La penúltima obra de Marisa López Soria trata «un tema poco habitual en la literatura infantil y juvenil (LIJ): el miedo al enfado paterno», anota Susana Ramírez, editora de Galimatazo, la editorial madrileña que ya editó en 2020 otro trabajo de la escritora murciana, 'La ... visita', con ilustraciones de Alejandro Galindo, 'Álex', ilustrador de los perfiles dominicales de LA VERDAD. En esta ocasión, el texto de López Soria hace buenas migas con las ilustraciones de Katia Klein. 'Papicomeniños' es la historia de Carmen, una niña que decide dar rienda suelta a su creatividad en la pared de su habitación, algo que, como anticipa la criatura, «con toda seguridad, no va a gustarle nada a su padre. Y es que, cuando papá se enfada, se transforma en 'Papicomeniños'».
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La primera reacción de Carmen, que sabe que la ha liado parda, es pensar que la llamará «insensata». «¡Estás frita, nena!», cree ella que exclamará su padre al pisar el camión de bomberos nada más entrar en su cuarto. «Grito interminable; ¡Aaaaagggg! Sangra la luna. Canguelo. Y yo, acorralada por buitres que revolotean alrededor de mi cabeza hueca». Todo el libro es el «sinvivir» de esta muchacha que cree que le caerá la del pulpo por su atrevimiento. Se refiere a su padre de mil formas: Papivozdetrueno, Papiberrinche, Papiterrible, Papimonstruoso derecho a enderezarme, Papifuria, Papienfadica, Papiarrebato, Papigruñón... Vemos en estas páginas toda esa constelación de temores que la pequeña va forjando en su mente antes del gran descubrimiento de «papicomeniños». Ella imagina que será multada, escarmentada, que su padre querrá cortar sus trenzas, que la hará desaparecer... anticipa los malos humores de los vaqueros, que aparecerán «cien brujas escandalosas a lomos de nubes escarlatas», que la llamará «pedazo de renacuaja», que hará un nudo marinero con la comba y la colgará de la lámpara «patarriba, patabajo». Es una niña temerosa, que sabe que será reprendida por dibujar floripondios: «El oleaje de mi miedo no lo arrastra la marea», dice la susodicha. ¿La llamará picatoste? ¿Criatura mentecata? ¿Flipará berberechos en colores? ¿Le hará picadillo pepinillo? ¿Estampará su muñeca contra la cocinita? Se dice a sí misma que nunca más volverá a suceder... Mal vemos a esta Carmelilla... temiendo lo peor.
Y en esas alguien llama a la puerta... Es papá. «¿Carmennnnn? Soy Papi, ¿se puede? ¿Qué haces tan callada? ¿Te vienes a merendar? Tenemos ricas tortitas...». ¿Qué ocurrirá cuando el papá de Carmen vea la pared pintada? El ogro que ella imagina, ¿será luz? ¿no lo verá como un delito? ¿estará la niña dispuesta a todo, incluso a comer cardo borriquero, para que no vean como un atentado sus impulsos artísticos? Hay que llegar al final de este álbum ilustrado para comprobar que la realidad, a veces, no tiene nada que ver con la imaginación. En el programa 'Con letra grande', de RNE, Marisa López Soria confesó que había sido «bastante revoltosa» en su infancia, «alguna mancha hay por ahí, lo que pasa es que siempre quedaba escondida detrás de un armario». Katia Klein, que presume de meter la nariz en todos los cuentos de las librerías buscando novedades, reconoce que Marisa le hizo llegar este cuento, «y lo leí, me empecé a tronchar de la risa, me pareció buenísimo, y claro que quería ilustrarlo, ¡ya!».
'Papicomeniños' ha sido de las colaboraciones más gratificantes que ha tenido Marisa López Soria con un ilustrador, según reconoce. «La imaginación nos hace ver cosas que solo están dentro de nuestra cabeza, el papi es un papi amoroso, pero ella sabe qué ha hecho mal y echa a volar la imaginación pensando en lo peor, y como el miedo es libre y genera monstruos aparecen los fantasmas». Hacer algo que no está bien desencadena en los niños el pánico, les hace que se monten unas películas... Katia se vio desde el primer momento reflejada con la libertad de sentimientos de la protagonista del cuento: «Yo a su edad tenía pánico a que hubiera alguien debajo de mi cama siempre». Hoy la también actriz tiene miedo «al futuro y a la deshumanización, a la poca empatía, al cambio climático, a no escucharse».
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Marisa López Soria (Albacete, 1956) piensa que no tiene derecho a quejarse por nada, pero encuentra el cuento como su mayor refugio de todo lo que le aleja de esa visión idílica del mundo. La veremos en «La Mar de Letras chica» de Cartagena, y en La Cometa de la Fundación Cajamurcia, y en charlas y conferencias mil, conforme vaya recuperando la normalidad el curso escolar. Libros infantiles como 'Papicomeniños' son herramientas potentes para educar y para reaccionar a los grandes cambios, por eso Marisa y Katia, pese a todo, están felices.
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