El académico e historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron, en la biblioteca de la Real Academia Española (RAE). G. VILLAMIL
Historiador de la ciencia y académico de la RAE

José Manuel Sánchez Ron: «Ser carnívoro significa infligir sufrimiento a otros seres vivos, y eso me duele»

Este martes pronuncia su discurso de ingreso en el Comité Científico del Centro de Estudios Históricos de la Región de Murcia

Martes, 24 de mayo 2022, 02:51

Es él quien llama a la hora en punto fijada. Le propongo:

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–Dígame una palabra que le encante y le haga disfrutar.

–[Sin dudarlo] Gracias.

José Manuel Sánchez Ron (Madrid, 1949), físico, historiador de la ciencia, académico de la RAE y miembro de ... la Académie Internationale d'Histoire des Sciences de París, pronunciará este martes en Murcia –a las 19.30 horas, en la Fundación Cajamurcia (Gran Vía, 23)–, su discurso de ingreso en el Comité Científico de la Fundación Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales de la Región de Murcia, que dirige Francisco Chacón. «Es un honor que agradezco mucho, entre otras buenas razones porque me uno a un organismo al que pertenecieron dos queridos amigos míos, muy respetados y maestros de historiadores, como fueron José María López Piñero y Miguel Artola», indica a LA VERDAD. El acto debería haberse celebrado hace dos años. Lo impidió la Covid-19. ¿Saben qué? Le hubiese gustado conocer a Julio Verne, y el caso es que se habrían entendido bien.

–Mucho tiempo ya de pandemia. ¿Le tienta el desánimo?

–Sí, reconozco cierto desánimo. El que pasase un virus de una especie animal a los humanos era algo probable, lo que pasa es que nadie sabía cuándo, ni cómo, ni con qué intensidad se produciría. Sabíamos que era algo que podía ocurrir, pero el saberlo no evitó los problemas sanitarios que hemos tenido. Ha sido un tiempo de mucho sufrimiento. He estado preocupado y lo sigo estando, porque me parece que el peligro no ha pasado y que tendemos muy rápidamente a olvidar las medidas de prevención.

PANDEMIA

«Me parece que el peligro no ha pasado y que tendemos muy rápidamente a olvidar las medidas de prevención»

–¿Qué ha podido constatar?

–Con tristeza, algo que es evidente: la economía prima sobre el conjunto de la salud, sobre todo en lo que se refiere a un rango de edades. También es evidente que nos creemos que somos demasiado poderosos, demasiado listos, demasiado inmunes, y que salvo a la muerte podemos sobrevivir a casi todo, y no es así. La pandemia ha sido, o debería haberlo sido, una cura de humildad.

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Tomar medidas

–Escribió usted sin ambages: «Somos asesinos de nuestro futuro».

–Ya me hubiese gustado que la pandemia de coronavirus nos hubiera servido, por ejemplo, para alertarnos y tomar alguna medida contra otra pandemia, otro mal terrible que ya está conviviendo con nosotros y que ira a más: el cambio climático. Está afectándonos ya a todos nosotros, pero sobre todo afectará a las nuevas generaciones, a nuestros nietos, a los nietos de nuestros nietos...

–¿No cree que rectificaremos?

–Pienso que no, lamentablemente. Por desgracia, creo que lo que sucederá es lo mismo que ha sucedido con esta pandemia, que cuando la situación ya era insostenible, cuando los muertos se contaban cada día por centenares, se tomaron medidas drásticas, como el confinamiento. En lo que se refiere al cambio climático, se actuará pero ya será tarde, porque el problema es que no puedes decir cuando quieras 'ahora voy a frenar el aumento de las temperaturas'. Si yo tuviera una casa cerca de la orilla del mar, estaría preocupado, no tanto por mí sino por los más jóvenes de la familia. Pero, como le decía, la que manda es la economía.

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UN DESEO

«Me gustaría levantarme una mañana y leer o escuchar que se ha logrado una cura para el alzhéimer»

–¿No cree que hay una mayor concienciación en este sentido?

–Veo que llegan las fiestas, los puentes o los fines de semana largos y que España se llena de interminables caravanas de coches...; lo que demostramos con muchos de nuestros comportamientos, por mucho que nos queramos vanagloriar del altruismo que han ejercido algunas personas, y sobre todo la clase médica durante, precisamente, la pandemia, es que somos una especie egoísta y con poca visión de futuro.

–¿Qué más es un problema?

–El que la política de nuestro país esté dominada no por las conversaciones o diálogos, sino por las descalificaciones, los insultos y el lanzarse preguntas unos a otros que ni unos ni otros responden. Y eso a una persona como yo, educada en la racionalidad de la ciencia, que trata de, aunque no siempre se consigue, mantener viva esa racionalidad que tanto nos ha dado a nuestra especie, le produce un gran desánimo. Y no solo la clase política, también hay medios de comunicación que mantienen una idea de lo que es la cultura y la sociedad francamente poco refinada y exigente.

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SUS VALORES

«Racionalidad, compasión... No son los que se están hoy imponiendo»

–¿Y los jóvenes?

–Hace no mucho surgieron movimientos de jóvenes que salían a la calle, protestaban, reclamaban...; no parece que estén tan activos en la actualidad. De todos modos, yo no estoy nada seguro de que esos mismos jóvenes no utilicen también coches, etcétera, y de que no estén siguiendo pautas de vida que no evitan el deterioro sino que están contribuyendo a aumentar las causas que producen ese cambio climático. Y luego están los negacionistas, que siempre han existido y existirán, y el drama de que a veces hayan ocupado o ocupen puestos de responsabilidad muy importantes, como fue el caso de Donald Trump, que no hay que descartar que vuelva a la presidencia de EE UU. Negar los argumentos científicos, cuando la Historia ha demostrado que lo que ha mejorado la condición humana es el conocimiento científico, produce un gran desaliento.

–¿Qué últimas alegrías le ha proporcionado la ciencia?

–[Sonríe] Una, que ya tiene unos cuantos años: la detección de una de las predicciones de la 'Teoría de la relatividad general' de Albert Einstein. Hablo de la radiación gravitacional, que personas como yo, que investigaron y enseñaron cosmología y relatividad general, una teoría del campo gravitatorio, esperábamos. Abre una nueva ventana al conocimiento del universo. [El observatorio LIGO en EE UU consiguió en 2016 detectar por primera vez las ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo, llamadas ondas gravitacionales. A la primera onda gravitacional observada se la llamó GW150914, y los científicos piensan que es fruto de la fusión de dos agujeros negros.]

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Alegrarse

–¿Cuál más?

–Me pareció maravilloso que cuando estalló la pandemia se produjesen en un brevísimo espacio de tiempo unas vacunas bastante eficaces. Las vacunas tradicionales habían tardado incluso décadas en la pasado. Eso es algo de lo que alegrarse, y no solo por sus efectos benéficos en la salud y por todas las vidas que han salvado y lo que han ayudado a que podamos continuar con nuestra vida, sino por el éxito del conocimiento; un éxito a través de la ciencia. Y espero que continúen los éxitos, sobre todo en el campo de las ciencias biomédicas, y en el de la astrofísica y cosmología.

LA PÉRDIDA DE BIODIVERSIDAD

«Es algo que hará que algunos en el futuro nos llamen 'estos asesinos que vivieron en el pasado»

–¿Cómo valora las investigaciones del científico Juan Carlos Izpisúa, apoyado por la UCAM, una de cuyas líneas de trabajo avanza en el desafío para conseguir órganos generados en animales para trasplantes humanos?

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–Evitar el dolor en las personas y todo lo que ese sufrimiento lleva asociado, con respecto a los familiares y seres queridos, me parece maravilloso, y en ese sentido los trasplantes de órganos de otros animales los considero un avance; pero en lo que no puedo dejar de pensar, por cierto, es en los otros animales. Uno de los pesares que llevo en mi vida es no ser capaz de dejar de ser carnívoro, porque eso está en los genes de nuestra especie, aunque hay muchas personas que han sido capaces y son vegetarianas, etcétera. Ser carnívoro significa infligir sufrimiento a otros seres vivos, y eso me duele. Creo que [el investigado por Izpisúa] es un campo que continuará y que es bienvenido, pero me gusta más pensar en todas las infinitas posibilidades que ofrecen las células madres de combatir la enfermedad y el envejecimiento.

–¿Y sobre sus trabajos tendentes a revertir el envejecimiento?

–Aunque cada uno de nosotros quisiéramos vivir más y más sin duda alguna, creo que eso para la especie sería terrible, y no solo por los problemas de superpoblación que se incrementarían. Me gustaría, más que combatir el envejecimiento, por ejemplo, combatir un mal que es terrible: la pérdida de la mismidad, el dejar de ser uno mismo, el alzhéimer. Creo que es terrible para la personas que lo padecen y para quienes las rodean. A mí me gustaría levantarme una mañana y leer o escuchar que se ha detectado vida inteligente en algún lugar de nuestra galaxia o del universo, y que se ha logrado una cura para el alzhéimer.

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Comprender el cerebro

–¿Lo ve muy lejano, lo de la cura para el alzhéimer?

–Uno de los grandes retos de la ciencia de ahora y de todos los tiempos es comprender el cerebro, un terreno en el que todavía queda mucho por avanzar. Hace unos años el presidente Obama presentó un nuevo proyecto comparable al del Genoma Humano, el proyecto BRAIN, con la finalidad de avanzar en el estudio del cerebro humano y, subsidiariamente, de otros.

–¿De qué tiene la sensación?

–¿Sensación?...; soy una persona mayor, evidentemente, que ha vivido en otro tiempo aunque comprende muy bien el actual y no es ajeno a él, pero que tiene unos valores que no son los que se están imponiendo en la actualidad.

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–¿Qué valores en primer lugar?

–La racionalidad y la compasión, que está asociada a la solidaridad; y, como tercera pata de este trípode, el respeto y el cuidado del medio en el que vivimos. Y eso implica no solo la superficie terrestre y marina de la Tierra, sino también la biodiversidad, que se ha ido lenta y trabajosamente creando y acumulando y que estamos haciéndola desaparecer. La pérdida de biodiversidad es algo que hará que algunos en el futuro nos llamen 'estos asesinos que vivieron en el pasado'.

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