![Jerónimo Tristante: «Es una novela muy ambiciosa por su documentación»](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/12/13/186518032--1200x840.jpg)
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Fue durante un viaje a Bruselas cuando Jerónimo Tristante decidió escribir una novela basada en los Tercios de Flandes. Ese es el germen de 'Pamfletten', título ganador del VI Premio de Novela Policía Nacional. El auditor Alonso Padilla irá a la caza de un sádico ... asesino. Además, tendrá que cumplir otro encargo del secretario general en Bruselas: capturar a un grabador, el Turco, cuyos grabados, llamados 'pamfletten', están haciendo que los orangistas ganen la batalla de la propaganda. Este jueves, 14 de diciembre, a las 18.30 horas, el escritor, profesor de Biología y articulista de opinión de LA VERDAD presentará 'Pamfletten' (Algaida) en el Museo Arqueológico de Murcia. El autor estará acompañado por Arturo Andreu, decano del Colegio de Periodistas; Ignacio del Olmo, jefe Superior de Policía de Murcia; y José Belmonte, profesor de literatura y crítico literario.
–¿Por qué decide centrar la acción de esta novela en los Tercios de Flandes?
–Fue en un viaje que hice a Bruselas a dar una charla para profesores de español. Después estuve con un amigo tomando una cerveza en la Grand Place en una cervecería que se llama Le roy d'Espagne –el rey de España–. Miro para arriba y veo unos muñecos colgados. Unos llevan como el traje de los mosqueteros de los tercios, otros llevan el morrión y el peto de los Tercios, como los conquistadores españoles, el casco... le pregunto a mi amigo y me dice que son los españoles. Entonces pensé: ¡lo que montamos hace 400 años que todavía nos tienen aquí colgados! De hecho, en Bélgica cuando un niño no se duerme le dicen, duérmete, que viene el Duque de Alba. Esa fue un poco la idea que me llevó a escribir sobre ese tema. Además, a mí me gusta mucho el fenómeno de los asesinos seriales y en masa, que se convierten en auténticos depredadores humanos. La idea que me dio esto fue que todos estos asesinos seriales que vemos, famosos, gente sádica, depredadores, siempre he pensado que a veces encuentran sus huecos en determinados contextos históricos, como en la dictadura argentina como torturadores, en la guerra civil española... y pensé que una persona que tuviera esa pulsión en el siglo XVI, qué mejor sitio que irse a la milicia a descuartizar el eje. Al sistema le viene bien tener a esa gente, porque causa terror en el enemigo. Si tú mandas monjas ursulinas, no los vas a asustar.
–En este enfrentamiento entre el bien y el mal hay dos personajes, Alonso y el monstruo.
–La historia arranca con Alonso y el monstruo, con capítulos muy cortos, viendo la infancia de los dos, cómo eran desde pequeños, sus circunstancias y que les llevan a los dos a coincidir en Flandes.
–¿Qué se puede contar de la infancia de ambos?
–Alonso es un hijo de una familia noble, primero venida a menos y luego venida a más en Madrid, en la Corte. Le va muy bien pero él es traicionado por una mujer y se ve metido en un lío grave, que le lleva a tener prácticamente que desaparecer. El monstruo es un niño que vive en Cádiz. Sus padres tienen una vaquería. Ya desde pequeño demuestra que el mal está dentro de él. Hay un cura que le enseña las cuatro reglas, que desde pequeño dice que ese crío tiene al demonio dentro y que es peligrosísimo. Va siempre detrás de él y vemos esos primeros flirteos que tiene de niño con el mal, que acaban provocando que se aliste en un tercio, primero de mochilero, uno de los niños que ayudaban a los mosqueteros. Les hacían el trabajo, le encendían el fuego...
–¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
–Es una novela muy ambiciosa, por la documentación, por la época y por el lugar. La he ambientado en una localidad que se llama Lier, entre Amberes y Bruselas. Encontrar información sobre los tercios es fácil, porque hay muchos ensayos históricos y hay mucha información sobre cómo eran, que es uno de los puntos fuertes de la novela: cómo viajaban, cómo luchaban, cómo se organizaban, la gola que llevaban detrás –con 2.000 o 3.000 civiles, mujeres de los soldados, putas, armeros, muleros, etc.–, cómo era ir desde España hasta allí... Pero lo más difícil para mí era la localización, porque Lier es una zona que no es francófona y la información de esa época está en neerlandés.
–¿Qué es lo que más le ha sorprendido de esa época?
–No me ha sorprendido porque lo sabía, pero es la mejor infantería de la historia, junto con las legiones romanas. Es una forma de luchar que inventó Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, y que en base a esa forma de luchar y de la eficacia que tenían ellos en campo de batalla, se pudo construir un imperio. Los éxitos militares estuvieron ahí casi 200 o 300 años. A mí me encantaría viajar en el tiempo y ver las cosas más cotidianas que hacían. Eran gente, igual que pasa con los conquistadores españoles, que salían de España empujados por el hambre, queriendo conquistar la gloria, y más que la gloria, el oro. Era un choque muy fuerte para ellos. Tíos recios castellanos que venían de un mundo pobre, donde no llueve casi nunca, donde hay hambre. Se ven en Amberes, en Bruselas, en Lier, que aquella era la zona más rica de Europa, del momento. A ellos les llamaba mucho la atención el nivel que tenían aquellas casas, la riqueza de la gente, cómo vestían, los paños que vendían, entonces eso es como un choque casi cultural. Un soldado español con dos bocados de cecina y un trago de vino luchaba dos días. Eran gente muy bragada y muy eficaz en el desempeño de su oficio y muy sufrida.
–Llama al libro 'Pamfletten' porque así se llama a los textos que dan origen a la leyenda negra.
–Eran los 'flyers' de la época. Al protagonista, Alonso, le encargan localizar al asesino de estas chicas, pero a su vez le llama el secretario de estado en Bruselas y le encarga encontrar y neutralizar a un grabador, al que llaman el Turco. Él hace unos grabados muy buenos, los 'pamfletten', y estos son uno de los inicios de la leyenda negra, junto con la fuga de Antonio Pérez a Gran Bretaña. Los protestantes hacían unos pequeños documentos, folletitos, en los que iba un grabado con las atrocidades que hacían, por ejemplo, los españoles en Amberes. Se ve a alguien atravesando cuatro bebés con una espada, a otro arrancándole la ropa a una mujer con la ciudad ardiendo al fondo... y al lado un texto explicativo. Esos pequeños folletos circulaban muchísimo y eran muy interesantes para los protestantes. A lo mejor se alistaban 10 hombres con cada folleto que sacaban. Era una forma primaria de usar la propaganda y de alentar la leyenda negra.
–¿Qué significa haber ganado el VI Premio de Novela Policía Nacional?
–Me hizo mucha ilusión recibir el premio. Siempre los logros que vas obteniendo te dan mucho gusto pero hay unos que ocupan un lugar especial en el corazón y este premio es uno de ellos. Me gusta mucho porque te lo otorga un jurado formado por policías –yo hago novela policiaca y de eso saben– y escritores. Es un premio muy valioso para mí. Además, tengo muy buenos amigos en el Cuerpo Nacional de Policía.
–¿'Pamfletten' dará pie a una segunda parte?
–De momento no lo creo. En casi todas las novelas que hago, a la gente le gusta el personaje protagonista y me piden más. Por ejemplo, de '1969' que el protagonista es Julio Alsina, me pedían una continuación y la he escrito. Se titula '1973' y aún no está publicada. También tengo la saga de Víctor Ros. No puedo estar haciendo siempre sagas porque si no, no habría cosas nuevas.
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