Nunca hay que ver una película de Nicolas Cage, ¿o sí?

Viernes, 17 de junio 2022, 00:55

Subida de tipos del BCE, la gasolina a por los tres euros el litro, Rusia ganando la guerra, la inflación al 8%, los sueldos estancados, Argelia y Marruecos tocando las narices, 'Supervivientes' que no acaba, gira de Bertín Osborne. ¿Qué más nos puede pasar? Pues nos ha pasado: Nicolas Cage (un meme hecho actor) estrena película.

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Por si fuera poco es Nicolas Cage haciendo de Nicolas Cage (solo es superable esto por cuando coincidió con otro ¿titán? de la actuación como es John Travolta en ese engendro llamada 'Face to face' por el año 1997). 'El insoportable peso de un talento descomunal' se describe perfectamente con la segunda palabra de su título.

Tras la máscara de una comedia transgresora y desmitificadora, que retuerce y reinterpreta los estereotipos de Hollywood sobre estrellas en decadencia y películas de acción sin sentido, en realidad solo se oculta el enésimo desacierto de Cage. Aquí el sobrino de Francis Ford Coppola (a veces la genética juega estas malas pasadas), se interpreta a sí mismo como actor famoso venido a menos que tiene que volver al circuito de la BBC (bodas, bautizos y comuniones) para sacar algo de dinero. Pero ir a la fiesta de cumpleaños de un narcotraficante le hace meterse en un lío del que solo, claro, podrá salir disparando. Supongo que si hay justicia en el mundo correrá la misma suerte que otro filme que me viene a la mente en el que la realidad y el cine chocaban, 'El último gran héroe' (1993), otro chiste malo de un mal humorista.

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'Nosotros no nos mataremos con pistolas' tiene vocación de retrato generacional de los actuales treintañeros españoles. Jóvenes adultos que no son conscientes de que ya son adultos jóvenes. Victimizados por ellos mismos, con la queja permanente en la boca por su mala suerte y una conciencia woke, no son buena carne para la parodia, demasiado conscientes de sí mismos. Nada que ver con los bajitos y bigotudos españolitos de las españoladas landistas.

Un grupo de estos especímenes son convocados para comer un arroz un caluroso día de verano, con Ingrid García Jonsson interpretando a la pretendida líder que trata de reencontrar a sus amigos tras muchos años, aunque en realidad lo que trata es de recuperar su juventud perdida. La ambientación es como las de las fiestas del pueblo de la divertida 'Primos' (2011) pero con la trascendencia liviana de la estupenda 'Pequeñas mentiras sin importancia' (2010). Marta Ripoll dirige sin encontrar el ritmo, y no logra hacer su tráiler mínimamente atractivo, y eso que me encantan las películas que nos permiten soñar que las noches de San Juan siguen siendo mágicas.

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Aprovechando el estío y las vacaciones de nuestros niños, Pixar vuelve a la carga, pero no para reinventarse o reiniciar su descomunal talento y salir de su zona de confort, en que tan a gustito están últimamente, sino para hacer una precuela de las maravillosas 'Toy story' con uno de sus dos protagonistas, Buzz Lightyear.

Aquí se nos cuenta, con su virtuosismo visual habitual (si hablo de eso y no de la originalidad del argumento, sospechad), el nacimiento de ese héroe y las aventuras espaciales que corrió y que le hicieron merecedor de estar en el cuerpo de élite de los juguetes favoritos de Andy. Un goce para los ojos y un trabajo muy digno si no fuera porque siempre esperamos más de la productora que volvió a definir los términos del cine de animación, Pixar. Mi consejo es que, vayáis al cine o no, veáis la mejor de todas, esa obra maestra llamada 'Toy story 3'.

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El buenismo tiene una nueva versión en la siempre culpable Francia, y últimamente se dedican a plasmarlo en su cine como si fueran a limpiar alguna mancha imborrable, como la de 'El fantasma de Canterville'. En 'La brigada de la cocina' es una chef con muchos humos y poco humor, que sólo encuentra un trabajo en la cantina de un centro de acogida de menores. Ya sabéis lo que pasa. De la incomprensión y la antipatía se pasa a la empatía y la descompresión social. Los chicos colaboran con ella, ella les da un futuro, y todos felices y comieron perdices.

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Lo más destacable de la semana es el asombroso hecho que solo dos títulos hayan acaparado el 87% de la taquilla de los cines españoles el pasado fin de semana. No hay que ser muy listo para saber cuáles son. Y es que los cazas militares y los dinosaurios revividos son imbatibles por ellos mismos, pero también ayuda que nadie les haya presentado batalla con ningún largometraje potente. Alguien se pregunta ya si no hay ya esperanza para el cine en el que no consuma palomitas. Que tengáis una semana, y una noche de San Juan (os recuerdo que es la que va del 23 al 24), de cine.

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