Borrar
María Manzanera (Murcia, 1946), con su cámara Nikon, su compañera más fiel. Nacho García / AGM
Escenas de una huerta en vías de extinción

Escenas de una huerta en vías de extinción

La veterana fotógrafa María Manzanera publica el libro 'Murcia y su huerta', un alegato en defensa de un territorio donde aprecia que «la belleza y la destrucción conviven a cada paso»

Jueves, 25 de enero 2024, 12:44

María Manzanera (Murcia, 1946) retrata en 'Murcia y su huerta' (Diego Marín Editores, 2023) una huerta en vías de extinción. «Me mueve la intención de que estas fotografías sean una llamada sobre la huerta. No pierdo la esperanza de que, alguna vez, haya alguien poderoso y especialmente sensible, que se dé cuenta de que tenemos un tesoro único en Europa y que hay que salvarlo a toda costa. Mientras, si los murcianos van conociendo un poco más de ella a través de mis fotos, ya es bastante».

La veterana fotógrafa, investigadora, historiadora, coleccionista y comisaria, por muchos años profesora de fotografía en la Universidad de Murcia, insiste en que «de verdad que me causa un dolor físico ver que aquí hay gente, la mayoría de gente, que no conoce la huerta. ¡No tienen ni idea! Cuando yo empecé a subir fotos a redes sociales la gente me felicitaba porque era una sorpresa para muchos de ellos. ¿A nadie se le había ocurrido salir a dar un paseo por la huerta? Y si salen de Murcia se van a otra ciudad, pero hace falta que aquí se conozca más».

Un gallo vestido con su mejor plumaje. Bancales en Llano de Brujas. MARÍA MANZANERA

En este libro los lectores disfrutarán encontrándose con escenas que alguna vez han formado parte de nuestras vidas. Por ejemplo, las zarzamoras que crecen en las orillas de muchas acequias, la ropa tendida en las cuerdas sostenidas por cañas, las tinajas rojas a la sombra de unas plataneras, gallos vestidos con sus mejores plumajes, las sendas cuajadas de vinagrillos, los cauces a cielo abierto...

«Hay acequias que ya no están», denuncia. «Yo he visto a la gente llorar porque iban a entubar la de Pitarque»

Manzanera, a sus 76 años y apoyada en un bastón de senderista, todavía se deja caer por algunos de estos lugares que aguardan a cualquiera que salga de la ciudad y quiera explorar un territorio que fue otrora un vergel y hoy conserva aún reductos casi vírgenes. Muchas de estas fotografías las tomó en las últimas dos décadas. Tomaba el autobús –daba igual el número– cerca de la plaza de toros y emprendía un viaje con su cámara que cada día era distinto. Una alumna de un curso de fotografía, Consuelo Molina, psiquiatra, se ofreció a llevarla en su coche también en estas incursiones. «Fuimos a Sangonera la Seca y vimos una cosa preciosa, ¿por qué nadie sabe que allí hay unas Salinas Reales? Están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), y abastecían el Reino de Murcia desde el siglo XIII. Ahora bien, no tienen nada que ver esas tierras con las que encuentras en Llano de Brujas, cuna del excelente poeta Francisco Sánchez Bautista, donde el paisaje según las plantaciones de cada temporada es totalmente verde».

Las cifras

  • 18 metros mide el almez de Puebla de Soto, en un paraje llamado Molino de la Olma. «Es una gran satisfacción que en Murcia, donde parece que se tiende a destruir árboles, contemos con este ejemplar catalogado entre los 10 mejores de España. En India es sagrado».

  • 40 centímetros de diámetro tenían los plátanos de sombra que bordeaban la acequia de Casteliche, en Monteagudo. Hoy solo se conservan en ciertos tramos. «Nuestra tristeza no tiene límites», dice Manzanera, «la huerta sigue siendo una tierra sin ley, tierra de nadie».

  • XVIII-XIX De estos siglos son las casas-torre, como la de Almodóvar; acogían a familias nobles. Hoy impresionan por su mal estado.

«Yo recuerdo que huerta era donde hoy ponen el mercado de los jueves en La Fama; mi padre, que era maestro, me sacaba siendo yo pequeña y nada más rebasar el campo de fútbol de La Condomina enseguidica estaban los bancales». Algunas veces, en los sotos del río frecuentó a los tratantes de caballos, mulas y burros. «¡Estaba siempre a reventar! La gente iba allí a mirarlos».

Los abuelos paternos de María, y el abuelo materno, que era médico, nacieron en la huerta. Precisamente ella dedica a Elisa, su nieta, este libro, «con todo mi cariño y con la esperanza de que cuando sea adulta, Murcia y su huerta hayan mejorado hasta el punto de que pueda enorgullucerse de ser murciana».

En estos 20 años que han transcurrido desde las primeras fotos de este libro «hay acequias que ya no están», denuncia Manzanera, que no pertenece a Huermur ni a Huerta Viva, pero coincide con muchas reivindicaciones. «Yo he visto a la gente llorar. Tengo una amiga de El Esparragal, y por delante de la puerta de su casa pasaba la acequia Pitarque, y la pobre lloraba y lloraba cuando le dijeron que la iban a entubar. Pero, ¿por qué?».

Acequia Santa Cruz, Llano de Brujas, 2016. Una mujer lava junto a la acequia, en Aljucer. MARÍA MANZANERA

Dice María Manzanera que en la huerta de Murcia belleza y destrucción conviven a cada paso: «La huerta que fotografío es la que conocí de niña, una huerta escogida, que aún existe pero ahora hay que buscarla. Fotografío solo una cara de la moneda, fotografío aquello que hay que defender, que debe perpetuarse, que nos hace desear una huerta cuidada y poderosa de la que todos los murcianos nos sintamos orgullosos».

En la introducción del libro, Laura Cano, doctora en fotografía contemporánea, ensalza estas «visiones amables» de Manzanera sobre Murcia y su huerta, «repletas de elementos arquitectónicos, paisajísticos y sociales. La frescura de sus encuadres en formato vertical logra captar variados juegos visuales generados por los reflejos del cristal, del agua y de la luz.

María Manzanera (Murcia, 1946), con su cámara Nikon, su compañera más fiel. Nacho García / AGM

Ello demuestra la lucidez que tiene frente a lo que está ocurriendo en su entorno, extrayendo el ritmo orgánico de sus destellos y formas». Esa perspectiva personal que adopta Manzanera en estas imágenes, pondera Laura Cano, especialista en la creación fotográfica de María Manzanera, tiene un valor añadido: «una clara concienciación sobre el valor de este patrimonio natural e incitan al respeto y cuidado que se merece».

La flora, la fauna y la red de acequias, con elementos característicos del paisaje huertano como La Contraparada y las acequias mayores Alquibla y Aljufía, las norias, los puentes, los molinos hidráulicos y las casas-torre forman parte de este territorio histórico del Valle del Segura, universalizado por viajeros, artistas y literatos que, sin embargo, se pierde lentamente.

Entubar, un dolor

Dice Manzanera que estos tesoros no enamoran a todos. «Mi dolor es ver la huerta como la tenemos. Y también mi desesperanza es ver la corrupción que hay alrededor de ella. ¿Qué se puede hacer para eliminar esto? Esto solo cambiará con líderes honrados». Los entubamientos de acequias le han dejado muy afectada en estas dos décadas. De muchos de ellos fue testigo incluso de cómo la policía cruzaba los brazos pese a las denuncias obedeciendo, sobre todo en tiempos del alcalde Cámara, «órdenes de arriba». Ballesta avanzó en la recuperación del patrimonio y Serrano paralizó el entubamiento de Benetúcer y propuso un plan para desentubar las acequias.

Adelfas y cañas junto al cauce en Puebla de Soto. Acequia Aljufía a su paso por La Albatalía, en 2015. MARÍA MANZANERA

«La conclusión que yo saco de todo esto es que, en general, no todos los que viven en la huerta la aman como tal. Ellos viven allí, y tratan de vivir lo mejor posible, a costa de lo que sea. Si para entrar con el coche en su chalé han de construir un puente y romper una acequia, lo van a hacer. Si vivieran en Murcia, quizás tenían que aparcar el coche en Sebastopol...». También vio a otros que querían la huerta, y mucho. Ahora bien, «los que dicen defenderla, la Junta de Hacendados, persisten en sus ataques, y en cada agresión se pierden acequias, es decir, árboles y vida».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Escenas de una huerta en vías de extinción