Pedro Avellaneda: «Es un círculo del que no puedo salir: música, poesía y pintura me dan alas»
El veterano artista, a punto de cumplir 90 años, es nombrado primer socio de honor por la Asociación de Artistas Ciezanos
CLAUDIO CABALLERO
Cieza
Lunes, 24 de agosto 2020, 10:07
Pedro Avellaneda nos recibe en su estudio del Camino de Madrid de Cieza, una planta baja situada justo enfrente del centenario colegio de Las Monjas. Emocionado aún tras el caluroso reconocimiento que la Asociación de Artistas Ciezanos le brindó el pasado jueves, el veterano pintor muestra el trabajo en el que se esmera desde principios de año: una serie de óleos inspirados en las 'Cuatro estaciones' de Vivaldi. Ya ha concluido la primavera, un cuadro en el que una explosión floral inunda el paisaje. Y ahora, ha puesto sus cinco sentidos en el verano, mostrándonos un lago en el que la pureza y la armonía se mezclan con un grupo de personas, desnudas, tomando las aguas.
Pedro Avellaneda Baño nació en Cieza en 1931. Pintor autodidacta, atesora una dilatada trayectoria que recoge un amplio abanico temático, recurriendo a diversas técnicas como son el óleo, la acuarela o los acrílicos. Su obra es un abrumador conjunto de paisajes, bodegones, retratos o cuadros expresionistas.
«Vi en televisión a un señor que puso un urinario al revés y decía que era una fuente. Un americano pagó un millón de euros»
El arte actual
Inspirado en la música y en el verso, encumbra su obra cuando está a punto de llegar los 90 años de edad en plenas facultades físicas, mentales y artísticas. Alcanza ya la friolera de unos 1.500 cuadros nacidos de su mano y pincel, la mayoría emanados de la paisajística ligada a la naturaleza más cercana, con la que siempre ha mantenido un contacto muy estrecho. Se trata de un polifacético artista que hasta se ha atrevido con la música con su aportación en la coral de Cieza, y el teatro. En el acto, que tuvo lugar la pasada semana, la Asociación de Artistas Ciezanos lo nombró primer socio de honor y le entregó una placa.
–Buenos días, qué tal está...
–¡Hola! Muy bien y aún emocionado por el homenaje que me hicieron hace apenas unos días y del que sé que ha tenido mucha culpa el director del Museo de Siyâsa, Joaquín Salmerón. Fue un momento que no voy a olvidar nunca. Agradezco mucho que me hayan concedido ser el primer socio de honor.
–¿Se lo esperaba?
–Desde luego que no. Fue una sorpresa cuando me llamaron para que estuviera en el acto y en la exposición que han montado los artistas jóvenes de Cieza, y a los que agradezco el detalle que han tenido para que me una a ellos. Sentí mucha emoción y mucha alegría, porque pude comprobar que aún hay gente que se acuerda de mí.
–Cuando era prácticamente un niño, sus padres le enviaron a Barcelona para formarse como sastre, que ha sido su profesión. Pero la pintura jamás la abandonó...
–Yo les dije a mis padres que, para ser un buen sastre, había que formarse en Barcelona. Entonces, mientras asistía a las clases, allí entablé amistad con Joaquín Asensio, un pintor que ya murió en la década de los 60, pero que por entonces ya gozaba de una dilatada trayectoria en América. Cuando yo fui a su taller, él me descubrió como pintor y me tuvo todo el curso pintando. Me insistía mucho en que yo me podría dedicar a la pintura profesionalmente. Tanto me lo decía este hombre, que me hubiera gustado seguir allí, pero fui siempre muy obediente a mi padre, que me insistió mucho para que volviera a Cieza, y volví.
«Hasta que Dios me dé fuerzas seguiré pintando»
El futuro
–Es usted un paisajista nato y también se ha sentido muy cómodo plasmando bodegones. Pero se ha atrevido incluso con la abstracción...
–Por supuesto que sí. Y me inspiro mucho con la música y la poesía. Ahora estoy haciendo una serie basada en las 'Cuatro estaciones' de Vivaldi. Ya he pintado la primavera y ahora estoy con el verano. También, me pidieron que pintara el coronavirus, y yo creo que me ha salido el lío que hay montado con todo esto [sonríe].
–Eso es otra muestra de que nunca ha estado al margen de la actualidad.
–Y sobre todo del sufrimiento de la gente. He pintado cosas que reflejan el sufrimiento de la gente. Pinté un cuadro hace muchos años que simbolizaba la muerte, la santa inquisición, al dios del miedo... y al final le hice una cruz encima con la que quise rechazar el sufrimiento de la gente.
Cosas buenas y malas
–Ni que decir tiene que no piensa jubilarse...
–Eso lo tengo claro. Hasta que Dios me dé fuerzas seguiré pintando, porque es lo que más me gusta hacer en la vida después de atender a mi familia. Es un circulo del que no puedo salir: la música, el verso y la pintura me dan alas, me dan vida y ganas de seguir viviendo a pesar de que nací durante la República, en 1931, y el año que viene cumpliré, si Dios quiere, 90 años.
–Y el arte actual, ¿cómo lo ve?
–Yo no soy crítico de arte, pero, como siempre, se hacen cosas muy buenas y otras muy malas. El otro día vi en televisión a un señor que puso un urinario al revés y decía que era una fuente. Y mira que hubo un americano que dio un millón de euros por él. No sé, hay gente para todo. Lo que sí es cierto es que el hecho de poder congregar a casi una cincuentena de artistas en Cieza, y a sabiendas de que hay por lo menos otros cincuenta que hacen cosas, es un síntoma de que el arte está vivo.
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