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Mesa para cinco

Más humanos que los humanos

La inteligencia artificial no es el futuro. Es el presente. Y ha venido pisando fuerte para entrar en nuestro mundo de forma transversal

Domingo, 9 de abril 2023, 07:43

La capacidad de la inteligencia artificial (IA) para crear contenido original como imágenes, música y texto, cada vez más difíciles de distinguir del creado por los humanos, está siendo impresionante. Estos sistemas utilizan técnicas de aprendizaje profundo y redes neuronales para generar material basado en ... los datos que les proporcionamos. El ejemplo más comentado durante los últimos meses es ChatGPT, un modelo de lenguaje desarrollado por la empresa OpenAI, que utiliza la tecnología de procesamiento del lenguaje natural para responder preguntas, entablar conversaciones y generar textos de manera autónoma. El algoritmo se entrena a partir de grandes cantidades de información, lo que le permite aprender y mejorar su capacidad de respuesta a medida que interactúa con los usuarios.

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Hace un par de semanas, más de un millar de figuras destacadas del ámbito empresarial, intelectual y del mundo de la investigación firmaron una carta abierta en la que solicitaban una moratoria de seis meses en el desarrollo de estas inteligencias artificiales cada vez más potentes, para recapacitar sobre sus consecuencias. «La inteligencia artificial avanzada puede representar un cambio profundo en la historia de la vida en la Tierra y debería ser planificada y gestionada con cuidado y con recursos», decía un principio acordado en enero de 2017, por figuras clave de esta disciplina, en una conferencia internacional que tuvo lugar en California. Pero, desafortunadamente, este nivel de planificación y gestión no se está dando, según denuncian los firmantes de la carta, en la que dejan en el aire cuestiones tan inquietantes como: «¿Deberíamos dejar que las máquinas inunden nuestros canales de información con propaganda y falsedad?, ¿deberíamos desarrollar mentes no humanas que eventualmente podrían superarnos en número, ser más inteligentes y quizá reemplazarnos?, ¿deberíamos arriesgarnos a perder el control de nuestra civilización?...». Parece un escenario distópico sacado de la ciencia ficción que suscita cuestiones de todo tipo: ¿Es un riesgo real o son empresas compitiendo? ¿Debemos detener esta tecnología? ¿Es esta nueva carta comparable a la que Einstein y otros científicos enviaron al presidente Roosevelt advirtiendo del desarrollo de las armas nucleares?

En la historia de la humanidad, cada tecnología emergente ha sido recibida con rechazo. Durante el siglo XVIII y XIX, muchos trabajadores se opusieron a la maquinaria industrial y a la recuperación de los procesos productivos. Los luditas, por ejemplo, eran un grupo de trabajadores textiles en Inglaterra que destruían máquinas en protesta por la pérdida de empleos y la reducción de salarios. Cuando la electricidad comenzó a utilizarse en la década de 1880, muchas personas temieron su impacto en la salud y era vista como una amenaza para los trabajadores, que temían ser reemplazados por máquinas eléctricas. Ocurrió lo mismo con el nacimiento de la informática y posteriormente con internet.

Miedo

El miedo es una emoción básica que surge como respuesta a una percepción de amenaza o peligro. En la literatura de terror, uno de los autores más destacados fue H.P. Lovecraft, creador de un universo ficticio lleno de criaturas horripilantes, cultos oscuros y dimensiones paralelas que se desdoblaban en la locura y la desesperación de sus personajes. Lovecraft definió el miedo como «la emoción más antigua y poderosa de la humanidad», que se origina en la «conciencia de nuestra fragilidad, nuestra mortalidad y nuestra ignorancia frente a lo desconocido». Y el miedo se combate con conocimiento.

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La IA no es el futuro. Es el presente. Y ha venido pisando fuerte para entrar en nuestro mundo de forma transversal y sin requerir las infraestructuras de otras revoluciones tecnológicas del pasado. Basta un móvil con conexión a internet. La IA ya se utiliza con fines perversos, generando desinformación, condicionando nuestros hábitos de consumo e incluso aprovechando nuestros sesgos para vendernos desde un estropajo hasta un político. Los mensajes del miedo funcionan. No hay que temer a una IA que dominará el mundo y exterminará a la humanidad, como algunos pretenden asustarnos. Ni siquiera se producirá ese apocalipsis laboral que vaticinan algunos medios. Pero tampoco debemos trivializar su uso negativo y debemos dar un paso para ejercitar nuestro pensamiento crítico, hacer el esfuerzo por comprender cómo aprovechan estas tecnologías nuestras debilidades, compensar en otros espacios de conocimiento más tradicional (buenos libros, museos, teatro y música en directo), y exigir regulación y transparencia a las empresas que ponen estas herramientas en nuestras manos.

La IA nos desafiará a ser más humanos. Aunque, ahora que lo pienso, «Más humanos que los humanos» era el lema de la Tyrell Corporation, la fábrica de replicantes de la película 'Blade Runner'. Ni Lovecraft, en su mejor delirio, pudo imaginar estos tiempos tan interesantes.

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