Recuerda con risa franca, abierta como ese acento murciano que aún se atisba, relajado, en su hipnótica cadencia, que Pepe Sacristán le dijo en una ocasión que ser actor en España es como ser torero en Noruega. En su interminable lista de agradecimientos, reposados por ... los años y el aprendizaje a golpe de personajes, Ginés García Millán reclama como máximo logro vivir del oficio que ama y que le impulsó a soñar su vida desde el lumbrerense Hotel Salas en el que se crió, fascinado por Paco Rabal, Fernando Fernán Gómez, María Isbert y José Luis López Vázquez, inmensos en los televisivos Estudio 1. Generoso en sus pasiones, sencillo en sus amistades, acumula gente querida de cada etapa y paso, y se antoja en él ese amigo sin fisuras, ese tipo sincero, que estará ahí contra viento y marea.
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Animal de teatro, refugio al que vuelve una y otra vez para conectar con su más desnuda esencia, tres décadas de dedicación y honestidad han blindado entre García Millán y la pantalla, grande y pequeña, una relación de amor recíproco. El deporte fue su puerta de salida de Puerto Lumbreras a Murcia y, posteriormente, a Valladolid, pero la Seminci, el profesor Ángel Valle y sus intuiciones de niño le apartaron de la portería de fútbol para llevarle, sin remisión ni titubeos, a la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Recién acabada la gira teatral de 'Amistad', de Juan Mayorga, y tras la proyección en salas de la hasta ahora última película de Alfonso Albacete, 'La novia de América', acaba de estrenarse en Atresplayer la serie procedimental 'Una vida menos en Canarias', en la que comparte cartel con Natalia Verbeke.
A unos meses de cumplir los 60, con elegancia y carisma innatos e intactos, está inmerso en la adaptación televisiva de la primera novela de la también actriz Elvira Mínguez, 'La sombra de la tierra'. Despojado con el tiempo de manías, en los camerinos siempre le acompaña alguna foto de su gente y un libro de poesía, dos de sus anclajes vitales. Leal y nada olvidadizo de sus orígenes, sin tibiezas en ocupaciones y preocupaciones, encara un momento personal de pleno disfrute. Con la generosidad vuelta hacia él mismo como un sanador espejo, ha conseguido acallar a ese juez autocrítico que en el pasado le restó certezas y felicidad a este hombre de los mil y un personajes, de Hamlet y Vania a Adolfo Suárez o Juan Pacheco, y una única alma.
12.00 horas. Me gusta llevar, en el camerino y en los ensayos, alguna foto o recuerdo de mi gente, y siempre algo de poesía, como la de mi querido y admirado Eloy Sánchez Rosillo, que me ha acompañado en mis obras importantes y me ha salvado la vida en algún momento. Ya desde mi primera juventud me tocaron para siempre Antonio Machado, García Lorca, Juan Ramón Jiménez o Miguel Hernández. El teatro es como la poesía, o te toca o no te toca. Para mí no hay piropo mayor que sentir el silencio en una función, cuando el público se conmueve y sientes su respiración, su congoja. Eso es impagable.
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8.00 horas. Me gusta madrugar dentro de lo posible, y desayunar con un café. Lo primero que hago es leer las noticias de mi tierra, tengo ese vicio, aunque me lleve algunos disgustos de vez en cuando. Echo un vistazo a la prensa nacional y pongo la radio. Tenemos un país extraordinario, con gente con mucho talento, y perdemos demasiado tiempo en diferenciarnos y separarnos. La tendencia a polarizar nos hace echar a perder grandes oportunidades, también en los sitios pequeños. En mi pueblo se han cometido errores por no defender las causas comunes, lo que nos llevó a perder el parador nacional. Hay que darle valor a la educación, a la sanidad. Una de mis preocupaciones es ver cómo la ultraderecha se ha instalado en las instituciones y comprobar cómo eso está afectando a nuestra sociedad y a nuestros derechos.
17.00 horas. Es probable que hasta abril, cuando acabe el rodaje de 'La sombra de la tierra', no pueda ir a casa. Murcia es una tierra con buenas compañías de teatro y grandes actores y actrices, a los que hay que dar las mayores oportunidades. Hay muchas obras interesantes, y debe haber una voluntad real para que en la Región, que tiene teatros magníficos, ninguno se quede sin ofrecerlas.
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18.00 horas. Siempre supe que mi manera de estar en el mundo era ser actor y dar lo mejor de mí a través de personajes que otros escribieron. En lo personal y lo profesional, la intuición juega un papel importante. Hay que escuchar a la tripa y al corazón. A veces se equivocan menos que la razón aunque, si te vas a equivocar, que sea por amor.
20.30 horas. El posicionamiento de la Academia [respecto a los casos de Carlos Vermut y Armando Ravelo] está claro. Hay gente que ha sufrido mucho, que no ha podido denunciar en su momento y que ha sobrellevado un peso muy grande. Se tiene que dar luz a estas situaciones y estar siempre con las víctimas.
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15.00 horas. Me siento afortunado y querido, e intento saber corresponder. Siento amor por Puerto Lumbreras, mi tierra, mi lengua, mi familia, que lo es todo para mí. Intento los fines de semana quedar con mis hijos, que viven también en Madrid, y con los amigos, aunque últimamente estamos todos muy ocupados y hay que hacer encaje de bolillos. En este ritmo enloquecido que llevamos, hay que responder a la necesidad de parar y encontrarte con la gente, reírte y quitarle importancia a las cosas. La vida pasa muy rápida.
13.30 horas. Me he criado en una cocina, pero no soy nada cocinillas; hago cuatro cosas para salir del paso. Tengo unos amigos estupendos, como Dani Albaladejo, que hacen unos arroces increíbles.
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