ser de otra manera,/ pues esa impunidad ... con que te vistes/ me deje inerme a mí,/ y en cueros vivos,/ tiritando de frío/ con la duda/ de si son tus razones/ y tus hechos/ un regalo o, más bien/ el doble filo/ que desangra la piel/ que ayer besabas/ huérfana de caricias/ que hoy la entibien». El lector queda empapado por la sabiduría que se esconde tras el nombre, y eso, posiblemente, sea lo que sus lectores más aprecian de Rosario Guarino Ortega (Barcelona, 1968), poeta, doctora en Filología Clásica por la Universidad de Murcia y profesora titular en el área de Filología Clásica desde el año 2000. Esta semana es especialmente importante para ella, por tres razones: porque acaba de aterrizar en sus manos este nuevo libro, que sucede a 'Florida Verba' (Dokusou), elegido Libro Murciano del Año 2017 [con ilustraciones de la pintora María Carmen García López-Guillén], y a 'Palimpsesto azul' (Raspabook, 2014); porque, como coordinadora del Aula de Palabra y Pensamiento de la UMU, organizó ayer, junto con el Aula de Poesía y dentro de las Fiestas de Letras, el recital 'Pasado continuo' (19 horas, Hemiciclo de la Facultad de Letras), en el que leerán textos quince autores; y hoy encarnará a María Cegarra en la lectura dramatizada de la obra de Santiago Delgado sobre la relación de la unionense y Miguel Hernández, en el salón de actos del Mubam (20 h).

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-El mismo día que comenzó la primavera llegó a sus manos 'Los márgenes del tiempo', su último libro, con prólogo de Vicente Cervera. Y con un formato casi de bolsillo.

-Sí, quería algo más pequeñito. El hilo conductor es el transcurrir del tiempo, y todas esas cosas que quedan fuera. Porque los márgenes pueden ser algo fuera y también paréntesis interior. Hablo de vivencias, reflexiono sobre determinadas cuestiones que no tienen vuelta atrás, o que no han pasado y que ya no pueden pasar. Tengo yo una tendencia a la melancolía, así como innata.

Este miércoles interpretará a María Cegarra en el Mubam en una lectura dramatizada que versa sobre la relación con Miguel Hernández

-¿Y cómo se maneja con la timidez?

-Yo empecé a publicar ya con 44 años. Había entonces una eclosión de escritores, y me vi frecuentando mucho 'Los Lunes Literarios'. Ahí fue el primer intento que hice de sacar mis escritos del cajón. Santiago Delgado me animó a publicar. Hablé con Juan Rubio, de Raspabook, y me dijo que sí, fue una sorpresa. Cuando le entregué 'Palimpsesto azul' no me arrepentí, pero sí me sentía muy expuesta, eran cosas mías, íntimas y, al final, he tenido que vencer ese pudor. No es que la poesía sea algo autobiográfico, es que yo creo que trasciende la experiencia personal y va en busca de algo más universal. Hoy las redes sociales te ofrecen la posibilidad de mostrarte semioculta.

-Da clases de Filología Latina desde 1994, de mitología, de literatura latina y latín, en distintos grados. ¿Cuál es su autor predilecto?

-Ovidio es, dentro de los escritores, mi autor predilecto. Hice la tesis doctoral sobre él, y hace un par de años fue su bimilenario. Estoy haciendo ahora una antología de poetas contemporáneos que se han inspirado en Ovidio, y todo gira en torno a la tradición; no dejar el pasado, poner el acento en esa influencia, porque esto es un continuo cultural. También destacaría a Homero. La 'Ilíada' relata la guerra de Troya, pero es una obra completamente antibelicista, y tiene pasajes de una humanidad y de una delicadeza extraordinarias. Siempre me gusta volver a él porque, como dicen, todo está en Homero. El 'poietés' en Grecia es el gran creador, el vate, un intermediario entre lo divino y lo humano.

-¿Qué le ha enseñado el pasado?

-En el caso de Ovidio, que es un poeta tan transgresor, lo que me llama la atención es que en esa época fuera a contracorriente en tantas cuestiones. En relación con la mujer, la literatura grecolatina es misógina a más no poder. Sin embargo, Ovidio da voz a la mujer, y en 'El arte de amar', un libro en el que instruye sobre cómo cortejar, y cómo conservar la conquista, dice que no es justo que las mujeres sean víctimas y los hombres tengan las armas, y da a las amazonas armas para que puedan combatir en una lid justa. Yo lo veo un poeta revolucionario. E incluso su exilio, que no está probado, puede ser incluso una ficción literaria.

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-¿Nos hemos olvidado de los clásicos en un mundo tan apresurado?

-Eso parece, que es un mundo ajeno al nuestro, pero, sin embargo, está omnipresente. Hoy he comprado 'Latín lover', un libro de Emilio del Río, un filólogo clásico que tiene un programa de radio, 'Verba volant', las palabras vuelan, y explica usos del lenguaje que hacen referencia al mundo antiguo y que usamos sin saberlo. Lo vamos a invitar a Murcia el 9 de mayo, con la Sociedad de Estudios Clásicos [que junto con la asociación de profesores de Latín y Griego Amuprolag tiene en marcha el proyecto 'Itinera' para divulgar la cultura clásica en la Región]. Carlos García Gual, otro filólogo muy importante, helenista y académico, acaba de publicar 'Grecia para todos'. Es un mundo que está muy presente.

-Este miércoles interviene en el Mubam en una lectura dramatizada, encarnando el papel de María Cegarra.

-Juan Soriano dirige al grupo de teatro 'Canna brevis', sobre un libro de Santiago Delgado. Todo el meollo es si hubo una relación entre María Cegarra y Miguel Hernández. Como parte de la representación hay una entrevista que le hizo García Martínez a María Cegarra, a la que yo interpreto. Es teatro leído, prácticamente memorizado. No sabemos si fue una relación real o un amor platónico. Yo creo que quedó todo en un pudo ser pero no fue. Eso es hoy, a las 20 horas, pero antes, en el Museo de la Universidad (Cuartel de Artillería, 17 horas), habrá una visita guiada con Néstor Giuliodoro a la exposición 'El latido de las piedras', donde encontramos textos clásicos, con reflexiones y evocaciones.

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«Una fuente inextinguible»

-¿Está satisfecha con su vida?

-Si hago balance, sí. Estoy haciendo lo que quiero y lo que me gusta. Me siento como una alumna, en realidad. Porque el mundo antiguo es como una fuente inextinguible, así lo siento yo. Siempre ofrece posibilidades de aprender y de disfrutar, para mí es como un pozo sin fondo.

-¿Qué es lo último que aprendió metida en ese papel de 'alumna'?

-Séneca decía que enseñando aprendemos, y un alumno expuso hace poco un trabajo por el Día de la Mujer, y se centró en una mujer bárbara, de una tribu escocesa, de lo que sería Gales, que se había rebelado contra una injusticia de Roma. Había establecido Roma un pacto con ese pueblo, y fallecido el marido, Roma somete a ese pueblo y viola a las hijas. Descubrí que a pesar de que admiremos tanto el mundo antiguo, no es tampoco un ejemplo modélico a seguir en todo. El ser humano es así, tenemos luces y sombras. Eso no lo eclipsa, lo hace más humano y más cercano. Lo que ocurre es que miramos atrás condicionados por la imagen que nos hemos hecho, y que es muy cuadriculada, y hay que trascender las categorías y los estudios, e ir a los autores sin condicionantes.

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-¿Qué es lo que más rabia le da?

-Que haya tantas cortapisas para el conocimiento, veo que está constreñido por condicionantes, me gustaría que pudiera fluir libremente.

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