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Politólogo, teólogo, psicólogo. Carlos García de Andoin, bilbaíno, casado y padre de dos hijos, acaba de dejar la dirección del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao para ser el candidato de los socialistas vascos a la alcaldía de Sestao. Este jueves, a las ... 19.30 horas, en el salón de actos de la Cámara de Comercio de Murcia, abre el ciclo de conferencias 'Líneas rojas 2023', organizado por la HOAC y las comunidades cristianas de base de la Región, con la conferencia 'Sociedad e Iglesia: desafío para el compromiso público'. Le gusta orar y le gusta el chocolate negro; no hay incompatibilidad. Es católico y es socialista, y asegura que tampoco. Le emociona el 'Magnificat': «Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, / derriba del trono a los poderosos / y enaltece a los humildes,/ a los hambrientos los colma de bienes /y a los ricos los despide vacíos».
–¿Por qué es usted católico?
–Soy católico, soy cristiano, porque creo que la mejor propuesta de vida es la que ofrece el Evangelio, la que más plenitud puede proporcionar y la que mejor orienta sobre cómo transformar el mundo para hacerlo un lugar más humano y más conforme a Dios. Lo soy de un modo muy consciente.
–¿Y eso qué implica?
–Serlo siempre y a todas horas: en el trabajo, con la familia, en la política...; si he dado el paso a la militancia política es precisamente porque soy cristiano.
–¿De qué compromisos hablamos?
–Desde luego, no solo del de casarse por la Iglesia y poco más. Creo que debemos tener, como se lee en la 'Carta a Diogneto', a propósito de los cristianos de los primeros siglos, «una conducta admirable» en todos los procederes, mirando la vida desde una conciencia de agradecimiento y sabiendo que todos dependemos del amor de los otros y del amor de Dios. Y eso conlleva, por ejemplo, no poner a las personas al servicio de la economía y del beneficio de unos pocos, sino ponerla al servicio de las personas y del bien común. Para mí, el cristianismo tiene unas dimensiones públicas y políticas claras. Para reconfortarme en la coherencia de unos valores, para eso ya tenía el cristianismo, si opté por entrar en política fue para decidir en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y en los Presupuestos Generales del Estado.
–El aborto.
–Desde un punto de vista personal, soy contrario al aborto, pero entiendo que, al final, hay personas con unas circunstancias en la vida que les lleva a tomar la decisión de hacerlo. Y llegado ese caso, lo que creo que no va a ningún lado es pretender, desde una interpretación penalista, meter a la cárcel a la mujer que aborta o al médico que la ha ayudado. La ley que en estos momentos lo regula, la de plazos, considero que es mejor que la anterior, la de supuestos. Y contiene un elemento importante que, precisamente, introdujimos desde Cristianos Socialistas, la objeción de conciencia de los profesionales de la Sanidad por razones éticas. También es cierto que en todos estos años se ha producido una reducción del número de abortos, que es lo verdaderamente deseable.
–La eutanasia.
–Soy partidario de ampliar al máximo los cuidados paliativos, si bien entiendo que, no obstante, que hay situaciones extremas que no quedan suficientemente respondidas a través de estos. De nuevo, creo que para estas situaciones extremas no va a ningún lado una interpretación penalista. Hay que respetar la decisión de la persona que quiere morir porque tiene una enfermedad que le está destruyendo progresivamente y que inapelablemente le lleva a la muerte.
–Los homosexuales y la Iglesia.
–Lo sustantivo del amor cristiano es la fidelidad, la entrega mutua, el cuidado mutuo, el engendrar vida, la ejemplaridad a la hora de educar a otros. Y no me parece que lo sustantivo del amor cristiano sea la llamada 'complementaridad', que tiene que ver más con la naturaleza que con la identidad cristiana. Por ello, creo que la propuesta del amor cristiano es muy interesante para todos, homosexuales y no homosexuales, no pienso que haya una contraposición entre el amor cristiano y el matrimonio homosexual.
–No parece que piense igual la jerarquía católica.
–Bueno, creo que está habiendo un cambio de actitud con Francisco, ¿no? Benedicto XVI defendía más la idea de una ley natural contraria al matrimonio homosexual. Francisco es contrario a todo rechazo de la persona homosexual y del amor homosexual, y deja claro que no hay ninguna razón para la condena y que nunca se debe olvidar el principio de misericordia, de cercanía, de acompañamiento a todas las personas, y más en el caso de los homosexuales que se han sentido rechazados por a Iglesia.
–Usted que está en política, ¿cómo recibe las orientaciones con respecto al voto de los católicos que suelen hacer algunos obispos?
–Hacia la derecha, sí [sonríe]. También esto creo que está tomando una orientación más positiva actualmente, con Juan José Omella como presidente de la Conferencia Episcopal. En el periodo de [el cardenal] Rouco [Varela] había claramente una intención de orientar hacia una opción política muy concreta; incluso, en la primera legislatura de [Rodríguez] Zapatero daba la impresión de que la que movilizaba las calles era la Iglesia, facilitando luego la propuesta del Partido Popular (PP).
–¿Y ahora?
–Afortunadamente, salvo algunos obispos que intervienen un poco por su cuenta, la línea sería la de intentar no alinearse políticamente con determinados partidos políticos. Cuando se plantean criterios electorales contrarios a cualquier ley del aborto, a cualquier ley de eutanasia.., y a favor, por ejemplo, de la defensa de la educación privada más clasista, creo francamente que se está dando una visión muy sesgada de lo que son el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia. Ahora hay un riesgo consecuencia de la emergencia de Vox, que se está postulando como el partido que verdaderamente defiende la identidad católica en su concepción de patria, de familia y de religión. El riesgo de que haya un electorado que acabe identificando el voto católico con el voto a Vox. Y ahí es donde hace falta que los obispos estén ojo avizor y muy vigilantes con respecto a Vox porque puede que se encuentren con que, al final, puede terminar teniendo para determinados sectores católicos más predicamento Vox que los propios obispos; de hecho, cuando por ejemplo Francisco habla del deber de acoger y proteger a los inmigrantes, Vox dice eso de que «se los meta el Papa en el Vaticano» y, además, se refieren a él como ciudadano Bergoglio para quitarle la autoridad como Papa. Es necesaria una línea roja sobre la utilización de la identidad católica por parte de Vox.
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