ELENA DE LARA GIL
Martes, 2 de febrero 2021, 01:24
«¿Te imaginas un mundo en el que los complejos no existieran? ¿Te imaginas que tener un defecto te hiciera ser único e irrepetible? O ... mejor, ¿te imaginas poder verle algo positivo hasta al peor de los defectos? Si te lo puedes imaginar, puede ocurrir. Ven al mundo de 'Ilustrejos' y descubre cómo un problema puede ser una solución».
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De este modo invita Ana Gil Moreno (Balsicas, Torre Pacheco, 1995) al lector a adentrarse en su primer álbum ilustrado. Es una joven de 25 años que reside en Valencia desde que comenzó allí la carrera de Bellas Artes hace siete años. «Me encanta vivir aquí porque me parece un lugar repleto de estímulos: desde su arquitectura hasta la simple cotidianeidad de esta ciudad me inspiran mucho». En Valencia se ha especializado en Ilustración y Diseño Gráfico, y actualmente se dedica de lleno a la ilustración.
El fin de sus estudios en la Universidad de Valencia le llevarían a crear su bien más preciado del momento. 'Ilustrejos' nació en 2019 tras varios meses de frustración en los que Gil intentaba dar con una temática para su Trabajo Final de Grado (TFG). Asegura que contaba con numerosas ideas, pero todas parecían ya escogidas por el resto de sus compañeros. Sin embargo, un día las musas se dirigieron hacia ella: «De repente, me vino a la mente la idea del complejo. Todo surgió a partir de un comentario bastante gracioso de mi madre hacia mi padre. En la familia de mi padre siempre ha existido un complejo importante: las narices grandes. Así, en una ocasión mi madre le aseguró que si hubiese una lluvia de gafas él se las llevaría todas porque seguro que irían a parar directas a su nariz». Este fue el precedente del libro que ahora presenta.
Cuando el proyecto brotó en su cabeza, tuvo dos cosas claras: una, que debía escoger el formato de álbum ilustrado para que el mensaje se mostrase lo más visual posible; otra, que su obra sirviese para trabajar de una forma sana el amor propio. «'Ilustrejos' se dirige a todo tipo de públicos, pero sobre todo se enfoca hacia los preadolescentes, que parecen vivir una especie de crisis existencial constante acerca de sus inseguridades físicas».
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La ilustradora pretende que su trabajo llegue a estas personas para que comprendan que lo que parece un defecto puede resultar, en realidad, una característica propia que les haga únicos. La dibujante pone un ejemplo: «Esa chica acomplejada por tener una paleta montada sobre otra podría tomarlo como un detalle que la convierte en un ser inigualable».
En el álbum aparecen diez tipos diferentes de complejos. Desde las ya mencionadas narices voluminosas, a la diferencia de tamaño entre un pecho y otro, el exceso de pelo y la elección de depilarnos o no, las orejas grandes... hasta la calvicie. Todas estas obsesiones se pueden potenciar de forma positiva.
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Así, la autora de Balsicas no solo revela a partir de sus dibujos los defectos físicos que condicionan a muchos, sino que también aporta descripciones escritas sobre ellos y consejos o curiosidades sobre las ventajas de albergar dichas imperfecciones. «Algunos estudios revelan que el hombre que alberga una nariz prominente puede atraer más a las mujeres, por ejemplo».
Ana Gil escoge trabajar más allá de las taras físicas. El personaje principal de su obra, que aparece en la portada, es una persona no binaria, es decir, aquella persona que no se identifica con ningún género. Así espera poder aportar su grano de arena para visibilizar a un sector de la población que en numerosas ocasiones ha sido ignorado o menospreciado.
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Lo que afloró como un Trabajo Fin de Grado (TFG) se ha transformado, después de recibir muchos 'no' como respuesta por parte de las editoriales, en un libro publicado por el sello valenciano Gusanillo, liderado por Lara Ferrer Camarena.
'Ilustrejos', un libro para educar en la diferencia, tiene como objetivo que el lector sepa verse reflejado en él y logre aceptarse tal y como es, para, incluso, comenzar a amar lo que considera que son defectos. «Hice este proyecto porque lo vi necesario para la sociedad tan enferma en la que vivimos. De esta forma, espero ayudar a que la gente construya valores de respeto hacia los demás y también que aprendamos a encontrar lo positivo de nuestras supuestas lacras», concluye.
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