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PILAR MARTÍNEZ MAÑOGIL
Martes, 26 de abril 2022, 00:59
En la actualidad, pocos recuerdan su nombre y solo unos pocos privilegiados su rostro. Ya se preocupó él, a lo largo de su trepidante e intensa vida, de que fuese así. Ahora, por primera vez en décadas, la historia de José Luis Espinosa Pardo (San Javier, 1929-Murcia, 2016) ha visto la luz en 'Espinosa Pardo. Historia de un confidente' (La Fea Burguesía, 2022). Doce años le ha costado al mercero y novelista murciano Paco López Mengual (1962) desmenuzar, recopilar y plasmar la vida de un personaje camaleónico y enigmático. «Era un hombre con muchas caras», declara. La obra se presenta a las 18 horas en la Fundación Mediterráneo y contará con la presencia del director de este diario, Alberto Aguirre de Cárcer, y el presidente del Gremio de Editores de la Región, Francisco Marín.
José Luis Espinosa Pardo fue un niño de la Guerra Civil. Era nieto de un notario e hijo de un secretario de juzgado, que optó por el bando republicano y terminó exiliándose a Argelia. Sufrió, como otros muchos, las consecuencias de la decisión de sus mayores. Vejaciones, como la purga –le hicieron beber, junto a su hermano, aceite delante de sus vecinos– y la experiencia en prisión de su madre le ayudaron a desarrollar «una conciencia de izquierdas». Era la época de la posguerra. Con 18 años, se negó a hacer el servicio militar obligatorio del ejército franquista y le propuso a su madre huir de esa tierra repleta de sangre y malos recuerdos. Juntos se escaparon a Argelia y se reunieron con su padre.
Allí en Argelia, Espinosa Pardo ejerció de carpintero –aunque no era más que una tapadera–, conoció a muchas figuras del exilio español y comenzó su largo camino en la lucha activa. Se convirtió en miembro del Frente de Liberación Argelino, y se fue a las montañas donde acabó ostentando el rango de teniente de la guerrilla. Tan grande fue su papel en esta contienda, que fue condenado a muerte por el gobierno francés. Por supuesto, nunca fue arrestado. No entre esos barrotes.
Entre las personas que conoció Espinosa Pardo hay una de vital importancia para el autor de esta novela de no-ficción que recuerda a 'Sangre fría' de Truman Capote. El disidente canario Antonio Cubillo, abogado, profesor y político, fundador del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), que sufrió un intento de asesinato en Argel en 1978 (en plena Transición) orquestado por José Luis Espinosa Pardo, su amigo. «Llegaron a ser íntimos, de hecho, Espinosa Pardo fue su lugarteniente y formó parte de la creación del MPAIAC». Durante esa época, el murciano iba y volvía de España y de Francia. «Se movía por todo el mundo haciendo espionaje y política llegando a ser Secretario General de la UGT en Murcia, militante del PSOE y miembro del Congreso socialista de Suresnes (Francia)», donde se escogió, en la clandestinidad, a Felipe González. ¿Cómo acabó, entonces, un militante de izquierdas organizando un atentado contra su compañero?
Por aquel entonces, desvela Paco López Mengual, el MPAIAC puso una bomba en el Aeropuerto de Tenerife provocando el desvío del tráfico aéreo a otro menor, el de Los Rodeos y, con ello, un accidente que pasaría a la historia. «El choque de aviones provocó la muerte de casi 600 personas. Ante esto, Alemania y Estados Unidos presionaron al Gobierno español para que eliminase al MPAIAC». Ahí es cuando escogieron a José Luis Espinosa Pardo que, sorpresa, trabajaba como confidente de la policía y, en definitiva, de los servicios secretos españoles «que todavía tenían un tufo franquista». Fue así como en 1978, Antonio Cubillo sufrió un atentado que ocupó las portadas de todo el país.
Paco López Mengual leyó la noticia que vinculaba la autoría del atentado con un personaje muy conocido de Murcia y se quedó impactado. «Este libro es la historia de una obsesión que me llega desde la adolescencia». A los 20, unos años más tarde, leyó la entrevista que Joaquín García Cruz 'Chimo' escribió en este periódico donde José Luis Espinosa admitía su papel en dicho intento de asesinato. «Chimo –según me contó cuando hablé con él para el libro– recibió un telefonazo de Espinosa Pardo que vivía clandestinamente en Madrid, a causa de su condena a muerte en Argelia». Aquel reportaje marcó la agenda política y se quedó en el recuerdo del fallecido periodista. «Cuando le llevé las fotocopias, se emocionó y me dijo que eso ya no se hacía porque él desapareció 3 o 4 días y regresó con una bomba informativa». A raíz de estas entrevistas, Paco López Mengual supo que el personaje de sus desvelos estaba vivo.
Se encontró con él después de mucho esfuerzo debido a que Espinosa Pardo estaba en el punto de mira del GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), en cuya disolución fue clave. «Era militante y artificiero del GRAPO, aprendió a hacer bombas en Yugoslavia, pero también era confidente de la policía». Por eso, cuando le tocó organizar un encuentro de la cúpula de poder en Benidorm, los vendió. Cuando estaban ya reunidos, empezaron a aparecer policías y detuvieron a veinte. Dos de ellos escaparon y fueron asesinados más tarde en Francia. «Espinosa nunca se lo perdonó y, de hecho, cada militante del GRAPO llevaba una bala preparada por si se lo encontraba». Por eso, «antes de quedar para tomar un café tenía que estudiarte mucho».
La vida de José Luis Espinosa Pardo [pasó siete años en prisión por el atentado contra Cubillo] estuvo repleta de incógnitas que nunca fueron desveladas. Secretos que Paco López Mengual intento descubrir en cada encuentro. Era alguien, confiesa, que hablaba pero también callaba muchísimo. «Nunca he llegado a saber por qué lo hacía, si era por dinero o porque le gustaba relacionarse con gente importante. Era una persona muy contradictoria».
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Isabel Manzano
Josemi Benítez
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