Amante de la ficción futurista y distópica, del ensayo, el cómic y la música escandinava, el creativo murciano y codirector del estudio Rubio & del Amo, junto a Guillermo Rubio, continúa desarrollando la imagen corporativa de la Universidad de Murcia tras haber renovado su logotipo institucional.
«Suelo leer ensayos. Muchas de las cosas de las que habla 'Sapiens' me las llevo a mi día a día. Refleja la capacidad que tiene el ser humano para fabular relatos que envuelvan a muchas personas, lo que nos ha llevado a construir sociedades, ciudades, en algunas ocasiones guerras. Otra de mis grandes pasiones son los cómics y las novelas gráficas, es lo que más leo al año. Me encantan autores como Daniel Clowes, Marjane Satrapi o Frederik Peeters. Uno de mis favoritos es 'Aaama', que tiene varios volúmenes y presenta un futuro distópico en el que la tecnología se rebela contra la humanidad y vuelve a imponer el orden de la naturaleza. Tiene un punto Lynch. Mis fuentes son la Biblioteca Regional, de donde he sacado auténticas perlas, y Wallapop, donde compro de segunda mano».
«Escucho bastante música y muy variada. Uno de los dos componentes de Kings of Convenience, Erlend Øye, tiene un disco en solitario grabado con un grupo italiano, La Comitiva, en el que está este tema. Es súper alegre, ideal para entrar al verano y ponértela durante un aperitivo, con un anisete con agua y mucho hielo o un vermú. Tiene otro grupo en paralelo, The whitest boy alive, muy bailable y más funky. Para los momentos de bajón, recomiendo Cobalt, un grupo escandinavo, y concretamente 'Who Will Bail Me Out'. Empieza suave y vas poco a poco subiendo con la voz hipnótica del cantante. Tiene unos cambios de ritmo muy potentes».
«Últimamente veo más series. Hace poco, y me ha gustado bastante, he visto 'Dejar el mundo atrás', película post apocalíptica en la que un tipo se va un fin de semana con su familia a una casa alquilada a las afueras de la ciudad y de repente como que se acaba el mundo: se cae la red y empiezan a pasar cosas. Visualmente es muy potente, está narrada muy poco a poco, y los actores me encantan. Es una de esas pelis que te van poniendo nervioso, al estilo de 'Los pájaros' o 'Vértigo', porque siempre hay un elemento que genera estrés y la película juega con eso. La primera que vi en el cine con mi padre fue 'El imperio del sol', y se me clavó bastante. En mi época de la universidad íbamos mucho al cinefórum que organizaba la Universidad de Murcia, y vi títulos que me impactaron como 'Terciopelo azul' o 'Corre, Lola, corre'».
«No soy de refugiarme en ningún sitio para evadirme, estoy bien en mi casa y en mi barrio. Disfruto el día a día, pero me encanta viajar. El año pasado fui a Japón con mi chica y mis hijos, y es el mejor viaje que voy a hacer en toda mi vida. Me encantó, es una experiencia totalmente inmersiva porque resulta muy complicado comunicarte –muy poca gente habla inglés–. La cultura, los gestos, la comida… es un viaje en sí, con ese concepto del tapeo, parecido al nuestro, en el que vas a una taberna a probar una cosita y otra y otra con tu sake o tu cerveza. Tienes que echar mínimo diez días. Estuvimos en Tokio, en Osaka, en Kioto, en una playa cercana a Tokio, y lo que más me gustó fue la parte rural».
«Uso las redes por tema profesional, con los perfiles del estudio, sobre todo Instagram y LinkedIn, pero no las utilizo demasiado. Me dan mucha pereza. Personalmente tengo X, en la que al menos puedes pararte a leer algo, y también Instagram, aunque es un continuo 'scroll', porque cuanto más lo usas más se depura para que te quedes más tiempo ahí. No me gustan nada, son como máquinas para dejarte encerrado, atrapado; es como mirar el fuego, que te quedas embobado… aunque con el fuego te quedan al menos las ideas que has ido rumiando.»
«Una marinera es difícil de superar, y la que hacen en el Bar Condomina, más difícil aún. Tienen una anchoa de palmo, de nivel superior. La marinera tiene que ir con su Estrella Levante sí o sí. La tapa buena es también la que me tomo en el campo o en la playa, con unos amigos: unos pimientos picantes rellenos de pastel de cabracho o de queso azul con un vinito blanco».
«Es un clásico para toda la vida, una serie muy gamberra. La vi en su época en la tele, la repesqué hace 15 años y la vi entera con mi chica antes de casarnos, y ahora estoy volviendo a verla con mis hijos. Es tipo 'high school' estadounidense, con una familia que es un auténtico desastre y personajes antihéroes. La ves en diferentes épocas de la vida y te identificas primero con los hijos, ahora con los padres, y sigue funcionando. Hace poquito me ha encantado 'Ripley', un thriller psicológico rodado impecable, con una fotografía alucinante y música muy bien casada. Te dan ganas de viajar a Italia, con esas pinceladitas de historia del arte y de Caravaggio. No sabes si identificarte con el personaje principal y solidarizarte o si te resulta totalmente despreciable porque es un crápula. Provoca sentimientos encontrados».