Lunes 16 de noviembre

Toda la mañana de Zoom con tutorías de TFG. Apenas te da tiempo a nada entre una y otra reunión. Ni te levantas de la silla. Este año tienes diez alumnos tutorizados.

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A las cuatro, entrevista –también en Zoom– para TV3 sobre 'El don de la siesta'. Una paradoja que sea precisamente a esa ahora. Al terminar, intentas dormir pero no puedes. Estás saturado y te duele la cabeza.

Le dan el Premio Cervantes a Francisco Brines. Es un gran poeta, aunque no te entusiasma. Esperabas, como todos los años, que lo ganase Vila-Matas. Nunca aciertas.

Continúas preparando la intervención del congreso que tienes el jueves en la Universidad de Barcelona. 'Arte y comunidad'. Te ves fuera de juego y quisieras decir que no. Ojalá te pusieras enfermo para no ir. Pero no serviría, porque lo haces desde casa. Crees que no tiene sentido de lo que vas a hablar. Estás desfasado. Te entra el miedo porque estás en otro lugar.

Martes 17 de noviembre

Clase por la mañana. Antes, presentas unas facturas en el Ayuntamiento. Es la tercera vez que vas. Burocracia sin sentido.

En clase hoy todo funciona. Lo compruebas en las miradas de los estudiantes.

Noticias sobre la vacuna. Jarros de agua fría. Margarita del Val dice que las cosas no son tan fáciles como nos cuentan.

Por la tarde, entrevista 'online' para el ciclo 'Leja 82' de la Biblioteca Regional. Conversación agradable. Estás a gusto y se nota.

España gana 6-0 a Alemania. No sientes euforia alguna, como si no fuera contigo lo que está sucediendo. Continúas viendo 'The Crown'. Te apasiona hoy más que el fútbol.

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Miércoles 18 de noviembre

Lees en los momentos libres 'Ese famoso abismo', el libro de conversaciones entre Anna Maria Iglesia y Enrique Vila-Matas. Cada respuesta te suscita unas ganas tremendas de escribir. Con pocos autores disfrutas tanto. Cada frase es una invitación a la lectura y a la escritura. Su prosa exuda literatura.

Clase sobre Lacan. Hoy los alumnos preguntan. Se cuestionan cosas. Por primera vez, sientes que el debate y las ideas realmente fluyen.

Por la tarde, encuentro en el Festival Cuéntalo de Logroño. Lo tenías apuntado desde antes de la pandemia y te hacía una especial ilusión visitar la ciudad, a la que nunca has ido. Pero al final es todo 'online'. Has comprado una cámara y un micrófono. Esto de los vídeos va para largo. Tu despacho se ha empezado a convertir en un pequeño estudio de emisión. El escritor como 'broadcaster'.

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La conversación con Héctor Abad Faciolince es un privilegio. 'El olvido que seremos' es uno de los mejores libros que has leído jamás. Un libro memorable, emocionante, necesario. Uno de esos libros a años luz de lo que tú puedes escribir.

Habláis de literatura y dolor, de violencia. Héctor se interesa por tu libro. Mientras hablas te bebes dos cervezas y acabas eufórico. Te habría gustado muchísimo compartir esas cervezas en Logroño con Héctor. La pandemia también ha roto la posibilidad de generar vínculos y afectos.

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Tras la charla, episodio de 'The Crown'.

Jueves 19 de noviembre

Toda la mañana respondiendo mails y preparando el Power Point de la presentación del día siguiente en Barcelona. Mientras lo haces, tienes de fondo la primera jornada del congreso. Conforme lo ves, sientes aún más nervios y responsabilidad. Las referencias que manejan ya te son ajenas. Te invade con fuerza el síndrome del impostor.

Twitter habilita los mensajes de voz y las 'stories'. Hay algo de desencanto en cada renovación. Es la experiencia de la modernidad: la continua producción de lo nuevo, y también la continua creación de lo viejo. Uno tiene que ir acostumbrándose a que todo cambie, y también uno va perdiendo una y otra vez todas aquellas rutinas a las que ya se había hecho. Si algo diferencia al presente respecto al pasado es, sin duda, esto, esa sensación de estar constantemente cambiando, y también la ansiedad de estar desincronizado con el presente. Ya no hay nada que valga para siempre.

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Por la tarde, tutorías. Tiene algo especial, la universidad por la tarde.

Mientras cenas, último episodio de 'The Crown'. Te quedas con ganas de más.

Después, te encierras a preparar la charla del día siguiente. Te acuestas de madrugada y duermes mal.

Viernes 20 de noviembre

A las diez, tienes tu intervención. Sale mejor de lo esperado y al final parece que tiene algo de sentido. Hablas del arte como respuesta a la precariedad en las narrativas de la crisis. La literatura es tangencial al tema del congreso, pero parece que funciona. Terminas y respiras aliviado. Te juras no volver a comprometerte en algo así durante un tiempo.

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Continúas en el congreso, y mientras suenan de fondo las intervenciones, escribes el diario.

Por la tarde, a las siete, club de lectura en Logroño. Han leído 'Aquí y ahora' y 'El dolor de los demás'. Te gusta el modo en que los lectores conectan esos dos libros. En realidad, son parte de la misma lógica literaria. Como esto que escribes aquí. Parte del mismo impulso que guía tu literatura.

Cierras la sesión de Skype, orinas y te vuelves a sentar, ahora con una cerveza, para otro club de lectura, esta vez en Fuente Álamo. Se hacen las diez y media. Te emociona y te alegra lo que te comentan los lectores. Pero tienes hambre y estás un poco mareado. También te duele la garganta.

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Después, cerca ya de las once, cenas en silencio y con la mirada perdida. Te gusta hablar de tus libros, y lo haces por ellos. Pero es cierto que ya no puedes más. Y que esto comienza a ser demasiado. Duermes mal. Te despiertas a media noche. Sueñas con pantallas.

Sábado 21 de noviembre

Lees suplementos y pasas la mañana esperando una entrevista en la radio que a última hora se suspende.

En la comida, comenzáis a ver 'Los favoritos de Midas'. Luego ves el Madrid.

Por la tarde, presentas tu libro sobre la siesta también por Instagram. Ya no sabes si tiene sentido todo esto. Demasiadas pantallas.

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Apagáis los móviles para cenar. Es algo que vais a hacer a partir de ahora. Al menos, lo pretendéis. Apagar todo a partir de cierta hora. Si algo importante ocurre ya te localizarán de otra forma.

Termináis 'Los favoritos de Midas'. Poco a poco va siendo inverosímil y perdiendo tensión. Lo has escrito aquí en más de una ocasión: hay una tendencia en los últimos años a estirar las historias como un chicle para convertirlas en series. En este caso, seis capítulos que se hacen eternos y que podrían haber sido una buena película.

Domingo 22 de noviembre

Alguien te envía la captura de pantalla: Fernando Savater escribe sobre tus siestas. Le ha gustado el libro y lo recomienda. Te alegra la mañana su opinión. Es una especie de mito para ti.

Tratas de instalar un extensor de wifi pero no sabes y se te va la mañana peleándote con la tecnología.

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En un momento determinado, te quedas mirando por la ventana y, de repente, como de la nada, aparece una idea para tu novela. Sin buscarla. Lo dejas todo, abres el cuaderno y comienzas a apuntar. A partir de ese momento, todo comienza a volver.

Miras de reojo el manuscrito, que tienes en una esquina del escritorio, reposando, esperando a tu regreso, y le dices que ya casi está, que no desespere, que en una semana estás ahí.

Tienes muchas ganas. En realidad, todo lo que haces ahora es una demora para regresar a la novela. Conferencias, textos, tesis, clases, comidas, encuentros con amigos... en todo momento sientes que estás posponiendo esa vuelta a la escritura. Es lo único que quieres ahora. Lo que necesitas. Regresar a esa historia. Volver a perderte en sus páginas. Desconectar. Una vez más.

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