Para Irene M. Borrego, alzarse con el premio a Mejor Largometraje en el Festival Internacional de Cine de Murcia IBAFF «es una alegría enorme». La cineasta se ha llevado el galardón por 'La visita y un jardín secreto', y continúa «alucinando porque era una sección ... muy cuidada con títulos internacionales de directores muy reconocidos». Sorprendida y agradecida. La directora de cine y productora guarda «un enorme cariño al IBAFF, le debo mucho como cineasta».
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La creadora afincada en Madrid, con proyectos en Lisboa y EE UU, firma una película de no-ficción que gira en torno a la figura de Isabel Santaló, una artista anciana, hoy olvidada. Antonio López es el único pintor de su generación que la recuerda. Una película sobre la memoria y la mujer artista que ha sido premiada con la Biznaga de Plata otorgada por el público en la sección Documental del Festival de Cine de Málaga.
–¿Cuál es su relación con el IBAFF?
–Fue el primer festival que me brindó un gran apoyo. Llegué al IBAFF por un taller de [Abbas] Kiarostami y rodé una película breve en Murcia que nació a raíz de aquello ['Muebles Aldeguer' (2015), disponible en Filmin]. El festival me acogió como si fuese un bebé y empecé a crecer. Emocionalmente es muy bonito. Ya estoy pensando en el próximo proyecto, para lo cual este impulso del IBAFF es un espaldarazo maravilloso.
–¿Cómo descubrió a la pintora Isabel Santaló?
–La descubrí por razones puramente personales y fui a visitarla por curiosidad, en ningún momento con la intención de hacer una película. Fue un hallazgo. Comencé a hablar con ella y me quedé muy fascinada. Después de aquella primera visita vi que había una película. No sabía qué forma tendría ni cual era el tema pero se me quedó esa sensación. Seguí viendo a Isabel hasta que me di cuenta de que, efectivamente, había una serie de resonancias que interpelaban a cuestiones que a mí me preocupan profundamente y que tenían que ver conmigo.
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–¿Qué cuestiones?
–Es difícil hablar de esta película sin hacer 'spoilers' pero, básicamente, cosas que me contaba Isabel del mundo de la pintura donde yo veía paralelismos con la industria del cine. Incluso dinámicas que se daban hace 50 años se repiten ahora. También me sentía identificada con vivencias personales que ella había pasado. Otro aspecto en el que vi cosas en común fue su fuerte compromiso con la creación, así como otros rasgos de personalidad. Era como ver una especie de espejo futuro, con todas las diferencias y salvedades.
–Cuenta en la película cómo la sociedad se ha olvidado de la artista, pero también se refleja ese olvido hacia las personas mayores.
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–Sí. Por supuesto las personas mayores en esta sociedad en la que hay una obsesión con la hiperproductividad están olvidadas. Este mundo es muy cruel pero la película pone más el foco en la artista olvidada. Como ya ha pasado el tiempo, Isabel se ha hecho mayor. No estamos hablando de una aficionada, sino de una persona que se había dedicado en cuerpo y alma a la pintura y que había tenido su reconocimiento. Ha realizado exposiciones internacionales en el Louvre, en el MoMA...
–Antonio López es el único pintor que la recuerda.
–Así es. Como el tiempo pasa, busqué a críticos y pintores pero habían fallecido la mayoría. Los críticos en muchas ocasiones son mayores que los artistas y los pintores de su generación... Isabel ya tiene una edad. Antonio López era el único testigo vivo que encontré que podía dar testimonio. La vocación de la película no es hacer un 'biopic' al uso. Antonio López va lanzando aquello que recuerda y nos ayuda, de manera impresionista, a perfilar la figura de Isabel, aunque el tampoco la conoce bien. Se generan también una serie de reflexiones y preguntas y se dan pistas de cómo podía ser la pintura de Isabel, muy relacionada con su carácter. Es un planteamiento que para mí se hace más sugerente.
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–¿Qué dijo Isabel Santaló cuando le propuso realizar la película?
–Isabel accedió con facilidad. Yo se lo plateé después de un tiempo visitándola. Poco a poco fuimos descubriendo el proceso de trabajo. Ella está muy comprometida con el arte y la creación. Es muy generosa en todo lo que pueda ayudar, colaborar y animar.
–¿Cómo definiría la pintura de la artista?
–Es como un jardín secreto. En la película no se ve la pintura, solo se evoca a partir de lo que Antonio López dice de ella, Él aprecia los tonos luminosos y secos, como su carácter.
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–¿El hecho de ser mujer afectó a que fuera olvidada?
–Sí, particularmente en el momento histórico en el que Isabel se adentró en la pintura, durante el franquismo. Hay otra serie de pintoras contemporáneas que sí han trascendido pero Isabel fue una mujer independiente. No contó con el apoyo de galeristas influyentes, ni otros contactos. Detrás de cada artista siempre hay un andamiaje que permite que eso suceda y ella no contó con ese equipo. Fue una mujer con una posición muy clara. Ella no estaba muy pendiente de estar en eventos públicos relacionados con la pintura. Además, hay un tema educacional entorno a las expectativas de lo que era ser mujer entonces.
–¿Qué le dice el público sobre la película?
–Para mí el cine tiene mucho que ver con compartir con el público y todo lo que me dice me da una satisfacción enorme. Me gusta que las personas que la han visto se sienten muy interpeladas por la cinta y, especialmente las personas jóvenes. Se tratan una serie de inquietudes humanas.
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