Las escritoras Amanda Junquera y Carmen Conde. PATRONATO CARMEN CONDE
Literatura

Carmen Conde, consternación y estupor

Lo primero que hacen las dictaduras es corromper con su terror toda condición humana. No digamos mañana que no conocíamos su rostro

Sábado, 25 de noviembre 2023, 08:25

La lectura del formidable ensayo de Domingo Ródenas 'El orden del azar. Guillermo de Torre entre los Borges' (Anagrama, 2023) no tiene únicamente interés por hacer justicia al papel literario desempeñado por De Torre, cuñado de Borges, casado con la pintora Norah, que estuvo en ... el nacimiento de Austral y de Losada y fue fundamental en la comunicación entre españoles del exilio republicano y argentinos. Informa el ensayo, y por tal cosa lo traigo aquí, de situaciones estremecedoras vividas por poetas e intelectuales durante la Guerra Civil. Una de las sorprendentes es el abrazo sin tapujos que hace Carmen Conde a la dictadura del Caudillo Franco, en su correspondencia con doña Leonor Azevedo, madre de Jorge Luis y Norah Borges. Como lo dicho por ella resulta una sorpresa nada agradable, reproduzco literalmente lo que Domingo Ródenas ofrece ente comillas de la carta que Carmen Conde envió a la madre de Borges el día 11 de octubre de 1939 y que figura en las páginas 496 y 497 del citado libro: «Algunas de las cartas que llegaban a Anchorena producen estupor, como la que Carmen Conde mandó a doña Leonor el 11 de octubre, tras enterarse de que Norah y Guillermo estaban a salvo en Buenos Aires. Torre tuvo que sentir consternación al leer 'Siempre creímos que cuando venciera nuestro Caudillo bendito podríamos viajar y conocer otros países. ¡Qué ilusión por Italia y Alemania, Dios mío!'. Y remataba con un exclamativo Año de la Victoria. Tres semanas después—añade Ródenas— la poeta murciana volvía a dar pábulo a la consternación. Y pone entre comillas un fragmento de otra carta: 'Por aquí todo va magníficamente, ¡Viva España, Viva su Caudillo! Se embriaga una de gloria y de satisfacción. Gozamos de una paz espléndidamente ganada'».

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Cuando leí estas palabras no podía dar crédito, pues ni concordaban con la biografía anterior de Carmen Conde, ni por otra parte tenía sentido que las emitiera en una carta privada a la madre de Borges, lo que no permite sospechar que fuese una estrategia autoexculpatoria dirigida a los vigilantes agentes de la dictadura (salvo que contase con el cálculo de haber pasado por la censura). Respecto a la falta de coherencia con la biografía anterior de Carmen Conde, afecta a la Republica, colaboradora de las Misiones Pedagógicas, cofundadores con su marido Oliver Belmás de la Universidad Popular de Cartagena... También he pensado mientras la leía en que por doble desgracia (qué habría pensado) no pudo leerla su amigo Miguel Hernández, que vivió en sus carnes lo contrario a una paz gloriosamente ganada.

Todo lo que pueda decirse es poco. También he sentido además de consternación, pena porque este gesto retrata el peor rostro de toda dictadura, el miedo de todos, que dibuja rostros de mañana que parecían increíbles hoy, un asunto que Javier Marías ha novelado de manera magistral. Una mujer que tuvo que esconder su condición lesbiana, decidió esconder también su condición republicana. ¿Por miedo? ¿Por necesidad? No escribo esto para exculparla, lo afirmado no puede sostenerse sin rubor... y por supuesto no aceptarse siquiera como mal colateral. Lo escribo para extraer la lección de que las dictaduras lo primero que hacen es corromper con su terror toda condición humana. No digamos mañana que no conocíamos su rostro.

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