Francisco Jarauta (Murcia, 1941), filósofo en un mundo actual que desvaloriza la filosofía, recibirá este viernes el premio honorífico Alfonso Décimo, el único de entre todas las categorías que distingue toda una trayectoria. En su última entrevista a LA VERDAD, a finales de enero de este mismo año, Jarauta sintetizaba en una sola frase todos sus anhelos más íntimos: «Quiero resistir, quiero sobrevivir, lo deseo, me parece tan hermosa la vida a pesar de todo...; pero no podemos olvidar el inmenso dolor que cae sobre la Humanidad, sobre los náufragos de los mares y sobre aquellos que nunca han conseguido un momento permanente de seguridad y de dignidad». ¿Algo más que decir?
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Otros son los que han tomado la palabra para ensalzar la forma de mirar el mundo de esta figura insustituible en el pensamiento actual. En el libro 'Francisco Jarauta en las fronteras de Babel' (Istituto Europeo di Design IED, 2018), una hermosa edición de Pablo Jarauta y Pedro Medina, con ilustraciones de Miguel Sánchez Lindo, la jurista y filósofa del derecho Teresa Vicente Giménez, profesora de la Universidad de Murcia, dice que nadie se siente pequeño a su lado, pese a su grandeza. «Porque él te aúpa, te reconoce y te cuida, a su lado disfrutas y caminas con alegría». Giménez y Jarauta, aliados en la lucha contra el cambio climático y en la toma de conciencia ecológica –la ILP para dotar de personalidad jurídica al Mar Menor es una constatación de una mayor sensibilidad de la ciudadanía española–, defienden el importante rol que juega hoy el activismo social: «Para que el Planeta, que no tiene voz, pueda ser oído, y para presionar a los gobiernos a que actúen y aumenten sus esfuerzos de mitigación y adaptación».
Dice Vicente hablando del activismo de Jarauta, que «la lucha por la justicia climática es el mayor combate para la paz y la seguridad, porque distribuye los recursos de manera justa y equitativa para todos». El término «democracia ecológica», tantas veces en boca de Jarauta, es fruto, entiende Vicente, «de una nueva ciudadanía ecológica». «La crisis climática, energética y ecológica es una oportunidad democrática que no debemos dejar escapar».
Sostiene Javier de Lucas, catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía Política en el Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de Valencia, y autor de 24 libros y más de 300 artículos, que Jarauta pone en el centro de su obra, de su magisterio y de su compromiso político la metáfora del regreso al hogar y del viaje que, mientras tanto, da la vida.
En referencia a «los otros Ulises», a los que Jarauta dedica también mucho de su tiempo, dice De Lucas que «hay que atreverse a la osadía de ir al otro lado de lo invisible, aunque ello encierre el riesgo de acabar en el ámbito de lo terrible, peor aún que lo desconocido, como ha escrito Francisco Jarauta en otro de sus maravillosos textos, a propósito de Rothko: 'Como Turner en Venecia, Rothko quería ir siempre más allá de lo visible de las cosas. Aunque esta decisión lo precipite en el corazón de las tinieblas y lo haga ciego. Allí está la muerte, pero también el límite transfigurado'».
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Berta Sichel, exdirectora del departamento de audiovisuales del Museo Reina Sofía de Madrid, y comisaria y escritora de arte contemporáneo, cuenta que «escuchar a Francisco Jarauta narrar sus viajes por ciudades anónimas es un soplo de brisa fresca». Aventuras, quizás fábulas, sobre ciudades «que son más que lugares únicamente habitados, más bien localidades de recuerdos y deseos. Y siempre que le escucho me acuerdo de Borges en el epílogo de 'El hacedor': 'Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas...'». Una forma de narrar que, recuerda Sichel, pareciera «como las pinturas de Matisse». No en vano Jarauta, catedrático jubilado de la UMU, con estudios de Historia, Historia del Arte y Filosofía, en las Universidades de Valencia, Roma, Münster-Westf., Berlín y París, y cultivador del ensayo por excelencia, ha sido también curador de exposiciones. Este fue el caso de la muestra 'Matisse y la Alhambra' (1910-2010'.
«Como Matisse –insiste Sichel–, Paco incorpora en sus narraciones colores y tonos absorbentes, enfatizando sus impresiones de estos momentos efímeros en el tiempo, como son los viajes».
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Excelente cronista de viajes –recordemos sus relatos en 'El País', sobre Berlín, una de sus ciudades fetiches–, entusiasta de Kierkegaard, Viollet-Le-Duc, Mallarmé y Walter Benjamin, explorador de nuevas fronteras y nuevos territorios, excitador de conciencias, dibujante de los nuevos escenarios de la globalización, mimador de libros, políglota, lector de 'Le Monde Diplomatique'... Jarauta es muchas cosas. ¡Y amante! ¡Siempre! Como observa un regio poeta, Antonio Lucas, «fuera de la palabra crece la barbarie».
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