Solemos mirar al pasado con envidia. Nos parece que fue siempre más grande, que nuestros antepasados fueron más capaces, más valientes. En demasiadas ocasiones nos quedamos arrinconados por el peso y la grandeza descomunal de la historia, no nos sentimos capaces de igualar a los ... que en el pasado construyeron las fuentes de nuestra memoria en forma de epopeyas, obras de arte, edificios y relatos en los que no hay sitio para la duda, para la tibieza. Esa tibieza es el mal de un tiempo, el nuestro, en el que se busca el confort por encima de los deseos de lograr esa grandeza del pasado de la que hablaba.

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Sin embargo, hay momentos en que debemos estar a la altura de nuestros mayores.

La basílica de la Vera Cruz de Caravaca es uno de los grandes edificios barrocos de la Región de Murcia y una pieza extremadamente singular, obra del gran arquitecto Carmelita Fray Alberto de la Madre de Dios, es producto de la férrea voluntad de los caravaqueños de que la reliquia habitase el entorno que le correspondía. Desde la aparición de la Vera Cruz a Ginés Pérez de Chirinos, Caravaca se instituyó en una capital espiritual de la Región y en una de las ciudades santas de la cristiandad, de manera que las sucesivas generaciones debían estar a la altura de un proyecto que excedía la ambición normal de una ciudad normal. No, Caravaca no es cualquier ciudad, es un eje espiritual y cultural en el sur de España, una cima del Antiguo Reino de Murcia que ha asumido grandes proyectos que retaron al arte y la arquitectura de su tiempo, y gracias a esa ambición tenemos la Iglesia del Salvador, un hito del gran renacimiento español, pieza clave de las iglesias columnarias en la que las ideas de Jerónimo Quijano son evidentes, o la Iglesia de la Compañía, uno de los templos más armoniosos de la arquitectura jesuítica que sigue el modelo del Gesú de Roma. La innovación siempre estuvo presente en esta ciudad, de ahí su magnificencia, de ahí su personal sello. De ahí que hablemos de una de las más bellas ciudades de España.

Recién restaurada la fachada barroca de la Basílica (el castillo, como se le llama normalmente) ha devuelto el rojo fuerte que hace de este reflejo lejano y distinto del Sagrario de la Catedral de México una enorme belleza. El final de una obra siempre es la puerta, y a lo largo de los siglos no se abordó la puerta monumental que el templo requería. El barroco decoró profusamente las puertas de los templos de varias formas. En ocasiones con formas geométricas marcadas por clavos y molduras, como es frecuente en Galicia. En otras con tallas retorcidas, a la manera francesa e italiana. En Murcia el modelo, siguiendo la puerta del Palacio Episcopal, solía llevar un grabado en chapa metálica de carácter figurativo en el que ángeles y seres celestiales dejan una minuciosa secuencia exquisita y, demasiadas veces, perdida. Esta puerta, probablemente más antigua, reaprovechada del edificio anterior, solo se chapó con una superficie protectora que se fue pintando sucesivamente del gris «acorazado» que ahora planta una mancha anodina en la fachada de mármol.

Hace un año la Cofradía de la Vera Cruz asumió su papel en la historia. La necesidad de un proyecto para esa puerta no era una decisión fácil ya que el calibre del edificio y su importancia simbólica requería estar a la altura de los tiempos. Se buscó al artista español que de forma más rotunda pudiese resolver este cierre monumental, y se habló con Jaume Plensa. En aquel momento terminaba su sensacional escultura en Nueva Jersey y preparaba diversos proyectos por todo el mundo. Jaume escuchó. Vino a Caravaca, conoció el místico vuelo de la Cruz, el paso de San Juan, el vínculo con Santa Teresa. Y decidió hacer una obra a la altura.

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Un tributo a la Vera Cruz

Lo que ayer se presentó en Caravaca es la demostración de que estos tiempos deben aspirar a la grandeza de los antiguos, de que se puede estar a la altura y asumir decisiones que engrandezcan nuestro patrimonio. Hablamos de uno de los grandes proyectos artísticos que se llevarán a cabo en los próximos años, y se hará en Caravaca, y se hará para mayor gloria de la más mística de las ciudades en el edificio que aloja a la Vera Cruz. Estas puertas son el mayor tributo que podemos rendir a la Vera Cruz, con uno de los grandes artistas del mundo, con una ambición a la altura de su grandeza universal, para mayor gloria de su patrimonio material e inmaterial.

No es fácil abstraerse y soñar con las grandes puertas, desde la del Batisterio de Florencia a las de Manzú en el Vaticano. En esa historia de la puerta estará esta de Plensa, y estará Caravaca en un hito escultórico que habrá que visitar, que habrá que conocer y que será la puerta de esta Región, la puerta del alma y las puertas del futuro, de un futuro que se asumirá con el valor necesario, con la grandeza de nuestros ancestros porque sabremos estar a la altura que la historia nos pide.

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