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No muchos saben que en 1802 el corregimiento de la ciudad de Murcia pagó 6.000 reales a Francisco de Goya por un retrato del generalísimo Manuel Godoy (1801-1808), aliado de Napoleón, que estuvo expuesto en la Sala Capitular del Consistorio murciano al menos seis años, y cuyo paradero hoy se desconoce. Santiago Delgado (Murcia, 1949) recurre a la novela, género literario con el que da rienda suelta a su vena historiográfica, y fantasea con la idea de que ese Godoy de Murcia acabara un siglo después hundido con el 'Titanic'. En 'El Goya del Titanic' (MurciaLibro, 2023), Delgado recuerda que al caer Godoy en marzo de 1808, las masas enardecidas de detractores asaltaron, incendiaron y robaron sus propiedades en Aranjuez y en Madrid, «y temiendo que suceda lo mismo con el cuadro de Goya, el Ayuntamiento murciano decide retirarlo». Pudo ser escondido en los calabozos del edificio, que había sido sede de la Audiencia.
Entonces Goya ya había pintado (1801) el retrato de Godoy [en marzo de 1808, a raíz del motín de Aranjuez, es derrocado] que exhibe la Real Academia de San Fernando de Madrid y ya era pintor de la Corte de Carlos IV. «Si no fuera ya Goya, de Murcia no iban a ir a encargarle una obra. Fue un acto de servidumbre y de ridículo servilismo total», sostiene Delgado, para quien la gracia de aquel Ayuntamiento estaba en que tenía dos obras de Goya: el retrato de Godoy que sigue en paradero desconocido tras ser escondido y el retrato que Goya pintó en 1783 del murciano José Moñino y Redondo (Murcia, 1728-Sevilla, 1808), el poderosísimo Conde de Floridablanca [primer secretario de Estado bajo el reinado de Carlos III y Carlos IV].
Delgado está convencido de que el Godoy de Murcia nunca llegó a salir de la ciudad. «Hoy debe de estar donde la escondieron», dice sin temor a duda. «Porque el tiempo siguiente a Napoleón [rey de España (1808-1813)] fue el de Fernando VII [rey de España (1814-1833)], que era el máximo odiador de Godoy, de modo que no había motivos para sacarlo de donde estuviera. Así sería todo el reinado de Fernando VII hasta 1833. Y ya habría pasado bastante tiempo como para que la gente se olvidara. Se dice que lo robó Fulano y Mengano, pero Francisco Javier Salmerón Giménez ya demostró [en el libro 'La desaparición en la ciudad de Murcia de un retrato de Godoy realizado por Goya', coeditado en 2021 por la Real Academia Alfonso X y la Fundación Cajamurcia] que no es posible. Todas las teorías de dónde ha ido el cuadro no son posibles porque, ya Salmerón Giménez dice que no hay ningún indicio sólido que pueda identificar a una persona que pudiera sustraerlo del Ayuntamiento de Murcia para sí mismo o para otros, y tampoco hay ninguna información sobre su posible destrucción».
Suponiendo que «algún vivales» se lo hubiera llevado, superando el miedo a tener un Godoy, «en 200 años algún descendiente de ese payo lo hubiera vendido en algún momento, y estaría en algún museo. De modo que si no está en ningún sitio es que está ahí», insiste el autor de 'El Goya del Titanic', que fabula, ya en el terreno de la ficción, con que «la única persona honrada» que puede salvar ese cuadro es Floridablanca.
La novela es, según Delgado, «un recorrido por la historia de España del siglo XIX». Mientras en España se vive en ese tiempo «la culpa, el secreto, la venganza, las cosas oscuras de la España negra», en Francia todo es fanfarria y pompa. «Yo me he dedicado a investigar, pero, sobre todo, a imaginar. Investigaba lo que la imaginación me pedía». Un periodo que ya había abordado «en algún cuento y en algún artículo». Pensar que el Godoy de Murcia acabara embarcado en el 'Titanic' con destino al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York es rizar el rizo. «Por primera vez», dice entre risas Santiago Delgado, «me ha venido la cosa comercial y es que es factible, porque yo soy novelista y no historiador. Para hacer un ensayo histórico me falta mucha madera, no tengo esa capacidad. Pero a mí me gustaba mucho la novela de un cuadro pictórico, y siempre tuve esa cosa, pero me faltaba confianza en mí, y este es el momento».
«Me imagino que el Godoy de Murcia es un cuadro hecho sin gana, como hizo cien, porque todo noble de Aragón tenía su cuadro de Goya, y todo personaje importante de Madrid también. Sería un cuadro adocenado, pero de Goya, claro». No hay ni una reproducción de la obra original, ni una descripción, de modo que todo está abierto a especulaciones. Sí que está el recibo del encargo del Ayuntamiento. Entre los personajes que aparecen en la novela encontramos a Antonete Gálvez, al marchante francés Vollard –amigo de Picasso, cuya 'Suite Vollard' se muestra estos días en Las Claras–, y Narum Pires, «un avispado judío» experto en relaciones irregulares, y hasta una alcaldesa de Murcia de nombre Fuensanta Gunnarsson.
Delgado, secretario de la Academia Alfonso X El Sabio y presidente de la Asociación de Protectores y Amigos del Museo de Bellas Artes de Murcia, prepara nueva novela sobre Jerónimo de Ayanz [militar, pintor, cosmógrafo, músico e inventor] y, si se anima, sobre la pintora murciana Paquita Dupar, discípula del pintor rococó Van Loo, de la que el Palais Longchamp de Marsella expone cuatro obras.
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