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El Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO) inauguró hace unos días una de sus apuestas de 2023: la exposición 'Cuando acaba el día' de Concha Martínez Barreto (Fuente Álamo, 1978), una de las artistas más importantes de su generación en España, habitual en ferias ... y galerías en Londres, Nueva York y Basilea, que podrá verse hasta el 14 de enero de 2024. Miguel Fernández-Cid es el comisario de esta propuesta que, según los organizadores, remite a un tiempo nocturno, «entendido como ese lugar de soledad y despojamiento de lo superfluo donde la artista se reencuentra con el pasado, con lo escondido, con los miedos más primarios, tal vez no tan alejados de los de nuestra infancia».
Cumpliendo con la voluntad de Martínez Barreto, todas las obras de esta exhibición convocan miedos y deseos, afectos y traumas. «Unas cartas –cuenta la creadora internacional– que al borrarse se reescriben; unas pinturas que ocultan más que muestran; el nido inapreciablemente amalgamado con veneno; los días y sus vacíos; unos pájaros que aletean desesperados por no caer; las miradas de los durmientes profundamente excavadas en el tiempo o la cabaña que es a la vez refugio e intemperie… aluden, todas ellas, a la incertidumbre y a cómo el desamparo habita en el centro de la noche».
Martínez Barreto ahonda en el pasado y lo vivencial. «En su obra prevalece», apunta el comisario, «la ocultación y el misterio, mostrando la dificultad de acceso a los temas principales que entretejen su trabajo: temores, anhelos y tristezas». Este proyecto concebido para el MARCO es el más ambicioso en la trayectoria de Martínez Barreto, y está articulado, como es habitual en sus exposiciones, a través de trabajos pictóricos, fotográficos y escultóricos. En cuanto a la pintura –parte esencial de su obra, según destaca el propio museo–, se presentan obras de nueva producción que sirven como una especie de hilo conductor entre todas las piezas.
«Durante toda mi vida –expresa la artista– no he dejado de traer el pasado a mi obra, como si siempre tuviera algo que reparar, exorcizar o amarrar. Hablar de mi trabajo me resulta muy complicado porque parece que este solo hablara del silencio, de lo indecible, o de lo que solo logro escuchar en la quietud de la noche. El día que acaba, del título de esta exposición, no remite pues a la idea de final, sino a la apertura de un tiempo –el nocturno, o el del silencio– en el que vuelven muchas cosas: el pasado, la infancia, el miedo, lo oculto. Como si existiera un momento en la quietud donde fuera posible romper una membrana tras la que afloraran los miedos y anhelos más primarios».
Para la búsqueda de historias, «hay días con vacíos, de los que no he podido encontrar nada, en los que no ha acabado nada», sostiene la artista. Estos huecos, sin embargo, están en realidad ocupados por unas palabras de Ramón Gómez de la Serna, que solo brillan en la oscuridad: «Era tan niño, que creía aún que el arcoíris quería decir que se acabó la tormenta». «Es como si en el vacío, por el hecho de conectar con los temores más primarios, se sintiera la añoranza por una época –la niñez– en la que el pasado aún no tiene el mismo peso y los problemas no parecen sobrevivir a la travesía de la noche. Una época en la que, al amanecer, pareciera que cada día podía comenzar nuevamente desde cero».
La imagen del nido es algo que siempre acompaña a Martínez Barreto. «Sin duda tiene que ver la atracción que siento por esa oscuridad de las cuevas. Pero los nidos amalgamados que muestro en este proyecto se asemejan además a racimos de pechos, vaginas o sepulcros que parecen hablarme a la vez de vida y muerte. Si bien el simbolismo del nido suele relacionarse con la intimidad y la protección, la estructura que he realizado en estos nidos –al modo de los que construyen los aviones, un tipo de golondrina– me dirige a la idea de sepulcro-cuna a la que aludiera Gilbert Durand: 'En toda gruta maravillosa subsiste algo de la caverna del terror'».
Gérard Wajcman señala en 'La casa, lo íntimo, lo secreto' que la morada nos ayuda a crear opacidad y que con esta nace para el hombre la posibilidad de la sombra y del secreto. «Esta imagen es importantísima en mi trabajo», incide Martínez Barreto: «En un sentido figurado, en mis pinturas genero esa opacidad –y, por tanto, la sombra y el secreto– a partir de fotografías cuyo significado me queda velado: el uso de imágenes anónimas, de las que no sé nada, me sirve para dar cuenta de lo que no puedo comprender, de lo no asimilado, de lo indescifrable, lo temido o lo indecible. De alguna manera, en mis pinturas hay siempre una lucha entre contrarios, entre ocultar y mostrar, entre el equilibrio y el trauma».
En 'Nidos' confluyen imágenes de vida y muerte, de protección y fatalidad. «Dice David Lynch que la casa es el lugar donde todo puede ir mal. El peligro no sólo está afuera, sino que puede surgir en el interior del hogar, y los muros aparentemente de refugio pueden dar paso a los de la opresión o tragedia», sostiene.
La caída, el despertar ansioso de los sueños –similar al del aleteo desesperado del pájaro atrapado– es otro tema que le afecta. Tanto como perderse. «Si Bacon dijo que los niños tienen miedo a la noche y los mayores a la muerte, el primero no desaparece nunca en nosotros, sino que, como señaló Freud, 'nada tenemos que decir de la soledad, del silencio y de la oscuridad, salvo que estos son realmente los factores con los cuales se vincula la angustia infantil, jamás extinguida totalmente en la mayoría de los seres'».
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