Carteles de 'A Chiara' y 'Ali y Ava'.

Dos cintas para ser conscientes de que todo puede cambiar

'A Chiara' y 'Ali y Ava' exhiben en la tercera jornada del Festival de Cine de Cartagena trabajos más que notables por su originalidad

Jueves, 25 de noviembre 2021, 01:17

La tercera jornada del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICC) mostró cómo las realidades que creemos inamovibles pueden mutar en el momento menos esperado. ... En un segundo un eclipse puede oscurecer nuestra vida o el sol salir resplandeciente en mitad de un cielo encapotado. Y lo mejor es que el cine siempre está allí para contarlo.

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En la película en la que sucede lo del eclipse es en 'A Chiara', de Jonas Carpignano, donde una familia de tamaño berlanguiano (por algo ese día se proyectaba el documental sobre Berlanga en el festival), salta de la picaresca de don Luis a la delincuencia a lo 'Suburra'.

En una introducción demasiado larga se muestra a una familia en la fiesta de mayoría de edad de una de las hijas. Todo es lo esperable, todo es identificable, todo es ese bienestar de clase media al que aspiramos bovinamente. Los padres son cariñosos, las hermanas se pican, los tíos y primos se protegen. Lo normal. Pero ese mundo salta por los aires cuando el padre debe desaparecer huyendo de la policía por mafioso. Acompañamos a Chiara, la hija de dieciséis años, en la dolorosa bajada de su padre del pedestal.

Sólida y bien armada

Los sueños de Chiara se van desmoronando conforme se empeña en conocer la realidad que no quiere conocer, y el último tramo de la película justifica plenamente el desenlace. Coherencia en una película sólida y bien armada (y no es un juego de palabras por lo de la mafia) del talentoso director Jonas Carpignano, que firma su mejor trabajo cerrando su trilogía calabresa.

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Perdonando el metraje excesivo, la película tiene aciertos como fotografiar Italia sin los coloridos toscanos a los que estamos acostumbrados, sustituyendo las recurrentes y monumentales colinas romanas por los espigones grises y áridos de un puerto de Calabria. Los primeros planos aportan verismo. La iluminación irregular, las localizaciones reales, y la realización como de periodista empotrado en una guerrilla nos acerca al falso documental que nunca pretende ser, pero que es útil para relatar mejor esta ficción.

Y antes de viajar a Italia, el FICC nos llevó a territorio 'Brexit' en una simpática comedia romántica disfrazada de talluditos Romeo y Julieta interracial (sin boticario empobrecido), titulada 'Ali y Ava', de Clio Barnard. Esta es la de un día de verano en el duro invierno.

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Este romance inglés con chili, más que guion tiene partitura. El hombre y la mujer buscan subcontratar sus soledades en medio de un barrio deprimido, y sus evidentes diferencias la directora tiene el acierto de reflejarlas no por el color de piel, sino por los distintos gustos musicales que se gastan.

El canto al amor sin barreras no es empalagoso como a lo Mike Newell, pero tampoco desesperanzado como a lo Ken Loach. Equilibra a ambos para demostrar que puede haber alegrías sin tener felicidad. Como una sonrisa con mascarilla. Lo que más me gustó fue cómo la cinta juega con las normas clásicas que conocemos del género para sorprendernos.

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Dos películas y dos realidades que cambian en dos trabajos más que notables por su originalidad. Esta edición sigue sorprendiendo (para bien).

JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ / AGM

Macián y Castro, y cómo ha mutado la industria del cine

El Batel reunió ayer al cineasta cartagenero David Macián (d) y al guinoista Daniel Castro (i), quienes abordaron los cambios acaecidos en la industria del cine en los últimos años y la democratización de su acceso gracias a la tecnología. El FICC continúa hoy con proyecciones como 'Playground (un monde)', de Laura Wandel, y 'Las ilusiones perdidas', de Xavier Giannoli.

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