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La última vez que Cristina Alcázar (Elche, 1978) pisó Murcia fue el 9 de febrero. Aquel día metió a 500 personas en el Romea. La actriz y productora teatral, asentada en Madrid desde hace dos décadas, lo recuerda como si fuera hace un siglo. En muy poco tiempo todo ha cambiado. El coronavirus ha alterado nuestras vidas hasta el punto de que la idea de ir al teatro parece también parte de una ficción. Siente que esta crisis se lleva, además de tantas vidas, muchas ilusiones.
«Es una situación complicada y hay muchos miedos porque nunca hemos vivido nada similar, nunca hemos pisado ese terreno, y estamos actuando un poco desde el miedo, y por eso al principio la gente compraba tanto papel higiénico. Si actuáramos desde el amor, los resultados serían bien distintos», afirma la actriz. El musical infantil 'Yo voy conmigo', que dirige junto a Concha Delgado, con el que estaba a punto de cerrar algunas fechas, ha quedado bailando en un limbo. «Nos había ido superbien, y cuando ya parecía que iba a arrancar todo, otro frenazo de golpe. Hay muchas fechas que se están anulando, muchos espacios de Madrid ya se han quedado sin fechas disponibles para todo el año, de modo que si quedaba poco hueco antes, para las compañías de teatro medianas como la nuestra no hay oxígeno».
Además, a esta incertidumbre sobre la reubicación de espectáculos teatrales, se añade como actriz la imposibilidad de rodar películas y series para televisión. «No sabemos cómo ni de qué manera se va a rodar», sostiene. «Si soy sincera, mi propósito en esta cuarentena es salir con trabajo. La historia es que está todo en el aire, es complicadísimo. Es hora de que todos trabajemos en equipo para salir de aquí lo mejor posible, sin que nos hagamos daño».
No recordaba haber vuelto a escuchar el silencio de Madrid desde los atentados de 2004. «Mi padre me despertó por teléfono aquel día preguntándome que dónde estaba, que si había visto lo de Atocha. Yo aquel 11 de marzo tuve que ir a trabajar a las diez de la mañana, y en mi vida había escuchado Madrid en silencio, y aquello duró varios días. Ahora vas a comprar y hay gente que parece que se le ha olvidado que estamos en estado de alarma. Pero sí, he vivido situaciones curiosas, el otro día vi a una mujer gritando 'Me aburrooooo', como si estuviera pidiendo socorro. Y luego hay una cosa de Madrid que a mí no me gustaba y era que no conocía el nombre de mi vecino. Porque cuando vivía en Murcia y te faltaba algo, siempre recurrías a la Tina, a la Esperanza, a la Amparo... o te preguntaban qué tal estabas. Y ahora la gente vuelve a saber los nombres, y te comunicas, y esa parte me gusta mucho. Yo confío en el ser humano, sí, pero el ser humano olvida pronto. Y esto es una bofetada que nos han dado a la humanidad».
Cristina Alcázar, formada en la Escuela de Arte Dramático de Murcia (ESAD), recuerda una fecha: el 1 de noviembre del año 2000. «Ese día me instalé en Madrid, había acabado los estudios en la escuela de Murcia y... ¡este año hago 20 años ya en Madrid!».
«Hago un balance muy positivo porque he conseguido más de lo que imaginaba y mi sensación es que aún no he arrancado. Me sentí muy pronto en casa en Madrid. Pensaba que Murcia sería el sitio de vuelta, pero Madrid es mi sitio. Mi espacio está aquí», dice.
De estos 20 años se queda con varios momentos. «La Covid-19 es uno de ellos, yo nunca pensé que esto pasaría. Para mí hay un momento inolvidable. Yo grabé una serie que se llama 'Los Quién', que era como una nueva 'sitcom' del creador de 'Aída' y 'Siete vidas', Nacho García Velilla, con la que se quería que funcionara y despedir a 'Aída'. Yo tenía compañeros de reparto como Javier Cámara, y para mí el día que yo lo escuché en el set fue uno de los mejores días de mi vida. Porque yo estaba estudiando en Murcia y veía 'Siete vidas' y yo le decía a mis compañeras de piso que quería una serie como esa».
Otro día memorable fue el estreno de la «sexta o séptima» temporada de 'Física y química', en el Teatro Capitol: «Tuve que salir un poco antes porque me llevaban a la Ciudad de la Luz a grabar una película, 'El sueño de Iván'. Antes no había redes, pero nunca me habían llorado, ni gritado ni tirado de los pelos como entonces. ¡Un subidón!». Y le viene a la cabeza México, «un viaje a Teotihuacán con Antonio Resines. Fuimos a rodar una película. Hicimos esa excursión a las pirámides para aclimatarnos, Resines nos gastaba bromas rodeados de vendedores ambulantes».
También el día que hizo la prueba para la película 'El penalti más largo del mundo', en la que finalmente aparece: «Cuando salí, yo llorando de la emoción, se puso a nevar, y, cariño, tú sabes la importancia que tiene la nieve para los del Levante, que es alegría y diversión. Pensé que el papel era mío, y así pasó». Buenos momentos que le vienen a la mente estos días de confinamiento en los que ha podido desestresarse de una etapa «a tope». Compagina sus clases 'online' en el Estudio Juan Codina, donde se ha ofrecido a dar clases en julio, con tareas más domésticas, como la pintura de botes de cristal. «Soy una maniática del orden, y las tapas cada una de un color me ponen muy nerviosa...».
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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