Winston Churchill odiaba su primera novela, 'Savrola', una de aventuras en la que decía que había vomitado sin digerir todo lo que había leído (por ... eso pedía que nadie la leyera). Es algo que suele suceder en muchas óperas primas, como en la española 'Sobre todo de noche' y la americana 'Mutt' que vimos en el segundo día del FICC de Cartagena. Esas películas hablan más de lo que pueden llegar a ser sus autores que de lo que son.
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Víctor Iriarte, el director de la española, parece un Carlos Vermut sin pulir, por la frialdad con lo narrado y la distancia con sus personajes, esclavos de un determinismo antropológico del que no pueden escapar. Como el de esa mujer al que le robaron su hijo en la maternidad, interpretada por la gran Lola Dueñas, que dedica décadas a encontrarlo hasta que lo hace acompañado de su madre adoptiva, los otrora ojos más expresivos del cine español, Ana Torrent.
Iriarte tiene un acierto monumental que es poner la forma al servicio del fondo. En el primer tercio del largometraje la felicidad no es una opción, contándonos la obsesión justiciera de la madre amputada con una fotografía oscura que cambia a luminosa en el resto, cuando el hijo aparece. Narrada con aturdidores soliloquios consecutivos, que se funden en silencio en la única escena feliz del metraje, un baño en un lago, la historia te atrapa.
Eso a pesar de estar rodada con la velocidad de la visita del Imserso a una Catedral y montada bajo los efectos de una sobredosis de Orfidal (no falta ni un fado para ralentizar aún más la cosa). La trama se desenvuelve parsimoniosa con planos alambicados y escenas conceptuales que no aportan mucho. Pero el conjunto resulta apreciable porque transmite perfectamente los sentimientos de culpa, revancha y amor de sus personajes. Lo cansado que se siente uno cuando ha acabado la búsqueda. Lo vacío que se siente uno cuando cumple su (inútil) venganza.
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El cineasta chileno Vuk Lungulov-Klotz nos embarca en un día en Nueva York pero sin marineros felices, sin bailes y sin imágenes del Empire State. Es la jornada de un chico trans que se reencuentra con su exnovio, su hermana y su padre en sólo veinticuatro horas. El novel director prueba varios estilos para tratar de dar con el suyo propio, sin encontrarlo. La película es una metáfora de la dura vida del protagonista. La historia romántica (una deconstrucción de 'Antes del atardecer') es algo forzada y los más destacados pasajes son, en el tramo final, los del padre.
Habrá que hacer seguimiento de estos novatos.
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