Juan José Tamayo: «La reforma que quiere Francisco no ha llegado todavía a España»
'¿Ha muerto Dios?' es el título de la conferencia que hoy pronunciará el teólogo en Cieza, en el Aula de Cultura de Cajamurcia
No fue el de ayer un buen día para él: la muerte, que no perdona, le arrebató a un familiar. La vida, que vuela. Pero atendió con la máxima amabilidad a 'La Verdad'. Siente un especial afecto por esta Región, cuyas comunidades cristianas de base le agradecieron el pasado 15 de abril, regalándole un cálido homenaje, los treinta años que lleva, como él dice, «acompañándoles». Se lee en 'El cantar de los cantares': «Yo dormía, pero mi corazón velaba». Teólogo, filósofo y director de la Cátedra de Teología y Ciencias de la Religión de la Universidad Carlos III de Madrid, Juan José Tamayo (Amusco, Palencia, 1946) ofrecerá hoy en Cieza -Aula de Cultura de Cajamurcia, a las 20.15 horas- la conferencia titulada '¿Ha muerto Dios?'.
-
Quién Juan José Tamayo.
-
Conferencia '¿Ha muerto Dios?'.
-
Dónde Aula de Cultura de Cajamurcia, en Cieza.
-
Cuándo Hoy, a las 20.15 horas.
-
Organiza Foro por el Pensamiento y el Diálogo.
-¿Dios ha muerto?
-Eso dijo Friedrich Nietzsche hace ya siglo y medio. ¿Ha muerto Dios? Lo cierto es que se está produciendo un avance de la increencia religiosa en nuestras sociedades secularizadas, y que se cierne por doquier la ausencia de Dios; pero, al mismo tiempo, estamos asistiendo a otro fenómeno, para mí tan preocupante o más, que es el de las diferentes metamorfosis de Dios. Posiblemente, el Dios de las religiones monoteístas haya muerto, pero se está reencarnando, está sufriendo diferentes transformaciones.
«El dios del mercado exige sacrificios de seres humanos y de la naturaleza, y ordena matar a cuantos se resistan a darle culto»
-¿Qué transformaciones?
-Le hablaré de tres, las más destacables: el Dios de las religiones monoteístas se ha transformado en el dios del mercado, en el dios del patriarcado y en el dios de los fundamentalismos, y eso me parece un fenómeno muy preocupante. Ha muerto Dios pero resurgen dioses, muchas veces de paisano, que no quieren presentarse como tales pero que en realidad están heredando los viejos atributos que asignábamos a Dios en el Catecismo, en la teodicea y en la propia teología. El atributo de la omnipotencia, de la omnipresencia, de la omnisciencia, de la providencia, se ha trasladado, ¿qué duda cabe?, a estos otros dioses que le he indicado. El Dios de las religiones monoteístas, que ha marcado toda una trayectoria histórica en Occidente y en los países orientales de mayoría musulmana, podemos decir, incluso, que se ha reencarnado, y esa 'reencarnación' de Dios en estos tres fenómenos es mucho más preocupante, insisto, que el Dios de las religiones monoteístas.
«Para mí, el gran escándalo de la Iglesia Católica, y desde hace ya siglos sin que haya cambiado nada, es la marginación de que son objeto las mujeres»
-¿Y a qué nos conduce esto?
-A la idolatría, que exige un precio muy alto. Ese dios del mercado, por ejemplo, es enormemente celoso, no admite rival, y dejará claro que fuera del mercado no hay salvación. Además, ese dios del mercado exige sacrificios de seres humanos y de la naturaleza, y ordena matar a cuantos se resistan a darle culto. El dios del neoliberalismo da órdenes implícitas de que todo aquello que no se atenga a las leyes del mercado, de la acumulación de bienes y de la competitividad, debe desaparecer.
-Con respecto a la Iglesia Católica, ¿ve motivos para la esperanza?
-Puedo decirle que donde yo sí veo buena salud, y motivos para la esperanza, es en todos los movimientos cristianos de base. Y también me parece esperanzador el cambio que está llevando a cabo el papa Francisco, no tanto dentro de las instituciones de la Iglesia, donde creo que las reformas van muy lentamente y tienen muchas dificultades de prosperar, cuanto en el terreno político, en el campo moral y en las relaciones internacionales y el análisis crítico del capitalismo; ahí si observo, realmente, profetismo, ejemplaridad y una actitud moral que me parece que está dando unos excelente resultados. El papado de Francisco va en una dirección bien diferente a la de los anteriores papas, que se centraban sobre todo en la ortodoxia, en una moral represiva, y en un tipo de Iglesia que reclamaba el rigor disciplinar.
Víctimas
-¿En qué consiste ese cambio al que se refiere?
-Francisco, lo primero que hace es interesarse por los problemas de la gente, por la realidad, y preocuparse por aquellos sectores más vulnerables de la sociedad, por todos aquellos que son víctimas del modelo económico capitalista: el mundo de la juventud sin trabajo, el de las personas mayores solas y sin apoyo de las instituciones, el mundo de las prisiones...; se interesa verdaderamente por los sectores que sufren, de manera más acusada, las consecuencias de esta economía excluyente. Pero la jerarquía española ya es otra cosa, lamentablemente.
«Donde yo sí veo buena salud, y motivos para la esperanza, es en todos los movimientos cristianos de base»
-¿Por qué lo dice?
-La reforma que quiere Francisco no ha llegado todavía a España, no ha pasado los Pirineos. Es cierto que hay obispos que se declaran 'franciscanos' y seguidores de él, pero creo que más que por convicción, lo hacen por obediencia y por estrategia. Las prácticas de un sector muy importante de la jerarquía española van en una dirección muy distinta de la que marca este papa. No veo yo que haya, para nada, una denuncia de los males del sistema; más bien, les veo preocupados por cuestiones internas, como la enseñanza de la religión o la financiación. Están como muy centrados en cuestiones endogámicas y en asuntos morales muy restrictivos, cuando el gran problema de fondo por el que tendrían que preocuparse es la situación de desigualdad creciente que se está produciendo en nuestra sociedad. Y no veo yo que eso les preocupe.
-¿Cuál es la principal dificultad que tiene Francisco para llevar a cabo reformas internas en la institución?
-Está claro: un sector importante del clero, un sector importante de la jerarquía eclesiástica y, sobre todo, la curia romana, que es donde están sus verdaderos adversarios; Francisco les dice que ya no son príncipes de la Iglesia, sino servidores de la comunidad cristiana, y eso les desmonta totalmente, no les interesa; se resisten a perder los privilegios que históricamente han tenido.
-¿Qué le resulta escandaloso?
-Para mí, el gran escándalo de la Iglesia Católica, y desde hace ya siglos sin que haya cambiado nada, es la marginación de que son objeto las mujeres. Eso me parece no solo un escándalo, sino la mayor contradicción porque va en contra del movimiento de Jesús de Nazaret, que es el punto de partida de la Iglesia y que fue un movimiento igualitario de hombres y mujeres, sin discriminación por razones de género. Creo que eso es lo que más desacredita hoy a la Iglesia Católica, donde las mujeres siguen estando discriminadas y siendo una mayoría silenciada.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.