![Manuel Jabois: «Llevo bastantes meses desenchufado de mi país»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/04/18/190139487--1200x840.jpg)
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Por su melena más o menos leonina le conoceréis, y también por lo que escribe, lo que no se calla, sus novelas 'Manu', 'Malaherba' o 'Miss Marte' –Alfaguara mediante–, ese toque tan gallego de parecer algo embrujado, o de estarlo, el verbo de manantial, el ... mal dormir, el buen vivir... Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978), periodista y escritor, ha publicado en Planeta este año 'Nos vemos en esta vida o en la otra'. Veamos: el libro en el que se ha basado la serie homónima de Disney+. Ya saben: se cumplen 20 años del 11-M, «el mayor atentado yihadista en suelo europeo, que marcó la historia de España». Pues bien, «el primer condenado por el 11-M tenía 16 años». Jabois cuenta «la vida aburrida, perdida y verdadera de un chico al que no le da miedo morir, Gabriel Montoya Vidal, conocido en su entorno como Baby y apodado por la prensa el Gitanillo tras su participación en los atentados del 11-M». Año y medio costó convencerle de que hablara por primera vez. A Jabois le gusta ser libre, así es que difícilmente diría a nadie estas palabras de Ariel en 'La Tempestad': «Vengo a cumplir tu deseo, ya sea volar, nadar, lanzarme al fuego o sobre nube ondulante cabalgar». De niño, cuando se pasaba horas pegándole patadas al balón, se inventó un personaje imaginario, un trasunto que era toda una estrella del fútbol al que puso por nombre Imanol. ¡Menudo era Imanol, que incluso un año fue cedido al Milán! Hoy, a las 20.00 horas, en la Biblioteca Salvador García Aguilar de Molina de Segura, Jabois, no Imanol, participará en el ciclo 'Escritores en su tinta', donde conversará con su coordinadora, Lola Gracia. La tarde de la entrevista con LA VERDAD le tocaba boxeo.
–¿Cómo es ese tipo llamado Manuel Jabois?
–Pues... realmente... no lo sé. Un tipo que piensa cada día en empezar una nueva vida, más ordenada y disciplinada, y que cuando acaba el día ha fracasado. Y así uno y otro. Me gusta mucho estar en casa, soy muy feliz aquí dentro, pero no me gusta tanto no aprovechar bien las horas.
–¿Pierde el tiempo?
–Las horas las desaprovecho muchísimo. Tengo grandes déficits de atención, me entretengo con muchas tonterías, pero me gusta mucho pasar tiempo solo. A veces me meto en casa y ya no hay quien me saque y, del mismo modo, otras veces salgo de casa y ya no hay quien me meta dentro. O sea, que oscilo entre esos dos extremos, algo que me ha dado siempre muchos problemas con amigos o con parejas.
–¿Qué le dicen?
–'¿No puedes llevar una vida completamente normal?', '¿tienes que estar en casa siete días seguidos o tienes que pasarte fuera siete días entre comidas, cenas y demás?'. Bueno, con la edad, evidentemente los días de casa ya empiezan a pesar mucho más que los días de fuera, principalmente porque el cuerpo no te da para tanto. Tanta gente, tantas conversaciones..., ya no sé quién me dijo cada cosa. Yo salgo para luego poder escribir, pero cuando me pongo a hacerlo, después de salir, ya no recuerdo quién dijo qué cosa [sonríe].
–¿Orgulloso de lo conseguido?
–Moderadamente orgulloso.
–¿Queriéndose mucho?
–Eso no lo he consigo todavía, pero he aprendido a convivir con inseguridades y con complejos. No lo considero algo negativo; después de mucha introspección y terapia, no considero negativo tener que haber aprendido a lidiar con ellos, pero en el punto de quererme no estoy, eso ya me parece demasiado. Tampoco me detesto. Lo que no puedo es escuchar mi voz, ni en podcasts ni en nada, ni tampoco verme en imágenes. Soy incapaz de ver al tipo que sale en la tele, ver una entrevista mía, escuchar mis declaraciones, verme y escucharme no lo soporto; me pasan podcasts que he protagonizado y no los escucho ni de coña. Ahora saldrá un programa en La 2 [la docuserie 'En primicia', en la que Lara Siscar entrevista a trece de los periodistas más relevantes y singulares de España sobre su carrera y su vida personal], y he dicho que no cuando me han ofrecido verlo antes.
–¿A qué se debe?
–Es una mezcla de pudor, de vergüenza y también de decir 'pero qué estoy diciendo', porque siempre encuentro una mejor forma de decir las cosas, de expresarlas, cuando ya estás viendo cómo las has dicho.
–Pudor, dice usted. Contó en una entrevista que durante una etapa de su vida se despertaba a veces en una cama preguntándose quién era la mujer o el hombre que tenía a su lado.
–Lo conté en la edad en la que se pueden contar esas cosas. Se pueden seguir haciendo, pero ya no se tienen que contar. Soy ya un hombre de mediada edad, con un hijo, ahora me daría vergüenza hablar de temas tan íntimos de mi vida privada [sonríe], pero no me arrepiento de haberlo contado.
–España.
–Llevo bastantes meses desenchufado de mi país, la verdad. Leo, claro, y estoy atento a todo porque soy periodista y escribo continuamente sobre temas de actualidad, y hablo en la radio continuamente; pero a nivel general no tengo una fotografía nada clara de todo lo que está pasando.
–¿Qué intuye que está pasando?
–Sólo sé que todo esto de la polarización, los extremos, cosas como este parecer estar al borde del apocalipsis de una guerra civil, ¡lo digo exagerando!, ya ha pasado antes. Siempre pensamos que el presente es el momento más crítico, el momento más dulce, el momento más feliz. Y, al final, lo que pienso es que, visto todo en perspectiva, nunca es para tanto, ¿no? Nada es para tanto, ni en tu vida privada ni en tu vida pública.
–¿Vive bien?
–Sí, pero sé perfectamente que soy un privilegiado, y que desde mi situación es muy difícil valorar la de los demás. No me gusta eso de meterme en la piel de la otra persona, ni ponerme en lugar de otro, porque me parece una impostura, pero tengo claro que no todos tenemos cada día ni las mismas oportunidades, ni las mismas comodidades. Mucha gente tiene trabajos precarios, carencia de un entorno afectivo alrededor, situaciones que hacen la vida cotidiana muy dura, muy incómoda. Mi vida está bien, está muy bien. Mis problemas pueden ser problemas personales, lo cual es un lujo, no son problemas que estén relacionados con mi integración en la sociedad, ni con ningún tipo de rechazo, ni con algún tipo de precariedad. Pero que no los tenga yo no quiere decir que los demás no los tengan; de hecho, los tiene muchísima más gente de la que los debería tener.
–A la izquierda.
–No me gusta definirme, pero todo lo que yo escribo, evidentemente, tiene unas líneas bastante claras que se integran en lo que se suele conocer como la izquierda. Hablo, por ejemplo, de la defensa rotunda de los servicios públicos, del pago de impuestos, de la igualdad, etcétera. Pero, vamos, cuando se le ha tenido que dar una hostia a la izquierda, se le ha dado el doble de fuerte que a la derecha, porque al fin y al cabo de esos son de los que esperabas otra cosa, en cuanto a políticas de izquierda y también en cuanto a políticas de sentido común.
–¿Le indigna que haya quienes sigan insistiendo en la posible complicidad de ETA en los atentados del 11-M?
–Después de tantos años ya no reaccionas con excesiva ira, con excesivo enfado, simplemente tienes que aprender a convivir con la infiltración de la mentira en la vida pública, en ese asunto del 11-M y en muchos otros asuntos; hay muchísima gente que cree en una determinada cosa y a la que no vas a bajar nunca del burro. Bueno, te puedes enfadar un día, porque no entiendes cómo pueden creerse ciertas cosas, pero al final te dices 'vale, ya está', no vas a ir de casa en casa llamando a las puertas para decirle a la gente que lo que piensan del 11-M es un disparate. No te puedes pasar la vida desmintiendo bulos. Al final, lo que más te importa es que la gente a la que quieres, la gente de la que te rodeas, la gente que te interesa, esté bien informada. Siempre habrá gente más inteligente que otra, y gente que se deje manipular más fácilmente que otra. Igual tenemos que aprender a convivir con que haya un determinado grupo de gente a la que le interese la mentira, o a la que simplemente no le moleste la mentira, en cuanto al 11-M y a muchos otros asuntos de la vida pública.
–El expresidente José María Aznar sigue con sus dudas sobre la autoría del 11-M. En su día representó a todos los españoles, recordemos.
–Y se ha quedado representando a una pequeña porción de ellos, con este empeño en no asumir lo que ocurrió en el 11-M.
–¿Cómo lleva los madrugones para salir en antena?
–No hay mejor despertador que la edad [sonríe], de la que hablábamos antes. Ahora madrugo mucho; generalmente duermo muy poco por la noche, aunque luego durante el día no tengo ningún problema en dormir una o dos minisiestas. Ayer, por ejemplo, me acosté pasadas las tres de la madrugada, leyendo y tratando de escribir sin escribir. Lo cerré todo muy bien para procurar dormir, yo que normalmente duermo con todo abierto, y a las siete ya estaba otra vez despierto. Así ando.
–¿Se imagina dejando el periodismo y dedicándose sólo a escribir literatura?
–La verdad es que no, me gusta tener un cordón umbilical con la actualidad, con el periodismo. Me daría un infarto sin ese cordón, necesito del periódico muchísimo, me encanta ver mi firma en él [en 'El país'].
–¿Qué no va a dejar de hacer?
–Caminar mucho. Ahora mismo, por ejemplo, voy a comer y, después, salgo a caminar una horita. A continuación, hoy tengo boxeo, y después otra horita de caminata hasta casa, porque el gimnasio está en Carabanchel. Días así me gustan mucho, pero no pueden ser siempre, no tengo tanto tiempo, ni tengo tanto cuerpo. Ahora, caminar lo hago todos los días. Me encanta ponerme los cascos y caminar solo. De hecho, cuando tenía novia y ella me decía que saliéramos a dar un paseo, yo primero salía a escondidas a dármelo yo solo, y luego ya me daba otro con ella. Es que, para mí, lo interesante del paseo es hacerlo yo solo con mi música y mis pensamientos, y no voy a estar paseando con la novia con los cascos puestos, ¿no?
–Yo he visto de todo.
–Hombre, no estaría bien del todo. Yo salía primero, me pasaba una horita paseando, me duchaba y, sin decir nada, me iba de paseo con ella.
–¿Se imagina dónde estaría ahora si no le hubiese dado por leer y sobre todo por escribir?
–No me lo puedo imaginar porque yo me dedico a escribir, que es lo único que sé hacer. Si lo hago bien o mal, esa es otra cuestión.
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