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El actor Agustín Pardella junto a su doble, José María Alvarado. | En vídeo, imágenes del rodaje. J. M. A.

Un abanillero en el rodaje de 'La sociedad de la nieve'

El instructor de esquí José María Alvarado, doble del superviviente del accidente de los Andes Nando Parrado, aterrizó por casualidad en la película de Bayona para rodar las escenas más arriesgadas del actor Agustín Pardella

María Ramírez

Miércoles, 28 de febrero 2024, 01:26

«Se busca actor de doblaje de entre 25 y 35 años, con el pelo largo y barba, que mida entre 1,55 y 1,65 metros de altura y que sea montañero para una película en Sierra Nevada». Así rezaba el anuncio que transportó hasta la gran pantalla a José María Alvarado, instructor de esquí en esta estación y natural de la pedanía abanillera de Barinas. Su papel en 'La sociedad de la nieve', dirigida por Juan Antonio Bayona, fue más que un golpe de suerte: «Un compañero de trabajo me dijo que cumplía con todas las características, pero yo no le di mucha importancia. Como tenemos confianza, él insistió y envió los datos por mí». Paradójicamente, le llamaron al día siguiente.

Una decisión impostada que lo condujo al casting presencial en enero de 2022, donde pasó todas las pruebas. «Yo creo que al ver mi profesión y comprobar que tenía bastante experiencia en este conjunto montañoso consideraron que era el idóneo», expresa. A diferencia del resto de dobles, para él este largometraje supuso su primera puesta en escena: «Fue un auténtico reto, pero cuando me dijeron la película que era no me lo pensé, quería que mi nombre apareciera en los créditos». Con esta ilusión se enfundó en el rol de Nando Parrado [es considerado el líder entre los sobrevivientes del accidente aéreo en la Cordillera de los Andes de 1972; fue quien, junto a Roberto Canessa, logró el rescate de sus compañeros] desde febrero de ese año hasta el último día de grabación, el 5 de mayo.

Tres sets, más de 300 empleados y unas duras condiciones climatológicas. El director buscaba que la frontera entre ficción y realidad fuera imperceptible: «Se pasaba mucho frío y se repetían las escenas hasta que tenía ante sus ojos un resultado inmejorable», asegura José María. Como prueba de la autenticidad exigida, los actores tenían que reflejar en primera persona el desgaste físico de los personajes. Para ello, seguían una dieta «muy exigente» y pasaban una revisión con un nutricionista cada viernes. «En la recta final, la pérdida de peso, el cansancio y el estar tanto tiempo fuera de casa les pasaba factura», admite el abanillero, a quien le sorprendió la «gran unión» y el «sentido del humor» de todo el equipo, «a pesar de haberse conocido tan solo unos meses antes».

Principios de hipotermia y pérdida de sensibilidad

Las escenas que interpretaron los dobles requirieron de un esfuerzo adicional. «Una de las últimas que grabé fue en el pico del Veleta, a una altura de más de 3.000 metros. Eligieron una zona de difícil acceso, donde la sensación térmica era de -20 ºC. Si miraba hacia la derecha veía una caída libre impresionante», recuerda. A estas arduas condiciones se sumaba la indumentaria, «inadecuada porque era la que llevaban los jugadores de rugby» aquel 13 de octubre de 1972.

1972 El Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya

se estrelló en las montañas de los Andes el 3 de octubre de 1972. Había partido de Montevideo (Uruguay) con destino a Santiago (Chile) y a bordo viajaban 5 tripulantes y 40 pasajeros, incluidos 19 miembros del equipo de rugby Old Christians Club, junto con algunos familiares, simpatizantes y amigos. 72 días después del accidente fueron rescatados los últimos sobrevivientes (16) tras infinitas penurias.

Caminar por el linde de la cara norte de la cordillera con la nieve rebosando sobre sus rodillas y con una horma de bota superior a la suya porque estaba confeccionada a la medida de Agustín Pardella, el actor al que suplantaba, le provocó principios de hipotermia: «Hacía tanto frío que las plantillas de calor no se activaron. Además, se empezó a introducir la nieve en el calzado y se terminó formando hielo. Fue tan duro que tuve que comunicar al equipo que estaba perdiendo la sensibilidad en el pie». La rápida asistencia permitió controlar su temperatura e incluso generar un momento «un tanto vergonzoso»: «El experto me dijo que metiera mis manos en sus axilas y mis pies entre sus piernas, fue extraño pero tuve que hacerlo». Un suceso que le puso en contexto de «lo fuertes que fueron los chicos para sobrevivir a esta tragedia».

Próxima parada: las 'estatuillas' de Hollywood

La historia basada en hechos reales no solo conquistó a la audiencia en tiempo récord, sino que se hizo con un alud de 'cabezones' en los Goya. «Lo tenía más que merecido, viví la gala con muchísima emoción porque Bayona nos comentó que este proyecto lo tenía en mente desde hacía más de una década, cuando estaba con 'Lo imposible'», exterioriza con orgullo José María, que empatiza con el resto de nominados por haber tenido la «mala suerte de haber coincidido» con esta producción. Un triunfo que espera que se proyecte en Los Ángeles: «Ha conseguido una joya, va a tener mucho peso de cara a los Oscar».

El éxito inapelable del filme también resuena con fuerza en su tierra natal. «Al principio mis amigos y familiares no le dieron la importancia que tenía; también es cierto que antes no podía subir nada a redes sociales por contrato. Ahora, al ponerse de moda, las reacciones son brutales, todos me escriben y me dan la enhorabuena», relata.

La «locura» se extrapola a todos los ámbitos de su vida: «Hace poco empecé en un instituto a impartir Educación Física y yo pensaba que nadie lo sabía. Aparentemente es un secreto a voces y todos los niños vienen a decirme que me han visto en el cine, a pedirme que mande mensajes a conocidos, a hacerse fotos... Es increíble». Tal es la vorágine que ha generado en el centro que un docente le confesó que despistaba a sus alumnos, porque se asomaban constantemente a la ventana para verlo en el patio.

Cita desde el otro hemisferio

Su mayor reconocimiento no vino de la mano de ningún 'cabezón', sino de una llamada que vale oro. «He tenido la fortuna de hablar con Nando Parrado, el original, gracias al padre de uno de mis alumnos de esquí», confiesa emocionado. Unos minutos que le supieron a gloria y que le permitieron trasladarle «la admiración» que había sentido por «la fuerza mental que mantuvo para sobrevivir». Tras un intercambio de piropos mutuos, José María aprovechó para citarse con él en suelo español: «Le dije que en cuanto viniera me avisara para comer una paella y charlar».

Mientras tanto, disfruta de los elogios que recibe por su proeza en la cinta y espera no aparcar su papel de actor definitivamente: «Si surgiera la oportunidad me encantaría volver a trabajar con Bayona; le diría que sí rotundamente». Sin duda, una experiencia que recaló en su persona por pura casualidad y que le ha regalado «un recuerdo para toda la vida».

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