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alberto toribio
Sábado, 27 de agosto 2022, 00:31
El Museo Arqueológico Municipal de Águilas está a punto de cumplir 22 años. Inaugurado en noviembre del 2000 y ubicado en la calle Conde de Aranda, este túnel de la historia destaca por su exposición de piezas de época romana, aunque también dedica espacio a la prehistoria, la época medieval de ocupación islámica o a la modernidad, cuyo eje central es el Castillo de San Juan de las Águilas. Fue creado con el objetivo de conservar, proteger y exponer el patrimonio local, además de realizar labores de divulgación e investigación.
Juan de Dios Hernández García, arqueólogo y director del Museo, guía a LA VERDAD por las partes más singulares. Comienza destacando la vitrina de 'Supersticiones y religión', con la capsella de plata, procedente de las proximidades de la población de Portmán (La Unión). «Es un amuleto, de la época de Agusto, que ponían a los niños hasta llegar a la pubertad para protegerlos de los males de ojo y de las desgracias», explica. Se data entre finales del siglo I a.C. e inicios del siglo I d.C. y es una base circular en la que se encuentran dos caras sujetas al aro mediante una pestaña. A su lado se sitúan otras piezas, como el mango de una navaja (siglo III) o un amuleto fálico (siglo IV), el cual se consideraba que tenía propiedades de fecundidad.
Una de las colecciones más importantes que se conservan en el Museo es la dedicada a la pesca y a los salazones. «En el yacimiento de isla del Fraile hay una factoría romana. Seguiremos con las excavaciones en la tercera campaña», apunta Hernández. Casi después de 70 años, los trabajos de excavación en la isla se volvieron a reanudar en 2020, y se han hallado auténticos tesoros arqueológicos. «Con el material conseguido en los últimos años tenemos para hacer una exposición permanente como tres veces más grande de lo que mostramos aquí ahora mismo», indica.
A pesar de que la muestra del material obtenido en el Fraile es mínima todavía, el director afirma que se están obteniendo «piezas buenísimas vinculadas a la producción de salazones y ánforas completas».
En la isla del Fraile están apareciendo envases de producción local pero, a su vez, también se están recuperando ánforas de procedencia africana llenas de salazón, con lo cual, el investigador cree que «la isla, al margen de ser un centro de producción, también lo era de importación y redistribución». En el espacio se muestra una gran ánfora procedente del Fraile. Se conservan doce más como esa, que es «solo un ejemplo» de lo que están encontrando en el islote.
El Museo guarda un fragmento de mosaico de pavimento de teselas (del siglo IV o V), procedente también de la isla del Fraile. Normalmente se realizaban a partir de diferentes tipos de piedra, pero este es de pasta vítrea, lo que lleva al experto a pensar que «se utilizaba para decorar bóvedas y paredes, es decir, alzados más que suelos». Probablemente se empleaba para conseguir efectos cromáticos más vivos. Esto demostraría, según el director, que en la isla, además de las partes industriales, también habría construcciones «más suntuosas». «Todavía no lo sabemos, porque no hemos llegado a esas excavaciones, pero sí nos aparece el mosaico allí es porque tenemos ese elemento», subraya.
Entre el conjunto de materiales vinculados a la pesca destaca la colección de anzuelos. Entre ellos hay uno especialmente grande (del siglo III o IV). Se distinguen cuatro partes: la cabeza, por donde se sujeta el sedal, el gancho circular, la punta y el arponcillo, de forma triangular. «Se ven incluso restos del hilo, en ese caso lino, de color verde -señala-. Normalmente utilizaban el lino y el crin de caballo; el pelo de este animal es fortísimo y tiene gran aguante».
Una de las piezas más anecdóticas y curiosas que se exponen son los restos de la cubierta de una tumba, donde se ven perfectamente las huellas del hombre que hace 1.500 años que se encargó del enterramiento. El sepulcro tenía un túmulo, y debajo de este aparecieron la cal y los ladrillos. «Lo curioso -incide Hernández- es que nos aparecieron en la cal de arriba las huellas de la persona que estuvo enterrando, que tendría un número 41. El pie izquierdo parece que es más grande, pero porque lo mueve».
El tesoro arqueológico más antiguo que hasta el momento se exhibe de Águilas, es una vasija ovoide de doble asa con fondo convexo. Se halló en la cueva C6 de Cabo Cope. «La cueva -cuya entrada ahora no se realiza por donde lo hacían en su momento- tiene dos lagos interiores, con estalactitas y estalagmitas, y ahí aparecieron los restos», explica el director del Museo. Data del periodo del Neolítico Final (3.000 a.C. aproximadamente), y se encontró debajo de los lagos, a una profundidad de 4 metros. Como estas, verdaderas joyas del pasado que ahora se exponen en un museo con entrada gratuita.
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