Ginés Aniorte | Mamen Piqueras, Carmen Cantabella, Pepa Aniorte y Antonio Aráez aparecen en la portada de la segunda novela de Ginés Aniorte. Á. S.

Ginés Aniorte: «El futuro requerirá grandes reservas de equilibrio emocional»

El autor de 'Pandemia. 2044' está seguro de que «la ingeniería genética y los algoritmos pondrán todo patas arriba» en las próximas décadas

Viernes, 3 de julio 2020, 00:42

A Ginés Aniorte (Murcia, 1960) le sorprende que la humanidad no sea consciente «de lo que nos espera, de lo que está ahí ya». Podemos ... casi verlo, pero todos estamos tan ocupados en nuestras cosas que nadie parece dedicar tiempo a imaginar que en el futuro llevaremos nanochips implantados «para cosas buenas». En 2004 tuvo la idea de escribir esta obra, que hoy nos presenta con el título 'Pandemia. 2044' –barajó otro, 'La enfermedad de Claudio'–, «pero no me atreví a empezar a escribirla hasta hace dos años». Aniorte no se prodiga. Solo se asoma a este mundo a mil por hora si tiene algo que contar.

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–En los últimos meses ha pasado de todo, una pandemia incluso por si fuera poco, título de su último proyecto, iniciado antes de toda la crisis sanitaria. ¿En qué ha estado pensando en este tiempo?

–En el futuro, siempre en el futuro. Me sorprendo al comprobar que, aunque soy consciente de que estoy hecho de memoria, cada vez el pasado —que no es sino las miserias y los escombros de lo que una vez fuimos— me interesa menos. Pienso en los nuevos tiempos que nos acechan y en cómo el crecimiento exponencial de la tecnología va a cambiar nuestras vidas de un modo que acaso no podemos siquiera imaginar. Pienso en los niños de hoy que vivirán en un mundo muy diferente al de ahora. Si yo fuera padre, estaría muy preocupado. Estoy seguro de que los algoritmos y la ingeniería genética pondrán todo patas arriba, y de que los políticos se aprovecharán de ello, socavando la libertad individual hasta extremos impensables. De eso trata mi novela y sobre eso pienso últimamente. Creo que se requerirá mucha flexibilidad mental y grandes reservas de equilibrio emocional para enfrentarse a la transformación que está a punto de producirse.

«Es diferente por la intertextualidad y la presencia constante de Montaigne y Shakespeare»

–En esta historia traslada al lector a 2044, nueve años después, según su predicción, de la extinción del papel. Además, hay macrosimuladores cuánticos que han sustituido a la clase política, y nos encontramos con que existe un Banco de la Verdad. ¿Qué función tiene ese banco?

–Como, en general, nuestras opiniones se basan en reacciones emocionales y los medios manipulan nuestros sentimientos, quiero pensar que para entonces habrá un Banco de la Verdad que custodie los hechos tal y como han sucedido, y, claro, solo una máquina sin conciencia podría hacer eso. Probablemente, la inteligencia artificial se encargue de decirnos qué es verdad y qué no lo es. Es muy triste aceptar este hecho como una necesidad, pero actualmente no hay manera de saber qué es cierto y qué no lo es.

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–En 'Pandemia' vemos que el mundo no se parece en nada al que vivimos hoy. ¿Cuál es su mayor temor respecto al futuro?

–Me resulta gracioso que se tache de «lunáticos» a quienes hoy hablan de nanochips fluyendo por nuestro torrente sanguíneo. La nanotecnología es algo desconocido para la inmensa mayoría de mortales, ocupados en asuntos más frívolos, pero ahí está: pregunten a expertos. No será en 2020, pero en 2044 estoy seguro de que estaremos familiarizados con los nanochips. En mi novela los llevan en el cerebro y los políticos, que han delegado en los macrosimuladores cuánticos la gobernación de los estados, manejan a la masa con ellos.

–'Los caminos de tu nombre' (Renacimiento, 2018) fue su primera novela. Una obra monumental en la que los miembros de un clan familiar parecen más enemigos que amigos. La familia, como institución, ha variado mucho, siempre parece estar en metamorfosis. ¿Qué importancia tiene para usted?

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–La familia es importante incluso para aquellos que niegan su importancia. Son las raíces que nos sostienen y por las que nos nutrimos. Como la mía ha ido menguando hasta volverse minúscula, hace mucho tiempo que incorporé a ella los libros. Ahora hay escritores y escritoras que forman parte de lo que siento mío y a los que considero parientes muy próximos.

«Me sorprende que la verdad y la mentira vayan cogidas de la mano y transiten por el mismo camino»

–En los últimos dos años ha vivido a caballo entre Marruecos, Madrid y Mazarrón. ¿Qué ha encontrado en cada lugar?

–Tarde he descubierto que todas las ciudades son la misma ciudad porque las personas que las habitan son también la misma persona. Esto no es ni bueno ni malo. Es así, sencillamente. Tánger me trasladó a los días de mi infancia. De Madrid prefiero no hablar; las grandes ciudades, por ser grandes, hacen que la mediocridad se vea aún más. Y Mazarrón es lo que me quedará siempre.

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–Esa visión tan apocalíptica del mundo se traslada a todos los órdenes, ¿qué cree que quedará en unas décadas de la literatura de hoy? ¿Qué libros sobrevivirán el paso del tiempo?

–Al tiempo no sobrevive nada. Pero tal vez Dante, Shakespeare, Cervantes, Yourcenar, Montaigne, Borges, los clásicos... Tal vez. De lo demás estoy seguro de que no quedará mucho. El problema es la cultura y la educación utilitarias que tenemos hoy y que doy por hecho que seguiremos teniendo siempre. De todo esto también hablo en mi novela. Vivimos una época en que no distinguimos la literatura de lo que no lo es, y, claro, en esa confusión acabaremos olvidando incluso a los que he mencionado.

Apariciones estelares

–Para este proyecto, 'Pandemia', ha colaborado estrechamente con la actriz Pepa Aniorte, la artista Carmen Cantabella y la poeta Mamen Piqueras, a las que vemos en portada junto a Antonio Aráez. Es una obra diferente a la que plantea en su trayectoria como autor, ¿dónde está la mayor innovación y cómo ha encajado el lector que solo esté disponible en versión digital (23 euros en Amazon)?

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–Estoy muy agradecido a las personas que han colaborado conmigo, así como a Álvaro Sánchez, el artista que ha hecho un excelente trabajo con los fotomontajes. Y sí, esta novela es diferente a todo lo anterior porque el libro es un divertimiento y, ante todo, una apuesta. Sin embargo, no creo que a estas alturas podamos innovar nada. Mi novela tiene mucho de ensayo y encontramos en ella más de ochenta fotografías. Es diferente también por su intertextualidad, por la presencia continua de Michel de Montaigne y Shakespeare. Las protagonistas se han incorporado una prótesis cognitiva a su nanochip transcraneal, a la que han añadido toda la obra de estos escritores, y, así, cuando hablan, van «soltando las perlas» de Montaigne y Shakespeare. Creo que resulta divertido y enriquecedor.

–¿Qué planes tiene este verano? ¿Dónde lo vamos a encontrar?

–Mis planes son el gimnasio de mis amigos Plácido y Pepi, leer y escribir. Quiero volver a la poesía y tengo una nueva novela en mente, así como un libro de memorias. Entre todo esto y la paz que procura Mazarrón espero pasar estos meses de calor.

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–No parece ser un tipo asustadizo con el rumbo de los acontecimientos, ¿pero qué es lo que más le sorprende de la actualidad?

–No sabría decirte. El problema es que ya no me sorprende nada o casi nada; es lo malo de ir cumpliendo años (o lo bueno). Quizás que, a estas alturas, nos dejemos engañar por nosotros mismos al considerar injusto lo que no nos favorece, a entender que un rumor es un hecho si ello nos procura beneficios. Me sorprende que la verdad y la mentira vayan cogidas de la mano y transiten por el mismo camino. Y que no nos preocupe como debiera.

–¿Por dónde empezaría a releer su biblioteca si volvieran a confinarnos?

–Por Marguerite Yourcenar, Michel de Montaigne, Thomas Bernhard... No me canso de volver a ellos.

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