Bajo el pie izquierdo de la talla del San Francisco de Asís que se conserva en la iglesia de San Sebastián, parroquia del municipio segoviano de Villacastín, firmó su obra Francisco Salzillo. Un detalle que, con el paso de los años, quedó oculto por una gruesa capa de polvo. Una reciente restauración ha revelado ahora su autoría y la fecha en que realizó la pieza, en 1763.
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«Sabíamos que era bastante buena, pero no imaginábamos que tendría este calibre», aseguró la restauradora Clara Delgado durante la presentación de los trabajos, según recoge una nota difundida por la Diócesis de Segovia. Esta profesional madrileña comenzó a restaurar la escultura a finales de 2021 por encargo del párroco de Villacastín, Juan García Gorgojo.
No obstante, este descubrimiento no hace más que demostrar lo que ya se sabía. «La firma lo corrobora, pero teníamos clarísimo que esa talla era de Salzillo, porque es igual a otras que todavía se conservan, como el San Francisco de Asís del monasterio de San Juan de la Penitencia, en Orihuela (Alicante), o en la iglesia de los Capuchinos en Murcia», asegura la directora del Museo Salzillo, María Teresa Marín, sobre una obra «ya estudiada por José Miguel Sánchez Peña» que recogió sus evidencias en el artículo 'Nuevas aportaciones a la obra de Salzillo', publicado en 1986 en la revista 'Imafronte' de la UMU. El restaurador y escultor «no tenía clara la fecha y lo databa entre 1754 y 1758, aproximadamente». Este es un descubrimiento «importante» que «nos llena de satisfacción», dice la directora del museo. «Que hablen en otros puntos de España sobre Salzillo y se refieran a él como el mejor escultor del Barroco español es siempre un orgullo para los murcianos».
La restauradora Clara Delgado explicó que, en la firma, se ha seguido un proceso de restauración cromática, puesto que «no se puede reproducir» la del escultor. Destacó, además, tres curiosidades de la talla: los ojos de cristal «como si fueran una bombilla»; la rocalla, hecha de roñas –corteza de los pinos– pegadas, enteladas y policromadas; y el cinturón del santo «incrustado con un clavo» que no se puede quitar. «Está todo hecho de una pieza», detalles que demuestran que es un Salzillo, «una joya» para la parroquia, el pueblo y la provincia por su envergadura.
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