Todos tenemos una herida
Mesa para cinco ·
Mesa para cinco ·
Estoy en un avión cruzando la península. Tengo una promo, un concierto, un ensayo, el mundo vuelve a girar, yo lo sobrevuelo, y de nuevo siempre tengo cosas que hacer. Que no ha sido fácil lo sabemos todos, nada que añadir, nada que contar. Lo ... hemos conseguido después de mucho tiempo de esfuerzo. De fe y fuerza y apretar los puños y los dientes y dos años después estamos aquí, a no sé cuántos mil pies del mundo, mirándolo desde arriba, y él sin más, ahí, cómo si nada hubiera pasado, mientras nos quitamos la mascarilla y le sonreímos aún con el miedo en el cuerpo.
Publicidad
Esta semana se me ha echado el tiempo encima entre exámenes, viajes y entrevistas. Y ahora, en este tiempo en el avión, debo sacar un momento para pensar sobre qué hablaros en este espacio blanco y libre del periódico. Mi hermano Óscar a mi lado en el asiento me dice que hable de la suerte, esa paloma extraña que hemos visto sobrevolarnos tantas veces, ir y venir, alejarse, santificarte o defecar sobre ti, sin control. Y me parece lindo y acertado. Pero he decido que este año cada letra, cada frase que escriba, debe ser muy real, muy carne de mi carne y muy sabrosa y turgente y viva. Para poder morderla bien y sentirla de verdad. Así que me miro, después de estos años extraños, en el aire, volando de nuevo, me miro y me veo y la verdad es que lo único que tengo claro es que tengo una herida.
Tengo una herida. La tengo desde hace mucho. Es una herida de amor y de personas que ya no están, de errores grandes y de olvidos que no consigo. Una hipertimesia, una condena al permanente recuerdo, una limerencia profunda que va y viene. Vivo con mi herida. La lavo pero no cura. Todos tenemos una herida. Esta parece ser la mía. Mi herida me influye, me inspira, me apasiona. Vivo solo.
«Vivo con una gata»
Vivo con una gata. Vivo con mi herida. Las tres frases anteriores son ciertas. La ausencia de una persona se me hizo herida, la herida se me hizo después casi persona, y vivo con ella. Qué locura y qué vueltas da la vida. Le hablo, a mi herida, es importante mantener una conversación fluida con ella. Me conoce y me juzga y me dice cosas, casi siempre acertadas. A veces hirientes. Cómo no iba a ser hiriente a veces una herida. No crece, me deja a ratos ilusionarme, pero sigue ahí. Late los días previos a una tormenta. Sonríe ante las presunciones del verano, tan habituales donde moro desde hace ya casi dos años.
Publicidad
Dos años, nada para una herida. El tiempo de las heridas no es humano. Es un heterocronía, un no lugar, una categoría distinta donde leo, estudio, compongo canciones y escritos sobre mi herida y se las canto y se las cuento y me sonríe. Se ve mi herida reflejada en mis palabras y le gusta, creo. Es tan real mi herida que cuando ceno solo realmente ceno con ella. Siempre. Mi cama no es de matrimonio por azar o comodidad, es porque seguimos siendo dos. Mi herida y yo. No es una pena, porque no es solo pena, no es un drama, tiene momentos alegres, cómicos, graciosos, nos mimamos, me hace bromas. Nos dedicamos, todos, todo el rato, tal vez sin saberlo, a hablar de nuestra herida, a crear a través de ella, a comprarle casas, a rendirle cuentas, a hacerle espacio, la comida, a huir a veces. Si vas a ser mi herida, le digo a mi herida, tienes que saber que vamos a cuidarnos, que vamos a convivir, que vamos a ir juntos hasta el final. No hay duda, herida mía. Sé que nunca se irá. Será siempre mi herida, y ya está.
El amor en el futuro será o no será o a mí qué cojones me importa ya, lo único real que conozco en esta vida eres tú, herida mía, que al mismo tiempo me esperas en casa y me acompañas de viaje, que eres motor y meta, causa y efecto, dolor y vida, herida mía, tan piel y hueso como memoria, como presente, que hoy otra vez, en un avión que cruza la península entre el atlántico y el mediterráneo, me pides de nuevo paso en la cabeza, hueco en la libreta, razón en mi discurso, para que te sienta, para que te cuente, para que te lleve, como hago siempre, como he hecho siempre, siempre muy dentro. Para siempre.
Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.