Han pasado 31 años desde que un chaval volcara negro sobre blanco todo lo que pasaba a su alrededor en sus noches de fiesta y desenfreno, metiera esas páginas en un sobre y lo enviara al Premio Nadal. Aquel veinteañero, bajista frustrado y madridista hasta la médula, era José Ángel Mañas, finalista en aquella edición de un galardón que ganó Rosa Regás con 'Azul'. Pero, curiosamente, esta fue una de esas extrañas y contadísimas veces en las que un finalista, en este caso 'Historias del Kronen', acabó fagocitando al vencedor para convertirse en un libro de culto que se grabó a fuego en toda una generación, con película incluida dirigida por Montxo Armendáriz y Premio Goya al Mejor Guion Adaptado. Más de tres décadas después, José Ángel Mañas ha escrito una treintena de libros más, pero entre todos ellos no se han acercado a vender lo que lleva su obra fetiche: «Debe de andar por los 200.000 o los 300.000 ejemplares, ya he perdido la cuenta». Y eso que, en su opinión, ha firmado obras mejores. También «peores». 'Historias del Kronen' y su autor han crecido en estos años de forma paralela, con peripecias de todo tipo que Mañas ha recogido en 'Una historia del Kronen. Autobiografía generacional' (Aguilar). José Ángel Mañas será el próximo invitado del Aula de Cultura de LA VERDAD, este miércoles 5 de marzo, a las 19 horas (entrada libre hasta completar aforo), donde desgranará todos los detalles de su nueva obra bajo la batuta de la periodista Fuensanta Carreres. Al término, también firmará ejemplares de su libro.
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–Un libro sobre un libro pero también sobre su autor.
–Claro, 'Historias del Kronen' ha significado mucho para una generación. Pero también ha significado mucho para mí. Mi vida no se entiende sin ese libro. Este nuevo libro habla de todo lo que ha supuesto 'Historias del Kronen' en mi vida y en la vida de mucha gente y además de una manera muy salvaje, muy peculiar. Ese libro es autónomo, es un monstruo, un Frankestein que ha vivido su vida sin ningún apoyo, sin ningún padrino. Convence al jurado, sale a la calle, convence a los lectores... Lo ha hecho todo él. Y fíjese que luego tuvo detractores. Le intentaron cambiar el título [para la película]. Decían que Kronen era muy de ciencia ficción. Al productor no le gustaba. Que sonaba como a fantasía, como a Conan [risas]. En aquella época era muy farruco y lo mantuvimos. Pero estuvieron a punto de quitarlo. El caso es que es una novela asilvestrada, que se ha abierto camino a machetazos por sí sola en la jungla editorial. Por una parte soy el autor, vale, pero por otra parte es muy mágica. Salió sin que yo lo controlase, y eso es lo que hace fascinante la historia de este libro. Creo que era el momento de contarlo desde fuera, de rendirle homenaje, y también a la gente que lo ha leído.
–Ha publicado otros 30 libros en estos 30 años, no ha parado.
–He sido una especie de saltimbanqui editorial. El año pasado publiqué dos libros sobre la Segunda República de 400 páginas cada uno. Otra novela –'Doctor X, el médico de la Deep Web'–. 'Una vida de bar en bar' (2021), y de repente me voy a la Edad Media... Tengo muchos libros, y a lo mejor la gente lo ve desde fuera y dice '¿este tío qué hace?'. Este último libro conecta estos puntos y se ve toda la trayectoria, mi pasión por la historia, que de alguna manera estaba ya en Kronen, que es historia contemporánea. Tiene algo de levantar acta, de querer recrear un momento. El nuevo libro ayuda a entender quién es el personaje detrás del Kronen, quién es José Ángel Mañas. Es la primera vez que lo hago. Hasta ahora, lo habitual era estar detrás de la ficción. Con 20 años odias que la gente te conozca, quieres proteger tu privacidad. Y con 50 un poco al revés. Me agrada que la gente tenga una idea de lo que es la brega editorial, lo complicado que puede ser este mundo como otros muchos, como la prensa y especialmente el artístico. Era la ocasión. Son 30 años y era momento de reflexionar y de disfrutar también porque, claro, el éxito de Kronen fue la hostia. Pero el gran éxito mío ha sido seguir publicando novelas al cabo de 30 años. Y los cumpleaños son para festejarlos, y correspondía celebrarlo con la gente que me quiere y con los lectores que me siguen. Solo tengo gratitud.
–Y, de regalo, una nueva edición de 'Historias del Kronen'.
–¡Sí! Es una edición de bolsillo muy bonita de Penguin, y me encanta porque no tiene erratas de ningún tipo. Es absolutamente definitiva.
–Es decir, ¿después de cuántas ediciones logra uno sacar por fin el libro perfecto en edición, sin una sola errata ni error ortotipográfico, siendo además un 'best seller' leído y revisitado por cientos de miles de personas?
–[Risas] Sí, sí. Es increíble. Siempre hay alguna cosita, algún detallito, alguna chorradita. Y esto da mucho gusto. La suerte que tienes cuando publicas tantas veces un libro es que acaba siendo perfecto. Producir un libro es muy laborioso, pero publicarlo también. ¿Cuántas ediciones lleva Kronen? He perdido la cuenta entre las oficiales, las de bolsillo, las digitales... Irá por la treintena.
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–'Historias del Kronen' le dio un éxito arrollador. ¿Le quitó algo?
–Sí, me regaló el éxito sin tener que perseguir porteros de la gloria. Pero me robó el derecho al tanteo. Ya no podía fallar. Cuando tienes éxito con 40 años has hecho unos tanteos. Pero yo arranqué con mi primera novela. Es como cuando te envían a la guerra sin haber hecho la mili. Eso te genera un cierto trauma, porque no estás preparado. Tardé unos años en adaptarme a mi nueva situación. Una adaptación vital un tanto dolorosa hasta que ya me sentí escritor y empecé a disfrutar del éxito de Kronen.
–Suele decir que, cuando llegó el éxito, usted se alejó de él.
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–Claro. Tuve esa necesidad. Un chaval que no prepara nada de esto, que mete un manuscrito en un sobre, tiene éxito, y de repente te encuentras con que se para un coche en mitad de la Castellana a gritarme: '¡Mañas, qué haces!'. Te miran en los bares, se te acercan... Todo eso resultaba un poco abrumador. Eso me costó unos meses. Y tuve la necesidad de irme, de tirarme unos años fuera. Cuando volví la cosa estaba más tranquila. También tenía la necesidad de construirme. Tienes que estructurarte, concentrarte en las siguientes novelas. Y aprender. Siempre recuerdo que me invitaron a 'Lo más plus', con Fernando Schwartz y Máximo Pradera, y yo no manejaba los medios. No estaba preparado. Ahora sé lo que es ir a una radio, hablar con periodistas. Aquello fue parte de un proceso de adaptación muy forzado. Si has ido poco a poco, con tres o cuatro novelas, puede ir más rodado y lo manejas todo mejor. Pero esto fue de sopetón, con lo que implica la celebridad. Necesité cerrar las puertas para construirme como escritor, para interiorizar y para asumir las diferentes facetas que tiene un escritor sobre todo a nivel social. Hice el camino inverso a la mayoría. Yo siempre pongo el ejemplo de Lorenzo Silva, que ha hecho un camino poco a poco, funciona muy bien, no falla en ninguna novela, todas muy equilibradas y muy correctas... En mi caso no. Yo era un salvaje, un asilvestrado que cometía torpezas de todo tipo.
–¿Por ejemplo?
–Siempre pongo el ejemplo de Rafa Conte [periodista y crítico literario fallecido en 2009], que me llamó porque me quería presentar en sociedad en un coloquio junto a otros escritores importantes de la época, y yo ni le cogí el teléfono, y decía '¿este hombre qué quiere?'. O Carmen Balcells, que era la agente de García Márquez, de Vargas Llosa... ¡Premios Nobel! Y yo decido que soy muy mayorcito y que quiero hacerlo yo solo. Un montón de torpezas. Me invitan a una mesa redonda en las Bahamas, me levanto y me voy. Barbaridades. Ganamos un Goya por el guion que escribí a medias con Montxo Armendáriz y no voy a recogerlo... Torpezas increíbles que normalmente te condenan. Lo normal es que, después de estas cosas, acabes en la basura y que el mundo profesional te expulse. Pero he tenido suerte y he trabajado mucho, también. Estas anécdotas las cuento ahora en el nuevo libro, y me río, pero pudieron tener consecuencias dramáticas. Es verdad que la autobiografía es un nuevo registro que aún no había tocado y me lo he pasado muy bien. Para los libros de la Segunda República me he tirado diez años, buscando mucha documentación. Pero para este libro no hay nadie que sepa más de mí que yo mismo [risas].
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–En alguna ocasión ha dicho que, en ese proceso de asimilación, tuvo que limpiarse para reconstruirse. ¿Cómo fue?
–Sí. Eso forma parte, claro. Eres joven, tienes éxito y de repente tienes mucho dinero. Con una situación que provoca cierta ansiedad, porque no manejas los códigos. Estás jugando a un juego del que no conoces las reglas y encima tienes mucho dinero. El cóctel es explosivo. Yo me refugié en la noche. Y llegó un momento en el que tuve que salir. Irme de Madrid para romper con ese mundo y limpiarme. Siempre digo que las drogas emborrachan, pero no alimentan. Y mi peor novela está en ese momento.
–¿Cuál es?
–'Sonko 95'. Abomino de ella [risas]. Yo quiero que se republiquen todas mis novelas, menos esa. Es el momento en el que toco fondo y digo: 'hay que ser serio, hay que trabajar'. Cuando Mbappé falla sus penaltis contra el Bilbao y dice: 'algo va mal, no se puede tener miedo a tirar un penalti'. Y se reubica. Te reubicas. Tienes que estar sano, en forma. Y empiezo a construir mi obra. Hay momentos que destacas más que otros, pero yo siempre lo he hecho lo mejor que he podido. Hablando de fútbol, siempre te quedas con los mejores partidos. Uno vale por sus mejores momentos, lo demás se olvida. En todo caso, he tenido la suerte de tener una vida plena, dedicándome a hacer lo que me gusta, y estoy feliz. Cuando me preguntan si estoy harto de Kronen... Bueno, sí, pero me quedo con el agradecimiento. No como Sánchez Ferlosio, que no podían ni citarle 'El Jarama'.
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–¿Ha tenido alguna vez la sensación de que podía haberse ahorrado el resto de su carrera después de 'Historias del Kronen'?
–Sí. Una vez me lo dijo Germán Gullón [crítico literario], que yo me moriré y solo quedará el Kronen. Yo me reía. Creo que tengo libros mejores, algunos se republican, algunos llevan dos o tres ediciones. Pero el que suma y sigue, y suma y sigue, es el puñetero Kronen. No te puedes quedar con todas las obras de los escritores, al final hay una que queda. Y esta es la mía. Aunque, para mí, 'Ciudad rayada' es claramente superior. Es más perfecta. Pero Kronen tiene esa autenticidad de lo primero que sale. Siempre he pensado que 'Ciudad rayada' podría superar a Kronen, pero de momento va muy retrasada en la carrera [risas].
–¿Se ha vuelto más perfeccionista al meter mano al borrador de un libro con los años? ¿O deja mucho margen al primer chorro de creatividad?
–Yo solía decir que Kronen lo había escrito en 15 días, pero eso era una tontería. A ver, yo me encerré dos o tres semanas a escribir casi como en un diario, metiendo todo lo que me iba pasando. Pero luego me tiré un año entero corrigiendo. He tenido la misma sensación con 'Una historia del Kronen', que me salió muy rápido. Pero luego vas puliendo, vas puliendo... Cada libro, entre pitos y flautas, alrededor de un año. Yo busco la crudeza, no busco ser perfecto. Hay un párrafo que traslada las emociones que creo que tengo que trasladar, ¿y de repente hay una asonancia? Vale. Pero tiene que haber gran parte de crudeza. Siempre me ha gustado el punk-rock en ese sentido. La visceralidad, la emoción, es más importante que el hecho de que todo sea perfecto. Escritores como Stendhal, como Baroja... son crudos, son hoscos, pero al final tienen una visión original del mundo, de las cosas que pasan. Eso me gusta más que la perfección formal, aunque creo que no escribo mal. ¿Se me escapan cosas? Sí, pero no me importa. No me preocupan los defectos. La vida no puede ser perfecta.
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–'Historias del Kronen' se ha utilizado después como herramienta de denuncia y debate social.
–Claro, es lo que tiene levantar acta de tu tiempo. Posicionarte frente a una realidad. Una narración en primera persona que se mueve en la ambigüedad, entre la apología del desfase y la denuncia del desfase. Por eso se sigue estudiando en los institutos, porque recrea una realidad y permite el debate. Aquí se generó un debate alrededor de la forma de vivir de la juventud. La literatura tiene que transformar la realidad, a eso aspiras con un libro, con una propuesta intelectual. Otro ejemplo, que tuvo mucha influencia, es 'Patria' [Fernando Aramburu], que da voz a las víctimas de un conflicto, y la sociedad reacciona. Esta sensación de escribir para la comunidad, la tengo. Reflexionar para la comunidad en la que estoy viviendo. Ahora, además, estamos en un momento tan salvaje, con las guerras y tal, que es difícil pensar en otras cosas y mirar para otro lado. La conciencia social va creciendo y es inevitable hacer realismo sin posicionarse. Me falta un libro tan potente como '1984' o como 'Rebelión en la granja'. Ahí me gustaría llegar en un futuro. Es uno de mis proyectos.
–Un consejo para escritores noveles que dudan si enviar un manuscrito a un premio.
–El José Ángel Mañas de los 20 años tuvo mucha osadía cuando lo hizo. ¿Un consejo? Que persevere, que tenga valor, que no pida permiso. A partir de ahí, tiene que tener talento y mucha suerte. Y, sobre todo, tener una buena espalda para pasarse muchas horas sentado escribiendo.
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