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Pedro Alberto Cruz. MARTÍNEZ BUESO
Pedro Alberto Cruz: «Amo a los animales»

Pedro Alberto Cruz: «Amo a los animales»

El profesor de la UMU, poeta y crítico de Arte presenta este miércoles su nuevo poemario, 'Un minuto más o menos', en el Hemiciclo de Letras de la UMU

Martes, 14 de febrero 2023

Atención a la poeta Vega Cerezo, que anima a disfrutar del descarnado y nada tibio nuevo poemario de Pedro Alberto Cruz como lo hacemos con «las piedras raras que recogemos en la orilla de una playa o en el margen de un río, atraídos por una belleza que deslumbra entre otras miles de piedras de naturaleza similar». A lo que añade: «La anomalía, la que fuera o fuese que las modificó, las hace singulares, únicas».

Pedro Alberto Cruz (Murcia, 1972), profesor de la UMU, poeta, crítico de Arte y controvertido exconsejero de Cultura y Turismo designado por Ramón Luis Valcárcel, presenta este miércoles 'Un minuto más o menos', editado por Raspabook. Lo hará, a las 19.00 horas, y acompañado por Isabelle G. Molina, en el Hemiciclo de la Facultad de Letras de la UMU. En la portada, su gato Ufo aparece dentro de un reloj de arena.

–¿Por qué la destacada presencia de su gato en este poemario?

–Es una suerte de diario en el que plasmo experiencias de mi día a día, y muchas de ellas suceden en mi casa, en la intimidad del hogar. Ahí aparece Ufo, mi compañero felino, con el que comparto muchas cosas y tanta compañía me hace. Además, su presencia me hace tomar conciencia de muchas cosas. En algún poema, gracias a él incluso me hago consciente tanto de la vida como de la muerte.

–¿Qué ocupaba su cabeza y sus instintos durante la escritura de 'Un minuto más o menos'?

–Esta colección de micropoemas está llena de dolor sin refinar, sin desbastar. Tal y como lo sentía en el pecho, en mi piel, en mis labios. Hay también rabia, pulsión sexual, soledad, duelo, denuncia política. Existe semen derramado en soledad, derrota; esa situación en la que –como Aute describió lúcidamente– 'nace un muerto'.

«Ahora, mi terapeuta me anima a que introduzca algo de caos en mi vida»

–Cuenta en este libro una decisión que tomó con 10 u 11 años, tras despertarse e ir al cuarto de baño: 'Había un tipo desnudo, cagando y fumando un porro. En ese momento decidí morir poco a poco, productiva y conservadoramente'.

–Me resultó tan excesivo y abrumador todo que decidí introducir orden en mi vida. Soy muy disciplinado en mis quehaceres diarios; me refugio en la rutina para combatir el caos y tener la sensación de cierto control en mi vida. Ahora, mi terapeuta me anima a que introduzca algo de caos en mi vida, a que transgreda algunas de mis rutinas para enfrentarme vitalmente a la incertidumbre.

–El tiempo.

–Lo pasé mal cuando, el pasado diciembre, se acercaba mi 50 cumpleaños. Sentí el paso del tiempo de una manera desgarradora. Siempre le he tenido mucho miedo a la muerte. Y, mientras el tiempo transcurre, me siento muy joven –física y mentalmente, ahora mejor que nunca–. En este momento, esa gran crisis que experimenté hace un par de meses ya la he superado.

–El desamor, de nuevo en otro poemario suyo.

–El desamor es cómo vivir una muerte. Lo he pasado muy mal durante unos meses y, con la perspectiva que tengo ahora, me he convencido a mí mismo de que nunca más voy a sufrir de esa manera. Primero porque me he trabajado mucho para protegerme; y, en segundo lugar, porque tengo mucho más claro a qué tipo de persona acercarme. Es duro llegar a la conclusión de que alguien con quien has estado muchos años conviviendo no es la persona que tan bien creías conocer. Es más, te llegas a plantear si en verdad era buena gente. Ahora solo estoy con quien, en su complejidad, nada esconde y todo es luz.

«Este poemario habla de soledad, y un indicador de esta soledad era mi actividad sexual»

–La política.

–Estoy y estaré con aquellos partidos políticos que defienden el feminismo, que luchan contra el racismo, la xenofobia, la aporofobia, la LGTBIQfobia, que ayudan a las rentas más bajas.... Por el contrario, combatiré con el último gramo de mi energía aquellas formaciones que se enfrentan al feminismo, que no reconocen la violencia machista, que predican el odio y, a través de él, expanden el racismo, la xenofobia, la aporofobia, que se oponen a un salario mínimo digno porque consideran que debilita la economía... Mis principios son muy básicos: derecho a la diversidad, justicia social y amor.

–¿Por qué es tan explícito hablando de su propia sexualidad, sobre todo en solitario?

–Cuando en un poemario como 'Un minuto más o menos' decidí sumergirme en mi cotidianeidad, la primera decisión que tomé fue hacerlo sin filtros, ampliando el espectro de tal 'cotidianeidad' hasta abarcar cada aspecto de mi vida, también la sexualidad. Este poemario habla de soledad, y un indicador de esta soledad era mi actividad sexual –que, durante toda su redacción, se limitó a varias escenas de masturbación–. No quería edulcorar nada ni utilizar eufemismos. Quería expresar la realidad en bruto por más que esta resultara soez.

Sin matices

–¿Qué es público y notorio?

–Mi posicionamiento contra la ultraderecha. Sin matices.

–Su poema '81.39' es un himno a los animales...

–... amo a los animales. Para mí representan el amor incondicional, la pura ingenuidad que lo salva todo. Me encantaría ser más proactivo en la defensa de sus derechos y en su cuidado, trabajar como voluntario en un refugio, por ejemplo. Pero no podría: en el momento en que viera a uno morir, me vendría abajo y entraría en depresión. Soy de pasta muy blanda.

–¿Asume que su poema '90.30' puede herir la sensibilidad de muchos católicos?

–A los católicos de verdad y coherentes, inspirados por las palabras de Cristo y, en concreto, por el 'amarás a tu prójimo como a ti mismo', no les herirá su sensibilidad. A los católicos de postureo, que, cuando salen de misa, despliegan su arsenal racista y aporofóbico y quieren a los pobres fuera de su barrio, a esos sí les va herir. Y me alegro de que así suceda. Que un católico vote a la extrema derecha es un insulto a los Evangelios.

–Escribe: «Bajo mi lengua, antes, estaba la tuya. Ahora disuelvo una pastilla de Orfidal tres veces al día». ¿Estamos hablando de poesía de la experiencia?

–No sé cómo tildarlo. Pero desde luego es una experiencia jodida que he vivido durante muchos días. Quizás sí: estamos hablando de poesía de la experiencia.

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