José María Merino: «Llevamos un camino destructor que me resulta difícil de entender»
Conversaciones de invierno ·
«¿Cómo es posible que se esté asesinando a mujeres, niños, enfermos?»De no haber sido escritor, cuenta José María Merino (La Coruña, 1941) que le hubiese gustado dedicarse a la carpintería. Narrador, poeta, ensayista, miembro de ... la Real Academia Española, no descarta que existan las hadas y es un maestro en el análisis de apariencias, disimulos, amores secretos, envidias y odios hirviendo a fuego lento... El crítico literario José María Pozuelo Yvancos, que le llama 'señor del cuento', afirma: «Qué grandes (por buenos) nos hace ser Merino cuando leemos sus cuentos». Su último libro publicado, 'Yo y yo en breve' (Alfaguara), es todo un placer.
–Los libros.
–Me convertí en un aficionado a ellos desde muy pequeñito, porque tuve la suerte de tener una estupenda biblioteca en casa. Mi padre pensaba que los libros eran la mayor riqueza que podía poseer una familia; además, él era un lector abierto por su forma de pensar. En esa biblioteca estaba todo lo que usted se pueda imaginar.
–El mar.
–Me sigue gustando, con mi tubo, bucear a pulmón. Recuerdo que, cuando de niño salieron a la venta las primeras gafas para nadar y poder mirar debajo del agua, yo ahorré hasta que pude comprarlas. Debía tener once años y creo que me costaron 20 pesetas. El mundo submarino siempre me ha encantado, como me ha interesado también siempre todo ese universo compuesto por seres y sucesos fantásticos, misteriosos y extraños; las hadas incluidas, por supuesto.
En tragos cortos
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¿Qué es un placer? Lo es, por ejemplo, la relación con la naturaleza, ver en su momento cómo empieza a asomar un poco la primavera, cómo la tierra dice: 'Me da igual tener a todos estos tipos encima perjudicándome tanto, yo voy a intentar seguir sobreviviendo'. Y eso me resulta un placer, ver cómo ese paso del tiempo que a mí, en cierto modo, me va debilitando y me va a hacer desaparecer, permite que en la naturaleza la vida vuelva a renacer.
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¿La literatura qué nos permite? Conocer, de verdad, a otros seres humanos, porque en la vida cotidiana no nos conocemos ni a nosotros mismos. El tema del doble está muy dentro de nosotros. Yo, por ejemplo, no sabría decirle muy bien cómo soy.
–¿De qué ha tenido la suerte?
–Si bien no me he librado de alguna operación de cáncer de próstata, con recaída incluida, en general en mi vida, hasta hoy, he tenido muy buena suerte, lo cual no es algo que esté nada garantizado teniendo en cuenta lo complicada que es la lógica de la existencia, la multiplicidad de combinaciones extrañas que se tienen que dar para que usted y yo estemos ahora aquí.
–¿Lo mejor qué ha sido?
–Tengo una familia estupenda, me encanta la relación que tengo con mi mujer y con mis hijas. Vivir es algo muy efímero pero muy hermoso, yo estoy agradecido con la vida.
De la tristeza
–¿Somos o no los reyes de la Creación?
–Somos los destructores de la creación. Nosotros mismos nos hemos llamado sapiens, pero lo que somos es primates inteligentes, aunque destructivos y devorados por la avaricia. Nuestra soberbia y avaricia acabarán con todos nosotros; con el planeta no, porque pasará como cuando se extinguieron los dinosaurios, que otros seres vivos lo habitaron. Llevamos un camino destructor que me resulta difícil de entender. Nos creemos que somos los reyes de la creación y que, además, somos eternos, pero no somos capaces de resolver problemas fundamentales de nuestra especie. Porque resulta que todos somos primos, está demostrado que venimos de siete mujeres, de siete cepas mitocondriales; todos los seres humanos son nuestros primos; todos. Y digo yo que a los primos que están muy mal habrá que echarles una mano, ¿no? Lo digo con total convicción, ¿pero qué pensamos que son los otros seres humanos? ¡Primos nuestros, eso son! Llevamos más de doscientos mil años en el planeta, pero no estoy seguro de que vayamos a sobrevivir otros doscientos mil más. Tantas salvajadas de todo tipo...
–¿Qué siente mirando hoy el mundo?
–Siento tristeza y también me siento defraudado. En los años 70 y 80, por ejemplo, saliendo nosotros del franquismo, en Europa había un sentimiento de que como sociedades íbamos a mejor, mientras que ahora estamos en un momento calamitoso. Y no sólo por estas guerras abominables en Ucrania y Gaza. ¿Por qué esta brutalidad, esta bestialidad?, ¿cómo es posible que se esté asesinando a mujeres, niños, enfermos, ancianos...? ¿Qué sentido tiene todo esto? Vuelvo a citar la avaricia y la soberbia, pero ahora referidas a los gobernantes. Encima, Donald Trump ha vuelto a ganar las elecciones en Estados Unidos. En cuanto a Hispanoamérica, por ejemplo, donde hablan un español muy vivo e interesante, ¿qué decir? Yo conocí un México fascinante que, como otros países de allí, se ha ido a la porra. Un México que estaba renaciendo y que tenía una gran fuerza, y ahora mire: bandas criminales, asesinatos, un mundo siniestro, un país en descomposición... Reconozco que tengo una visión del mundo pesimista y horripilante.
«Es como si estuviéramos rodeados de sectas con visiones muy estúpidas»
–¿Qué nos haría falta?
–Tener una idea de especie que no tenemos, una idea de especie que contemple el aspecto fraternal. Mire, en este momento hay suficiente dinero en el mundo para que ningún ser humano se viese privado de estar alimentado y de tener acceso a una educación y a la sanidad. ¿Qué está pasando en África? Realmente, ni lo sabemos, no sabemos lo que está pasando en África, pero al parecer cosas espantosas. La gente se va huyendo de allí porque no tiene ningún futuro. El panorama es muy triste, impresiona, y no tengo claro que no estemos al borde de una guerra mundial importante.
–Estados Unidos.
–Pensaba que ganarían los demócratas, pero resulta que en efecto existe en Estados Unidos un profundo sentimiento trumpista, lo cual es muy desolador, y más que esto suceda en un país que es líder mundial. Parece que lo primero que quieren es empobrecernos a todos los demás. Ya le digo, no hace tanto tiempo que veíamos mejorar muchas cosas, pero, caramba, ahora estamos como en una especie de vuelta a la Edad Media. Lo del Brexit en Reino Unido ya fue un indicio de la falta de conciencia de que estamos viviendo en un planeta que requiere de la unión de todos, de la suma de esfuerzos. Y más todavía desde que el cambio climático, que todavía hay quienes se permiten negar, está ya teniendo claros efectos en nuestra vida. ¡Tenemos hasta terraplanistas! Está cobrando fuerza esta mezcla de avaricia, estulticia y estupidez, y encima están también los que proclaman que el libro es un objeto arcaico. Es como si estuviéramos rodeados de sectas extrañas con visiones de la realidad y de la vida muy estúpidas.
Independentistas
–¿Qué no entiende de nuestro país?
–Para empezar, nunca he entendido cómo los españoles no hemos establecido ya una relación federal, una relación fraterna, con Portugal, porque la Península Ibérica es un espacio peculiar, un espacio muy favorecido por muchas cosas, incluida la naturaleza. Segundo, no he entendido nunca a estos independentismos... ¿Por qué usted no quiere considerar suyo este país? Porque, a mí, de este país lo que me gusta es ir a los sitios más peculiares y sentirme en todos como en casa, da igual que te estés comiendo una fabada en Asturias que unos pescaditos fritos en Sevilla; además, en todos sitios tiene un vino tinto que nunca me defrauda [sonríe].
–España.
Tenemos la suerte de vivir en un país pluricultural, plurigastronómico y pluripaisajístico, y eso algunos lo ven como un problema y no como una suerte. Pero, bueno, esta manera de ser de los españoles ya está claramente recogida en Galdós, que fue un genio. Mire, en León se dice: 'Los de San Andrés tienen un huerto, los de San Pedro se cagan dentro'. Los españoles somos un poco así, es como si tuviésemos algo en nuestra genética para lo que no hay solución. Si no andamos a la gresca no estamos tranquilos. Creo que esto de fastidiarnos unos a otros es una cosa terrible de la forma de ser española; ese cainismo, digamos, ese enfrentamiento a todos los niveles, también cultural.
«No hay nada mejor en la vida que sentirte querido y poder demostrarle a los demásque les correspondes»
–La crispación.
No le achaco a los políticos de ahora la crispación, la crispación ha estado siempre con nosotros. Lo que sucede es que quizá no sean conscientes de lo peligroso que es que estimulen este clima. Echo de menos en ellos una visión más abierta del mundo, una mayor inteligencia frente a lo que es la realidad; y creo también que deberían leer a los clásicos. La política es la manera por la cual se pueden arreglar las cosas; lo importante es que haya políticos a la altura de ello y que los votantes seamos capaces de verlos.
–Políticamente, ¿dónde se sitúa usted?
–Siempre he tenido una visión, antes más radical que ahora, socialdemócrata. Creo en la necesidad de construir un mundo más grato para todos, un mundo en el que una vida digna esté garantizada para todos.
Vueltas
–¿Qué no se plantea?
–No quiero plantearme esa realidad de la que hablaba Pío Baroja: la última vuelta del camino. Me parece muy dramático pensar en esas cosas, en cuántas vueltas me quedan y cosas así.
–¿Qué ha descubierto?
–Que existe la sustancia del tiempo. Siempre he sido muy obsesivo con él, siempre he tenido muchos relojes en casa. Con los años, nítidamente, voy notando cómo esa sustancia del tiempo se va espesando, cómo cada vez parece que cunde menos.
–¿Con qué sentimiento está usted más familiarizado?
–Con lo que yo estoy más familiarizado es con la curiosidad, porque sigo siendo muy curioso y serlo es lo que me mantiene el espíritu encendido. La curiosidad está en mí felizmente viva.
–De cordura, ¿qué tal?
–Le diré que, felizmente, estoy lo suficientemente loco como para no volverme más. Mantener el tipo cuerdo en el mundo en el que vivimos es muy difícil.
Las botas puestas
–¿Usted qué procura?
–Dicen que, primeramente, los seres vivos fuimos una especie de gusano, y que luego fuimos generando órganos a un lado y a otro por eso que se llama la geometría bilateral. Pues yo procuro que las dos partes de mi simetría bilateral se lleven bien.
–¿Qué recuerda que le dijeron?
–Decía un amigo, Ricardo Gullón: 'Hay que morir con las botas puestas, pero bien puestas'.
–¿Qué necesita por encima de poder leer y escribir?
–Afecto, no hay nada mejor en la vida que sentirte querido y poder demostrarle a los demás que les correspondes. La vida se ha portado bien conmigo, como le decía, porque he tenido afectos de todo tipo: de familiares, de amigos, de lectores, de gentes diversas... Y ese afecto no lo cambiaría por nada.
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