Hay que tener mucho cuajo para salir airoso de un encuentro cara a cara con Julio Cortázar, Sofía Loren, Nixon y Kissinger, Josep Pla, Rosa Chacel, Jorge Luis Borges, Dalí o Maruja Mallo. Solo unos pocos ejemplos de la galería de personajes de otra ... galaxia ante los que Joaquín Soler Serrano (Murcia, 1919-Barcelona, 2010) demostró que la televisión pública podía ser excelente como medio para ilustrar a las masas. Personalidades relevantes de las letras, las artes y las ciencias que hoy, cuarenta años después de desaparecer 'A fondo' de la parrilla, continúan generando expectación y millones de visualizaciones. Según Google Analytics, la franja de edad que más interés tiene actualmente en estos contenidos es la que va de los 25 a los 35 años.
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«Siempre me pareció excelente el trabajo de Joaquín», cuenta a LA VERDAD el cineasta Gonzalo Herralde (Barcelona, 1949), quien ha restaurado minuciosamente 114 de aquellas entrevistas que se emitían los domingos por la noche en La 2 y que hoy están disponibles en el canal de Editrama en Youtube, donde cada semana se suben dos novedades. Aún tiene pendientes de restauración otras 43. 'A fondo' fue uno de los programas con mayor audiencia de la televisión entre 1976 y 1981. En un principio, duraba 90 minutos y se emitían tres entrevistas: 30 minutos cada una.
Era una España todavía gris que encaraba con ansias un periodo de libertades marcado por la necesidad de consensos tras la muerte del dictador Franco. 'A fondo' iba a hacer historia, tal vez sin pretenderlo. «Hay muy pocos casos así en la televisión en el mundo, porque lo que conseguía Soler Serrano es que más que una entrevista pareciera una autobiografía de cada uno de ellos, pero contada por ellos mismos», subraya el restaurador y amigo del renombrado entrevistador, ganador de cinco premios Ondas, Premio Nacional de Radiodifusión, un periodista verdaderamente ingenioso para enganchar a la audiencia con un género tan exigente como el de la entrevista. Un caso aparte.
Para eliminar drops, rayas y defectos de imagen y sonido de estas entrevistas, «al máximo que se puede», Herralde ha tenido que realizar más de 91.000 intervenciones sobre las grabaciones, un promedio de 805 por programa. «Es un proceso muy laborioso, estuve tres años casi, doce horas diarias, todos los días de la semana. Este domingo saldrá el de Marsillach, que tenía 4.676 rayas». Hay dos programas que el restaurador da por perdidos: el de Sara Montiel y el de Bernardo Bertolucci.
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Desde el pasado 9 de mayo de 2020 pueden disfrutarse las ediciones completas restauradas de 'A fondo', iniciadas a lo grande con la eterna Sofía Loren. El 30 de diciembre de 1979, la actriz italiana brilla, enigmática como la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, ante las cámaras de Televisión Española. Pese a todo, ante Soler Serrano está cómoda, y se muestra terrenal y colaboradora: «La vida es así: sufres y amas. La vida está llena de todas estas emociones, es fantástico». Habla de sus deseos de ser madre, de sus partenaires en la gran pantalla, de sus directores más amados, desde Vittorio de Sica a Chaplin. Pese a la pequeña parcela de intimidad que pierde toda estrella, la ganadora del Oscar por 'Dos mujeres' (1960) no da pábulo a sensacionalismos: «Un periódico importante no escribe fantasías». «Sofía Loren -la despedía el murciano en televisión-, vivir, amar, triunfar, conseguir cuanto se desea en una vida... esta es la moraleja de esta historia. Lo emocionante ha sido no contarla de cualquier modo, a través de una tercera persona, sino en la voz de la experiencia de la protagonista. Una historia tan increíble que hasta la propia Sofía piensa que se la ha inventado». «Sí, es como una fábula», proclamaba ella, con la sonrisa cautivante de la atracción del Louvre.
El 8 de diciembre de 1976, después de mucho tiempo detrás de él, con no pocas subidas a su casa del Ampurdán, donde el locutor grababa las conversaciones en casete para la radio, Josep Pla acepta ir al plató de TVE para una entrevista con Soler Serrano. Sería el día que dijo, según recordaba el periodista, «las cosas más bellas, más inteligentes, más ingeniosas, más cáusticas... que se le pueden ocurrir a un intelectual». Cosas como «creo que la realidad es infinitamente superior a la inteligencia humana, a la imaginación y a todo. Contra la literatura de imaginación, la literatura de observación». Un «verdadero patriarca de las letras españolas y catalanas», decía Soler Serrano, «impresionante testimonio de fecundidad y de capacidad creadora, más de 25.000 páginas dando testimonio de la vida, de su pueblo y de sus gentes, y de la vida de los pueblos y de las gentes del mundo». No era la primera vez que ambos coincidían. La mayoría de entrevistas, recordaría el periodista, habían sido «con una censura previa, que yo aceptaba con mucho gusto porque esa era una de las reglas del juego, y todas las reglas en todos los juegos han de cumplirse cabalmente». Un atentísimo Pla, monumental conversador, enemigo de las profundidades, decía mientras se liaba cigarros que la finalidad de todo escritor era «hacerse inteligible».
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La repetición en Cataluña del programa de Pla a finales de los 90, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, tuvo tal repercusión que Herralde llegó a un acuerdo con el ente público y lanzó una promoción de entrevistas en VHS. «Tuvo mucho éxito desde el principio, vaya, era número 2 de ventas en las librerías Crisol. Luego hicimos una edición en DVD que se vendía en quioscos, 35 en total, con 68 personajes, agrupados por temas».
Herralde acabó realizando restauraciones más completas con vistas a su distribución en otros países. En Estados Unidos eran demandadas en universidades y bibliotecas. Y fueron un éxito en el canal educativo y cultural Encuentro en la televisión argentina.
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«Cuando hicimos ese acuerdo con TVE no sabíamos cómo localizarle», recuerda Herralde. «Joaquín estaba entonces viviendo en Venezuela, donde él tenía una familia, había tenido dos hijos, y cuando le hablaron del éxito que estaba teniendo aquello vino a Madrid, me contactó y a partir de ahí estuvimos colaborando». Hasta que el alzhéimer le dejó. Soler Serrano falleció a los 91 años en una residencia de Barcelona. La Fundación WAE, liderada por su albacea documental, su sobrino Joaquín Soler Esteve, surgiría para gestionar el Fondo Social Joaquín Soler Serrano, hoy depositado en el Arxiu Nacional de Catalunya.
«Le gustaba la literatura -evoca Herralde-, hizo sus pinitos como poeta siendo joven; en sus programas de radio tenía como invitados fijos a Pla y a Cela. TVE quería hacer con 'A fondo' una memoria de la Transición y dar a conocer a personajes que hasta entonces habían estado silenciados en TVE, y especialmente a los españoles que regresaron del exilio, que en su mayoría era un exilio político, provocado por la guerra civil española». Para Rosa Chacel, los escritores del exilio aportaban «una literatura viva, una literatura que es vida, porque corresponde a la vida de un autor, una literatura amasada con vivencias, y luego que sea capaz de agarrar al lector con ellas». Decía que lo que menos le importaba era ser académica. «Eso sí, me divertiría hacer el discurso. Lo haría sobre la Academia».
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Otra celebridad que se asomó a la ventana de Soler Serrano fue Severo Ochoa. Tenía 70 años y seguía al pie del cañón. En 1959 había recibido el Nobel de Fisiología y Medicina. En el programa recordaría el acento levantino de su familia materna, natural de Orihuela. Al científico Josep Trueta, quien se reconocía ante la cámara «como un médico mediocre», Soler Serrano le preguntaría acerca de cómo era el hombre en los albores de la Humanidad, a lo que Trueta respondió: «Nosotros tenemos sobre nosotros mismos, nosotros dos, llevamos el estigma de haber sido cuadrúpedos».
Ramón J. Sender, «aragonés testarudo», observaba que «los políticos sienten cierto rencor por los intelectuales porque saben que vivimos más que ellos». Y afirmó que por la libertad estaría dispuesto a jugarse la vida si fuera necesario, «aunque sería incapaz de molestar al vecino».
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Cuando se cancelaron las emisiones, tras 400 programas, Soler Serrano demandó a TVE. Finalmente llegaron a un acuerdo por el que el Ente le cedía todos los derechos para el continente americano. El murciano cedió a Herralde esos derechos. «Yo hay muchos programas que no había visto. A ciertos personajes pudo dedicarles 90 minutos. A mí, como a tanta gente, los que más me han marcado son los de Borges y Cortázar. El caso de Cortázar es excepcional; la entrevista duró dos horas, y es el que más éxito tuvo».
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