Las dos caras de la moneda
Mesa para cinco ·
¿Cuál es el valor intrínseco de las obras? ¿Que alguien esté dispuesto a pagar un precio por un objeto artístico concreto implica que ese es su valor?Mesa para cinco ·
¿Cuál es el valor intrínseco de las obras? ¿Que alguien esté dispuesto a pagar un precio por un objeto artístico concreto implica que ese es su valor?Durante uno de los ciclos del desaparecido Centro de Arte Contemporáneo La Conservera, una pareja de adolescentes enamorados se fugó del instituto cercano para cobijarse ... en sus salas, aprovechando la ocasión para vandalizar -con más inocencia que mala intención- una instalación que se desplegaba por el suelo del espacio. Las cámaras de seguridad que les habían pasado desapercibidas no dejaban lugar a las dudas y fue fácil localizar a la madre de ella, que acudió para ser informada del suceso. El entonces director le explicó que la menor de edad había dañado una obra valorada en 200.000 euros y la señora, visiblemente afectada, se ofreció a pagar 20 euros al mes hasta saldar la deuda. Era obvio que había entendido que se le reclamaban 200 euros, pero es que, bien pensado, lo irracional era pensar que aquella pieza, maravillosa por otra parte, pudiera costar seis cifras.
Publicidad
Los aspectos comerciales y económicos del mundo del arte suelen reclamar mucha atención y es frecuente que los precios de las obras se utilicen como argumento para evidenciar su supuesto sinsentido -en el mejor de los casos- o vocación fraudulenta -en el peor-. No es menos cierto que hay obras excepcionales que se venden por dos reales y auténticas bazofias por cifras estratosféricas, porque el precio de una obra no determina su valor. Pero es que esto es así tanto dentro como fuera del circuito artístico. Es más, el arte y el mercado del arte son dos cosas bien diferentes, y si bien el mercado depende del arte para darse, este puede existir sin mercado. ARCO, que se clausuraba la semana pasada, tiene la virtud de evidenciar lo peor y lo mejor de ambos.
ARCO, en tanto que feria, podría publicar los resultados de las ventas, su fin último, pero su directora ha declarado que no disponen de los balances exactos. A cambio disponemos de otras cifras, publicadas en The Artsy Art Fair Report 2024, que describen un ARCO irrelevante en volumen de negocio. Y es que si en el año 2000 había unas cincuenta ferias de prestigio internacional, esa cifra se ha multiplicado por seis en 2024 -fairtigue-, aunque en nuestro país el coleccionismo sigue siendo muy minoritario. Permítanme la deformación: no puede haber balance porque hay un desequilibrio estructural.
¿Por qué cuando hemos convenido que el arte contemporáneo no se puede juzgar exclusivamente por las apariencias nos limitamos a 'ver'? ¿O es 'dejarnos ver'? En el arte actual todo es críptico. No me refiero solo a las obras en sí. Es que no es sencillo acceder a los precios. El dinero es sucio. Parece que las ferias son a los galeristas lo que las residencias a los artistas; no importa lo que se venda o lo que se produzca, se trata de generar deseo, de acumular capital simbólico, de visibilidad, de reconocimiento, de plusvalía. Si no estás no tienes legitimidad: no existes.
Publicidad
¿Cuál es el valor intrínseco de las obras? ¿Que alguien esté dispuesto a pagar un precio por un objeto artístico concreto implica que ese es su valor? ¿Existe un precio justo? Mucho antes de que Adam Smith desarrollara su teoría del valor o de que Marx analizara el 'despotismo del capital', grandes teólogos y pensadores españoles se habían dedicado ya a la conciliación de catolicismo y capitalismo. El padre de la economía moral lo es también de la Escuela de Salamanca, Francisco de Vitoria. Fue allí donde se sentaron las bases de la economía de libre mercado y de la teoría subjetiva del valor. Uno de sus últimos representantes, Juan de Lugo, expuso en 'De Iustitia et Iure' (1642) cómo el precio de mercado de un bien tiene su origen en la valoración subjetiva y no en sus cualidades objetivas. Él afirmaría que «solo Dios puede conocer el precio justo matemático», por lo que nosotros, simples mortales, nos debemos conformar con el precio de mercado. Este será siempre el más justo -se ajuste o no a nuestras preferencias personales-.
Existen bienes de valor incalculable como la vida, la bondad, el honor o la dignidad. Pero es que el capital simbólico se puede reconciliar con la idea de justicia. Por eso Taylor Swift pidió un dólar a su acosador. Por eso el suceso de La Conservera se solucionó sin intercambio monetario gracias a la razón y la buena predisposición de todos. Siempre habrá fraudes. Como en todos los ámbitos. El más dañino, de hecho, es el actual fraude político e intelectual, no el que pueda existir en el arte. Los precios siempre se verán sujetos a estimaciones humanas, y está bien que así sea. Lo contrario atentaría contra nuestro bien más preciado, la libertad.
Primer mes por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.