Francisco Gímenez Gracia, en su casa de Murcia. Este viernes presenta su nuevo ensayo, 'El fulgor del bronce'. ENRIQUE MARTÍNEZ BUESO
Escritor

Francisco Giménez Gracia: «A todos nos gustaría ser Helena de Troya, esa persona tan bella»

El profesor de Filosofía y ex director general del Libro durante la etapa del consejero Pedro Alberto Cruz presenta este viernes en Murcia 'El fulgor del bronce'

Viernes, 16 de diciembre 2022, 02:08

«Tuve tres paradas cardíacas, fui muy consciente de que me había muerto y eso te da mucha paz de espíritu», cuenta Francisco Giménez Gracia, ... madrileño nacido en 1961, profesor de Filosofía, escritor, amante de la novela gráfica japonesa, ex director general del Libro, Archivos y Bibliotecas en la etapa del consejero Pedro Alberto Cruz y actual responsable del sello editorial Tres Fronteras, dependiente de la Consejería de Cultura. Publica nueva obra, 'El fulgor del bronce. Literatura antigua y progreso moral' (Reino de Cordelia), un hermoso ensayo, tan culto y ameno como bien escrito y llamado a ser de los libros que procuras tener siempre a mano. Por sus páginas desfilan «los viejos héroes homéricos, la reina Tomiris, san Alejo Mendigo, los sabios del Talmud, un grupo de valientes samuráis y hasta algún rey de los vikingos». Apasionado de 'La Iliada' desde que descubrió a Homero a los 17 años, Giménez Gracia sostiene que «siglos antes de que apareciera la novela, la literatura antigua ya contaba con textos en los que fulgían como el bronce los ideales que aún hoy inspiran y promueven el progreso moral». 'El fulgor del bronce' se presenta este viernes, a las 19.30 horas, en el salón de actos del Real Casino de Murcia. Acompañaran al autor Juanjo Lara y Escarlata Molina.

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«Escribí este libro desde el entusiasmo de muchísimos años releyendo todos estos relatos maravillosos; creo, por ejemplo, que habré leído treinta veces 'La Iliada'», indica el también autor de obras como 'La cocina de los filósofos' y 'El espejo de la diosa'. «Es un libro muy escrito para mí, nunca tuve clara su publicación».

–¿Qué necesitaba?

–Explicarme, y escribiendo se explica uno a sí mismo muy bien las cosas, qué me había tenido enganchado a estos textos durante tantos años. ¿Por qué releía tanto la Biblia, especialmente el Antiguo Testamento?, ¿por qué releía tanto a Homero?, ¿por qué esa obsesión con esos textos? Tenía que explicármelo, y compartir lo escrito con algunos compañeros que han estado en el mismo camino que yo, leyendo a Homero desde los 17 años. Al final, lo ha cogido un buenísimo y primoroso editor [Jesús Egido], y parece que está gustando.

EXPERIENCIA

«Yo he estado ya al otro lado, y no está tan mal. Prisa no tengo ninguna por morirme, pero no le tengo miedo a la muerte»

–¿Por qué su enganche, sin ser creyente, con el Antiguo Testamento?

–Una cosa es no tener clara la fe, y otra no ver que esos textos son muy hermosos y que nos han constituido para bien. Estoy agradecido a haber nacido en una cultura que se ha criado en esa matriz textual tan prodigiosa como son los textos de los clásicos griegos y romanos y los de hebreos, que son nuestro fundamento cultural, moral y social.

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–¿Fe en qué tiene?

–Pues en el Real Madrid, por ejemplo [ríe]. No soy un hombre religioso, pero tampoco soy un ateo furibundo; con la edad llegas al escepticismo casi que con respecto a todo, y te conviertes más en una especie de conservador por escepticismo, por no tener confianza en casi nada y dudar de casi todo. Y, bueno, dejas las cosas como están mientras no surja algo mejor. Y eso me pasa un poco con la religión, no soy creyente pero conozco a gente creyente inteligentísima y me digo: 'Vete a saber'.

–Hábleme del Antiguo Testamento.

–Por ejemplo: el 'Libro de Job' es prodigioso, lleno de grandes interrogantes. Nos enseña a hacernos las grandes preguntas de la vida, también en ese tono escéptico. Y, en él, es la primera vez que vemos a la mujer considerada en pie de igualdad al hombre. El 'Libro de Job' termina nombrando a sus hijas y diciendo: 'Y heredaron junto con sus hermanos a la muerte del patriarca'. Eso es insólito escrito siglos antes de Cristo; las mujeres no heredaban en Inglaterra, que era el país más avanzado de Europa, en el siglo XIX. Y sin embargo ahí está el Antiguo Testamento instando a que la Ley, porque el pueblo hebreo es el pueblo de la Ley, ponga a las mujeres en pie de igualdad con los hombres en ese tema. La Biblia es un texto inagotable que está lleno de nombres, y eso es muy importante porque significa un esfuerzo, en una cultura tan antigua, por reconocer al individuo, y eso es enormemente emancipador.

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CLARIDAD

«Yo intento no perdonar, guardármelas bien guardadas y cobrármelas en cuanto pueda»

–Otra historia que le apasione.

–La de Moisés, la de ese pueblo que recibe una Ley, que tiene un líder que los saca de Egipto pero que cuando llegan a la Tierra Prometida el líder ya no va con ellos. Los deja solos porque tienen la Ley, y es la Ley la que los lidera, y yo creo que ese es el fundamento de todo Estado de Derecho. No ha aparecido un mito igual, tan rico: una historia de liberación a través de la Ley.

–¿Sería usted el mismo sin haber leído a Homero?

–Seguro que no, leerlo con 17 años fue para mí impactante. Nunca he leído nada que me haya conmocionado tanto, e incluso ha marcado mi vocación por las Letras; tengo que decirle que yo era muy bueno en Ciencias.

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–¿A qué personaje homérico le gustaría parecerse o incluso lo procura?

–Creo que el héroe moral de 'La Iliada' es Patroclo, y reconozco que durante toda mi vida he intentado ser él; y también me gusta mucho Diomedes, que es muy cumplidor, muy ordenado, muy obediente, muy leal...; está muy lejos de lo que yo soy. Patroclo es muy considerado, muy dulce, muy propicio; todo el mundo que conoce a Patroclo sale beneficiado de él, y a mí me gusta que mis amigos disfruten de mi amistad e intento cuidarlos como cuidaba él a los suyos. Ha sido para mí un ideal moral.

Saborear un 'whisky'

–¿Y un personaje femenino?

–A todos nos gustaría ser Helena de Troya, esa mujer por la cual se enfrentan dos continentes. ¿A quién no le gustaría ser esa persona tan bella? En fin, con no ser el porquero de Odiseo ya vamos bien [risas]. Pero conviene recordar que para los griegos, la belleza, hay que tenerlo en cuenta, no es solo un aspecto externo, sino también interno. La belleza y la bondad no van separadas. Esa excelencia de la belleza de Helena responde también a una belleza del carácter; nadie malo es guapo.

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–¿Cómo es hoy su relación con la muerte?

–No hace tanto que sufrí un 'infartazo' tremendo. Tuve tres paradas cardíacas y fui muy consciente de que me había muerto, y eso te da mucha paz de espíritu. Yo he estado ya al otro lado, y no está tan mal. Prisa no tengo ninguna por morirme, pero no le tengo miedo a la muerte.

–¿En qué ha cambiado su vida desde entonces?

–Cuando has pasado por una experiencia tan radical, sientes cada amanecer de otra manera, disfrutas de todo más, saboreas el 'whisky' y está más rico que antes, y quieres más a los que quieres de lo que los querías antes, y tus amigos te parecen más importantes...

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–...¿también ha cambiado con respecto a sus enemigos?

–¡Ah, no, no, eso sí que no, de ninguna manera! A mis enemigos no es que les tenga la misma manía que antes, sino más. Además, yo no soy de perdonar, porque hacerlo me parece de perezosos. Yo intento no perdonar, guardármelas bien guardadas y cobrármelas en cuanto pueda. Parezco, así, 'bondadosico' y poca cosa, pero tengo mi peligro [ríe].

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