'Verso (Las Meninas)', Vik Muniz Museo Nacional del Prado

El cuadro que da la espalda

Mesa para cinco ·

Los enigmas de 'Las Meninas' jamás se agotarán y de algún modo la pintura siempre nos dará la espalda, por más vueltas que le demos

Domingo, 3 de diciembre 2023, 08:13

El Museo del Prado ha anunciado un hito histórico en su discurso artístico; por primera vez los visitantes podrán ver el reverso de 'Las Meninas' ... en una muestra física, sin renunciar a la exposición de la obra maestra de Velázquez en su ubicación habitual. Esta maravillosa estrategia digna del mejor prestidigitador no se ha conseguido gracias a la IA ni a sobrevaloradas experiencias inmersivas, sino a través de una impecable labor de artesanía y recurriendo al tradicional y académico arte de la copia. En 'Reversos' encontramos el único facsímil de la trasera de 'Las Meninas', que es idéntico al original en tamaño (320,5 x 281,5 cm), materiales y tejidos, hasta el punto de que la tela de lino contiene exactamente el mismo número de hilos, 6.340. Por supuesto, también reproduce fielmente los remaches, las manchas oleosas y las vetas de la madera del bastidor. Un auténtico indiscernible, que diría Danto, cuyo autor no es Velázquez sino Vik Muniz, que se suma a una serie de artistas modernos y contemporáneos que entran por primera vez en el Museo Nacional: Van Gogh, Magritte, Fontana, Kirchner o Sophie Calle.

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'Reversos' se podrá visitar hasta el 3 de marzo y está comisariada por Miguel Ángel Blanco, quien después de siete años de investigación ha configurado un itinerario dispuesto en diez capítulos organizados conceptualmente, puesto que la muestra no se limita a darle la vuelta a los lienzos y ponerlos de cara a la pared. 'El artista tras el lienzo', 'Esto no es una trasera', 'Caras B', 'El lado oculto' o 'Más información al reverso' son los nombres de algunas de esas secciones en las que se agrupan el centenar de obras que la componen, algunas de las cuales proceden de préstamos, como el Rembrandt que viene desde el Museum of Fine Arts de Boston. Y es que en la cara oculta de los cuadros podemos encontrar otros cuadros –véase la obra bifaz de la piadosa monja de Martin van Meytens que por detrás ofrece su voluptuoso trasero–, dibujos, trampantojos, inscripciones jocosas o solemnes, apostillas, sellos y etiquetas que revelan a sus propietarios, herederos o restauradores: todo tipo de información sobre su biografía que puede estar allí desde su creación o haber sido añadida.

Los cuadros no son ni inmutables ni estrictamente bidimensionales. Por una parte, el título de 'Las Meninas' no existe hasta que así lo inscribe Pedro de Madrazo en 1843, porque previamente aparece inventariado en 1666 como 'Retrato de la señora emperatriz con sus damas y una enana' y más tarde como 'La familia del Señor rey Phelipe Quarto'. Además, sabemos que la Cruz de Santiago fue pintada al menos tres años después o que el marco actual es de la década de 1920. Por otra parte, la principal aportación de esta exposición es ubicar el soporte como objeto de análisis. Esto es, subraya la naturaleza objetual de los cuadros, su existencia matérica. Afirma el comisario que lo que nos dice Velázquez en 'Las Meninas' es «mirad detrás de los cuadros». Él los ha mirado. También los ha limpiado. Y con el polvo que ha logrado retirar al cuadro más pesado del Prado, la 'Transfiguración' de Penni –558 kilos– ha elaborado tres libros-caja que se incluyen en la muestra. Porque los cuadros son cosas, y las cosas acumulan polvo. Aquí la superficie pictórica es tan importante como el soporte o el marco, al que por cierto la institución también le dedica estos días la exposición 'Otra Colección: los marcos del Museo Nacional del Prado'.

'Las Meninas' desborda las intenciones del género pictórico, lo eleva a otra categoría. Es la pintura sobre el arte de hacer pintura; «teología de la pintura», en decir de Luca Giordano. Sobre ella escribió Eugenio D'Ors: «El arte del retrato llega aquí a una culminación de lo informativo, ni antes alcanzada ni vuelta a alcanzar. [...]. Una síntesis de elementos tan perfecta, que en ella el contemplador parece a punto de alcanzar aquel don atribuido al Ser Supremo por la teología: verlo todo en acto único, de una vez». Una de las muchas anomalías de 'Las Meninas' es que deja ver la trasera del lienzo que se está pintando. Por naturaleza ansiamos conocer aquello que nos está oculto, lo que está debajo, dentro, detrás. Pero este nuevo reverso de 'Las Meninas' no nos sacia. No lo vemos todo. Al convertir el envés en faz, queremos saber lo que hay detrás –que no son 'Las Meninas'–, del mismo modo que lo que necesitamos ver es lo que está pintando Velázquez. Los enigmas de 'Las Meninas' jamás se agotarán y de algún modo la pintura siempre nos dará la espalda, por más vueltas que le demos.

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