Sergio C. Fanjul, escritor, periodista y mitad del dúo Los Peligro. Liliana Peligro
Periodista y escritor

Sergio C. Fanjul: «Hay poesía en la vida cotidiana; freír un huevo puede parecer poético»

Actuará como parte de Los Peligro este viernes en el ciclo 'Poesía a escena' y estará mañana en la librería circular Libros Traperos

Viernes, 7 de febrero 2025, 00:55

«Esa es la pregunta que más veces me han hecho», contesta Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) al ser preguntado sobre por qué decidió estudiar Astrofísica antes de dedicarse al periodismo. Apasionado de la ciencia, lo suyo son las letras, y así lo demuestra como ... periodista en 'El País', como escritor y como poeta performativo. Esta última faceta, que explora junto a Liliana Peligro en el dúo «polipoético» Los Peligro, le ha llevado a participar en el festival 'Poesía a escena'. Su actuación será hoy en el Centro Cultural de Santo Ángel (Murcia). Además, este sábado, a las 19.00 horas, estará en la librería circular Libros Traperos, de Murcia, para presentar el ensayo 'La España invisible' (Arpa, 2023) y 'El padre del fuego' (Aguilar, 2024) sobre su experiencia con la paternidad. Estará acompañado por el periodista Enrique Rey.

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–¿Cuándo nace este proyecto dedicado a la performance poética?

–Llevamos diez años con el proyecto. Hemos estado muy parados porque primero vino la pandemia y luego fuimos papás. Porque Los Peligro, además de pareja artística, somos pareja sentimental y hasta hace poco no hemos regresado a las actuaciones. El nuestro es un 'show' de poesía en escena, con performance, humor, crítica política y social. Nació en esa época en la que se empezaba a hacer poesía fuera del libro impreso. La poesía con público, sobre un escenario, algo que va más allá de los típicos recitales. Los Peligro se basa sobre todo en textos de libros míos y también cuenta con algunos textos que están pensados solo para el escenario y que ni siquiera resistirían al papel, porque son juegos con el público, interacciones que no tendrían sentido fuera de un espacio escénico.

–¿Por qué cree que se ha puesto de moda este formato que va más allá del clásico recital de poesía?

–Es un fenómeno que tiene ya unos cuantos años y sigue siendo potente, pero su 'boom' se da en los festivales de poesía escénica. De repente un montón de gente, una nueva generación de poetas, empezó en esto. Yo creo que la razón es que en un mundo que es cada vez más digital y, sobre todo, reproducible, la gente está apreciando cada vez más los espectáculos en vivo, que pasan una vez. Por ejemplo, las artes escénicas en general, el teatro, la performance, los conciertos... son experiencias irreplicables. Y, sobre todo, después de la pandemia también ha habido un repunte de la gente que quiere hacer actividades fuera de casa. Y también porque durante muchos años el recitado de poemas en las librerías y en los cafés fue muy tradicional. Muchas veces se dice que lo peor que puede hacer un poeta es recitar sus versos, porque tradicionalmente lo han hecho muy mal. Basta escuchar los audios que hay por internet de Pablo Neruda, que habla con una voz muy fantasmal y 'malrollera'. Yo creo que la gente empezó a querer crear y empezó a poner en escena la poesía con música, teatro, performance y humor. Hay un festival en Madrid, el Poetas, que se dedica a mezclar la poesía con todo tipo de géneros e incluso a llamar poetas a quienes no consideraríamos poetas. Llamar poeta un fotógrafo, llamar poeta a un comediante, llamar poeta a un actor. Porque la poesía no solo debemos entenderla como algo que está escrito en un poema, en un libro, sino como todo aquello que tiene cualidades poéticas. A veces vivimos momentos poéticos en nuestra vida cotidiana. De repente, fríes un huevo y te parece poético.

EL VALOR DEL DIRECTO

«En un mundo cada vez más digital, la gente está apreciando más los espectáculos en vivo»

–¿Cree que la palabra cala más al ser escuchada que al ser leída?

–Parece que a veces hacemos proselitismo de la poesía moral y escénica y despreciamos la lectura. A mí me encanta leer en general y leer poesía en particular y creo que hay poesía para ser leída en silencio, hay poesía para escuchar y hay poesía que sirve para más cosas y hay poesía que mejor ni escucharla ni leerla, por supuesto. Esa es la mayoría. También hay poesía, como la poesía muy vanguardista, modernista estadounidense, que contiene poemas que son muy complejos y que no tienen sentido recitar o performar en un espectáculo. Yo creo que la poesía en escena tiene que ser más viva, más musical, más rítmica y con más humor.

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«Muchas veces se dice que lo peor que puede hacer un poeta es recitar sus versos»

–Antes de dedicarse al periodismo, se licenció en Astrofísica. ¿Qué le llevó a cursar la carrera?

–Esa es la pregunta que más veces me han hecho. Es curioso porque uno dedica unos años a estudiar Astrofísica y ya le marcan para siempre, está muy bien. A mí me gusta mucho la ciencia, y no soy periodista científico. Estudié Astrofísica porque se me daba bien en el instituto, pero en la universidad se me hicieron cuesta arriba las matemáticas y la programación. Yo soy una persona bastante anumérica. Al final conseguí sacar la carrera, pero con mucho sufrimiento. Cuando acabé, decidí cambiar de bando e hice el Máster de Periodismo [de 'El País'] porque me gustaba escribir.

Lo que no queremos ver

–En 'La España invisible', que presenta en Libros Traperos, combina el ensayo y la crónica para hablar de pobreza y desigualdad. ¿Por qué decidió escribir este libro?

–Escribo una columna en 'El País', 'Bocata de calamares' en la que hablo de casi todo, pero siempre desde un punto de vista ciudadano, de la vida cotidiana. A raíz de ello, un editor me dijo que escribiera sobre las personas sin hogar y me puse a investigar sobre ello. El tema fue creciendo y me llevó a las personas pobres con hogar, que son las más esquivas porque no están en la calle, porque ocultan su pobreza, y de ahí a los trabajadores precarios, los trabajadores domésticos, los 'riders'. Y de ahí a la segregación urbana, que es cómo se divide la ciudad entre zonas ricas y zonas pobres y qué significa que estén separadas. Y de ahí al problema de la vivienda, la turistificación, los desahucios, hasta llegar a la cuestión más ideológica de todas, la cultura del esfuerzo, la meritocracia. Ideas que nos inoculan justamente para justificar la desigualdad, para decirnos que el mundo está bien repartido, que cada uno tiene lo que se merece y que si tú eres pobre o te pasa algo malo, tenías que haberte esforzado más y lo mereces, lo cual desactiva toda la crítica, porque, según esto, el mundo está bien hecho y tenemos que dejarlo así, y sabemos que no es así, que hay fuerzas que escapan de nuestro control y que casi todo lo que ocurre viene dado por una estructura económica injusta que es previa a todo eso. Se llama 'La España invisible' porque vivimos en una situación social que no se quiere que se vea o que no queremos ver.

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