En este mes de septiembre en el que celebramos el 200º aniversario del nacimiento del compositor austríaco Anton Bruckner, la Asociación Promúsica de Murcia programa hoy en el concierto de apertura de temporada su Séptima Sinfonía.

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Bruckner destacó en la historia de la música por ... sus importantes contribuciones en los géneros religioso y sinfónico. Si bien en el primer campo gozó de evidente reconocimiento en vida, fruto de la vinculación con la Abadía de Sankt Florian y la Catedral de Linz, en el mundo sinfónico tuvo grandes dificultades para que sus obras se representaran en Viena, la ciudad donde se trasladó en el otoño de 1868 con el fin de desarrollar su carrera artística.

Los primeros meses en la capital de la música coincidieron con la llegada de otro gran compositor, Johannes Brahms, considerado la tercera «B» después de Bach y Beethoven. Con el tiempo esta rivalidad se extendió a la sociedad en general, que se decantó por uno u otro, sobre todo a partir de 1870. La afinidad de Bruckner por Wagner, fue otro de los detonantes para que los admiradores de Brahms se convirtieran automáticamente en detractores del maestro de Ansfelden.

Por otro lado, los aspectos técnicos y formales de las sinfonías compuestas por Bruckner, propiciaron el rechazo por la Filarmonía de Viena para llevarlas a escena, ya que sus músicos las consideraban inejecutables y demasiado extensas en duración. Incluso, la afamada orquesta vienesa no respondió a la propuesta del compositor de dedicarle su Segunda Sinfonía, que finalmente quedó sin dedicatoria, a diferencia de las otras ocho.

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La genialidad de Anton Bruckner como sinfonista fue tardíamente reconocida en parte por su peculiar personalidad. Este músico de iglesia, de origen campesino, amante de la soledad y del celibato, deambulaba por Viena con un caricaturesco aspecto externo, ataviado con levita negra, sombrero de ala ancha, holgados pantalones y un peculiar pañuelo para secar el sudor en sus interpretaciones al órgano. En cuanto a su carácter, Anton mostró desde los quince años una gran inseguridad en sí mismo para atreverse a ganarse la vida como músico y ya desde ese momento sintió la imperiosa necesidad de seguir formándose y perfeccionar su arte que le acompañaría en toda su existencia. Su hiperactividad como alumno llegó a desesperar a algunos de sus profesores, que detectaron en el joven músico una enfermiza obsesión por demostrar su valía en los sucesivos exámenes que certificaron su valía.

Los rasgos perfeccionistas y las duras críticas recibidas son el caldo de cultivo para que Bruckner revisase una y otra vez sus sinfonías, alentado por compañeros de profesión, discípulos, mecenas y críticos. El compositor, lejos de desmoralizarse, siguió escribiendo obras que no tuvieron la aceptación esperada hasta que en 1884 estrenó en Leipzig su Séptima Sinfonía, abriéndose un nuevo periodo donde, por fin, su arte tuvo el reconocimiento que esperaba.

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La oportuna elección de la Séptima Sinfonía de Bruckner por parte de Promúsica es un reconocimiento a un gran compositor de sinfonías que siguió el patrón clásico de este género, inspirándose en los maestros que le antecedieron y, de manera especial, en Franz Schubert. A pesar de las conexiones que se han intentado establecer con Wagner o Mahler, Bruckner fue un creador con personalidad propia que mostró su maestría en el tratamiento de la armonía, la tonalidad, los temas populares y las recurrencias de ideas musicales.

¡Les deseo un feliz bicentenario Bruckner!

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