'El clan de hierro', un 'pressing catch' familiar

A saber: las tres peores cosas de México son el guacamole, los clanes del narcotráfico y la lucha libre. Sobre esa última va la primera puesta de largo de hoy. 'El clan de hierro' es una historia real edulcorada de una familia que se convirtió en campeones del bizarro 'pressing catch' (que es al deporte lo que 'El Mundo Today' a la prensa). Zac Efron sigue fingiendo que es un actor en este film que resulta tan entretenido como un partido de béisbol para un español, y que al igual que pasa con el béisbol, me resulta un arcano indescifrable su éxito.

Este clan de machirulos sin deconstruir, controlados por una madre salida de 'La Mesías' y un padre candidato a no recibir regalo el martes, son retratados hasta con ternura, pero nunca llega a penetrarnos la piel a pesar de la tragedia de drogas de una familia que no elegirías nunca. Efron hace su mejor trabajo, que no es decir mucho, y sigue siendo un anuncio trucado de esteroides y depilación láser.

Con un argumento almodovariano debuta la diseñadora de vestuario Clara Bilbao en la dirección, y lo hace con 'Tratamos demasiado bien a las mujeres', un cruce de 'La vaquilla' (1985), 'El bar' (2017) y 'La estanquera de Vallecas' (1987). En 1945 unos maquis asaltan una estafeta de correos en un pueblo dejado de la mano de Dios, donde desencadenan un infierno muy cómico, que a veces roza lo gore. Oscar Ladoire, Carmen Machi y Antonio de la Torre están imbatibles en sus papeles, especialmente los dos primeros. Una astracanada brillante.

Otra que debuta como realizadora este viernes es Molly Manning Walker, una treintañera que habrá tomado apuntes al natural para esta inmersión en un Magaluf helénico, con el explícito título de 'How to have a sex'. Un drama inglés que transcurre en Grecia sobre unas amigas que estrenan mayoría de edad viajando a una olimpiada de balconing, a una gymkana de alcohol sin medida, drogas sin control, fiesta sin toque de queda y sexo sin conocimiento (en este caso, literal). Las cosas se complican cuando el rito para formar parte de esa tribu deja en un juego de niños la de 'Un hombre llamado caballo' (1970). Un relato descarnado, inapelable y brutal de la vida de los jóvenes que preferimos no ver, como su cajón de los preservativos, del chocolate o del papel de liar de sus dormitorios.

Dos descerebradas jóvenes (por si no teníamos bastante con las de antes) deciden irse de vacaciones a Australia sin un euro en 'Hotel Royal': ¿qué puede salir mal? Empiezan a trabajar en un bar de un poblacho desértico pensando que será como 'El bar Coyote' (2000), pero los palurdos y machistas parroquianos lo convertirán en una pesadilla a lo 'Abierto hasta el amanecer' (1996). La escalada de violencia y la claustrofobia hacen que el relato vaya siendo cada vez más interesante en un in crescendo que te atrapa.

Si el oso malvado de 'Toy story 3' (2010) conociera bíblicamente a Chucky, tendrían un vástago como el peluche que siembra el mal en 'Imaginary'. En este film si hay algo original es por pura coincidencia. Esta la casa misteriosa, el muñeco aterrador, la familia recién mudada, la niña que acongoja más que un inspector de Hacienda (hasta hay una madrastra de cuento). Te pasas la película deseando arrancar el relleno del bicho y arrojarlo a una incineradora (lo mismo que sentía en 2012 mientras veía al insufrible oso de la vulgar 'Ted').

Director´s Cut. Por fin, en feliz coincidencia, en los Oscar han premiado a una película favorita de los críticos, que también ha recaudado más de mil millones de dólares y que además es una apuesta muy personal que llega a públicos mayoritarios. 'Oppenheimer' ha reconciliado a los Oscar con la industria de Hollywood.

Que tengáis una semana, y un Día del Padre, de cine.