Ver fotos

Maestro Espada, formado por Alejandro y Víctor Hernández. Javier Carrión / AGM

Emoción: entre la delicadeza y la palabra

El precioso canto electrónico a la tradición del Maestro Espada y la poesía oral bañada en rap de Laura Sam y Juan Escribano aportan el notable componente rítmico del Rendibú 2022

Domingo, 22 de mayo 2022, 07:33

Cuando uno acude a la convocatoria anual del festival Rendibú, una de las citas culturales más imprevisibles, genuinas y distintivas llevadas a cabo en la Región de Murcia, debe hacer suya la célebre cita atribuida al filósofo griego Sócrates: «Solo sé que no sé nada». Y en esa certeza de la duda es donde reside la clave (y magia) de este evento felizmente inclasificable. Cruzar la puerta del Rendibú es entrar a un universo donde todo es posible, desde volar por las alturas en una experiencia 3D hasta acudir veloz a la llamada musical de lo desconocido. No lo ves, pero lo escuchas. No lo identificas, pero notas la excitación de disfrazarte de detective y encontrar lo que se ubica tras las puertas. Hileras de gente que esperan con impaciencia que se abran las incógnitas y se revele el tesoro. Una caja fuerte sonora a la que se accede desde la calma obligada de la espera compartida. En esta edición, vas escuchando el rumor del sonido y, cuando alcanzas la meta, aparece frente a ti una imponente puerta donde se lee: 'Nuevo folclore murciano. Castañetas y sintetizadores'. Recibes el aviso de entrada y te sumerges de lleno en una pequeña sala donde esperan con una tímida sonrisa los hermanos Alejandro y Víctor Hernández, o lo que es lo mismo, Maestro Espada, una de las propuestas más sorprendentes y fascinantes de la actual escena musical regional. Y lo que ocurre después, durante un breve pero intenso espacio de tiempo, se acerca bastante al milagro.

Publicidad

Más allá de la multitud

Tras las paredes del habitáculo en el que se produce este concierto de formato íntimo donde solamente pueden reunirse un máximo de catorce personas, factor que transforma la actuación en un maravilloso cara a cara con el artista sin escudos ni reservas, el ruido de la multitud es ensordecedor. Es lo que tienen las celebraciones, que acumulan reencuentros, motivan conversaciones a viva voz y provocan la exaltación de la amistad a cada segundo. Sin embargo, Maestro Espada logró construir una especie de refugio soñado donde el silencio interno venció al grito ajeno con extraordinaria sensibilidad, conmovedor talento y canciones sobresalientes.

La poeta y rapera Laura Sam, de Totana y residente en Bilbao, en el Rendibú 2022. Javier Carrión / AGM

Dos fueron los temas que obraron la proeza, una preciosidad inédita que formará parte del esperadísimo disco que se encuentran grabando con Raül Refree, y la deslumbrante 'Estrellica'. Y ojalá hubiera sido una decena más, porque hablamos de una de esas bandas en las que cada riesgo supone una valiosa recompensa, cada quiebro melódico atesora la luz de lo brillante y cada gesto, aunque sea mínimo, atraviesa el corazón.

Maestro Espada es una de las propuestas más fascinantes de la escena regional. Y lo que ocurre después, durante un breve pero intenso espacio de tiempo, se acerca bastante al milagro

Tras varias experiencias musicales previas, los hermanos Hernández descubrieron recientemente las múltiples posibilidades artísticas que habitan en el folclore murciano, decidiendo entonces sumergirse en sus sonidos, armonías e instrumentos más reconocibles. Así, Maestro Espada logra un impresionante y hermosísimo equilibrio entre el ayer y el hoy, la percusión artesanal y el sintetizador analógico, las postales de una tierra que se marchó y la vigencia de unas esencias que mantienen a flote la memoria. Con unas interpretaciones vocales de quitarse el sombrero, una contención hipnótica y una admirable destreza para cautivar desde lo mínimo, el grupo necesitó el tiempo y los elementos justos para justificar con creces las esperanzas depositadas en su propuesta. Más allá continuaba el jolgorio pero, en ese pequeño espacio, Maestro Espada nos regaló una memorable delicatessen.

La palabra

La palabra como espejo, reflejo de cristales rotos, campo de minas y arenas movedizas. La palabra como ring de boxeo, pipa de la paz, grito en el cielo y mirada fijada en el porvenir. La palabra como motor musical, campo de juego, patio trasero de la nostalgia de un futuro repleto de niebla y abismo. La palabra, en manos de la poeta y rapera totanera Laura Sam y las imaginativas bases musicales de Juan Escribano, como única bandera, disparo de salida y llegada a meta. Su propuesta no es para todos los públicos, tampoco parece pretenderlo, y no siempre pone las cosas fáciles, pero cuando dan en la diana, y no son pocas las ocasiones en las que ocurre, la rima y el sonido se funden en un apasionado encuentro de pulsión electrónica, impulso de tinta y torrente literario. Así, canciones como 'Nadie nada'; una estupenda 'No quiero ser yo' elevada por un fabuloso trabajo de guitarra; o las rotundas 'España' y 'Agurra'; todas ellas ubicadas en el recién publicado 'La voz en contra', resultan un descubrimiento de potencia, personalidad, carisma y contundencia.

Publicidad

Las rotundas 'España' y 'Agurra', canciones del recién publicado disco 'La voz en contra' de Laura Sam y Juan Escribano, son un descubrimiento de potencia, carisma y contundencia

Un conjunto de virtudes que se acumulan en el tema con el que cerraron su actuación, 'Siempre en guerra', joya que finaliza con unos versos que merecen poner punto final al recuerdo musical de este Rendibú: «Si yo fuera tú pondría a favor el viento, cambiaría el no doy más de mí por cuánto quieres. Sería valiente. Y en la angustia cosería un sonido como este».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad