Despierta recuerdos de lecturas nocturnas bajo las mantas, contagia confianza y desborda ilusión a pie de aula, un don del que nadie la avisó y que brotó en ella, desaforado, hace algo más de veinte años. De niña soñaba con salir de su bella Cehegín ... natal para ser actriz y aventurera, quizá una reencarnación de García Lorca y su Barraca estudiantil. Docente desde el momento en que las prácticas del desaparecido Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) la colocaron frente a una clase para hablar de la generación del 27, Isabel Martínez Llorente ha convertido la animación a la lectura entre adolescentes en un reto y una satisfacción, en su forma de mejorar «un poquito» la sociedad desde la más genuina humildad. Profesora de Enseñanza Secundaria (ESO) desde 2004, doctora en Didáctica de la Lengua y la Literatura con la tesis 'El viaje literario para la educación en competencias básicas: una investigación de creatividad interdisciplinar en Educación Secundaria'-dirigida por el espejo en que se mira, la profesora María Teresa Caro Valverde-, por donde pasa surge la chispa y prende en otros profesores la pasión por crear proyectos de innovación educativa. Su 'Lectura sin plastificar' ya fue finalista en los premios nacionales Acción Magistral en 2019, y el plan lector del IES Mariano Baquero Goyanes, dirigido por ella desde 2018 y apoyado por todo el equipo docente del centro bajo la premisa 'Animación a la lectura y educación medioambiental', ha sido premiado con el Sello CCB 2023 que otorga la Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura a través del Consejo de Cooperación Bibliotecaria, dependiente del Ministerio de Cultura. Poco impulsiva y algo sobrepensadora, desconecta del día a día conduciendo y escuchando música, paseando o cocinando, charlando con su peque de 9 años y volviendo, una y otra vez, a Cehegín. Emocionalmente recompensada, imparte cursos a otros docentes tanto en centros de la Región de Murcia como en el Liceo Español Cervantes de Roma, solicitada ya para el curso próximo por institutos madrileños y catalanes. Reclama financiación específica para las bibliotecas escolares y lanza el guante a la Administración sobre la idoneidad de fijar un plan regional lector que ayude a formar a más jóvenes que sepan interpretar y nombrar el mundo en que viven. Una falta de habilidad para cantar que aún ensombrece su biografía, según cuenta entre anhelos y risas, privó a los escenarios de una actriz y ganó para las aulas, con verdadera vocación, una implacable defensora de la educación.
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10.30 horas. Vivimos en el siglo en que vivimos y tenemos que educar en la digitalización a nuestros jóvenes, pero soy totalmente contraria a la lectura en pantallas. En las formaciones que doy a otros profesores cito un libro muy interesante, 'Superficiales. Qué está haciendo Internet con nuestras mentes', de Nicholas Carr, que avisa de que lo que no se usa a nivel cognitivo se pierde. Cuando los adolescentes están conectados a redes, su mente circula como si fuese una rana. Eso genera una ausencia de pensamiento profundo que se traduce en jóvenes que no saben expresar una opinión en un párrafo ni tienen habilidad discursiva para nombrar la realidad. Si se están convirtiendo en jóvenes más superficiales tendremos una sociedad preocupante, y percibo cada vez más esa falta de atención sostenida. Afortunadamente desde enero los móviles han salido de las aulas. Hay mucha literatura científica que lo avala.
12.25 horas. Los buenos resultados que estamos viendo ahora nacen del trabajo silencioso, humilde y constante que vamos haciendo en el aula día a día. Trabajamos las estrategias de comprensión lectora antes, durante y después de leer el texto. Esta estrategia se puede abordar desde el área de Lengua pero también desde Matemáticas, Biología, Física y Química… Nos encontramos alumnos que dicen que saben leer pero que no comprenden lo que leen. Tenemos que ampliar el horizonte cultural con actividades que los enfrenten a situaciones nuevas y les ayuden a ampliar vocabulario, disminuir de manera drástica la exposición a pantallas y, desde las aulas, sistematizar estos procesos para guiar bien la comprensión lectora.
7.00 horas. Antes de desayunar hago un repaso de la prensa diaria en digital, aunque los fines de semana me lo tomo con calma y la leo en papel. Estoy conmocionada con lo que pasa en Palestina y Ucrania. He tenido alumnos ucranianos que han vuelto a su país y de los que ya no sé nada. Parece que en las grandes tragedias no hay rostros ni individualidad, pero nosotros se la hemos puesto. También tenemos alumnos que han salido de la Franja de Gaza. No entiendo cómo nuestros gobiernos son capaces de consentirlo. Me indigna. Este mundo necesita jóvenes comprometidos. Las perspectivas no son nada halagüeñas, pero el hecho de estar en contacto todos los días con ellos me hace ser optimista. Percibo miradas que me dicen que hay detrás chavales que van a liderar cambios.
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11.00 horas. Las redes sociales, bien utilizadas, son maravillosas. Contactan a través de Instagram [@planlectormb] centros de la Región y de fuera de España, lo que ha contribuido a que el impacto del plan lector llegue a más de 3.000 escolares. En 2018, me decían dos alumnas: «Profesora, a mí me gusta leer, pero me da vergüenza decirlo». Hemos trabajado muchísimo para que ahora sea lo contrario, y no desde la obligación. Como decía Pennac, el verbo leer no admite imperativos. Sería muy interesante que este proyecto, que ya está diseñado y hemos constatado que funciona con un test externo de Tea Ediciones que ha cifrado el grado de mejora de la comprensión lectora hasta casi un 57%, fuese un plan regional. Las bibliotecas escolares necesitan financiación específica, y habría que incidir mucho en que desde la Administración se reconozca la figura del coordinador del plan lector de centro. Esto ahora mismo se deja a criterio de los equipos directivos.
19.00 horas. Me gusta mucho disfrutar del tiempo con mi hijo, bajar al parque, hablar. Para estar a solas con mis pensamientos, salir a andar escuchando música a paso ligero me hace sentir muy bien. No soy aficionada a las series, pero si tengo un ratito para sentarme delante de una pantalla prefiero dedicar dos horas a una buena película, ya de noche, cuando está todo en calma. Y con un vino.
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11.00 horas. Cuando no tengo que corregir, nos vamos a Cehegín mi marido, mi hijo y yo. Es el pueblo de las maravillas, qué voy a decir yo. El peque se queda con los abuelos o con los tíos, y tenemos tiempo libre para pasear por la vía verde y subir por el casco antiguo. También me gusta mucho cocinar, así que me convierto en una 'mamma' italiana y comemos con mis padres y mi hermana, que es otra parte de mí misma.
13.00 horas. En mi casa no había libros, mis padres no eran lectores ni tienen formación académica, pero me siento muy orgullosa del respeto que me han transmitido hacia la cultura, quizá porque ellos no tuvieron la oportunidad de acercarse a ella. Mis primeras lecturas están en en el entorno de la escuela, cuando la señorita Mercedes nos hacía recitar cada día una estrofa más de la 'Canción del pirata', o cuando nos mandaban hacer trabajos a la biblioteca del pueblo. Mientras esperábamos nuestro turno para utilizar la una única enciclopedia que había, deambulábamos por las estanterías. De allí saqué libros que luego leí de manera compulsiva debajo de las mantas, con una linterna que me compraron para una excursión.
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