En la reseña del libro 'Cosas de la edad', de la historiadora Milagros Moro Ipola, referido a 'La adolescencia en la antigua Roma', se recoge como hace más de 20 siglos las imágenes que dejaba esta trascendental etapa de la vida no nos resultarían ajenas: «Padres quejándose de sus hijos, grupos de adolescentes bebiendo a las puertas de las termas, alumnos aburridos que se inventan cualquier excusa con tal de no asistir a las lecciones del gramático, pandillas de chicos jugando a la pelota y molestando a los vecinos»... Sin embargo, hay al menos algo que sí ha cambiado notablemente: la revolución en las relaciones que han supuesto las nuevas tecnologías. Este es uno de los aspectos clave que el doctorando Mario Gómez-Martínez y la catedrática Ana Isabel Rosa Alcázar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia (UMU) abordan en el trabajo que acaban de publicar en la revista 'Anales de Psicología', de la UMU.
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En 'Miedo a perderse experiencias, uso de redes sociales y consumo de alcohol en estudiantes universitarios', como se titula el artículo (con el añadido de 'Un modelo de análisis de vías'), los investigadores emplean las siglas en inglés Fomo ('Fear of missing out') para referirse a ese concepto de miedo a perderse algún acontecimiento o vivencia, de las que generalmente se enteran a través de las redes sociales, y que parece una marca de nuestro tiempo. Lo del consumo de alcohol, en cambio, resulta más común a todas las épocas, incluida la de aquellos jóvenes romanos de hace 2.000 años.
En todo caso, la investigación, que da lugar a la tesis de Mario Gómez 'Fear of Missing Out, uso problemático de redes sociales y consumo excesivo de alcohol en estudiantes universitarios', que se presenta este año bajo la dirección de Rosa Alcázar, aborda en conjunto esta tríada de males que se ciernen sobre los jóvenes.
El proyecto se acomete a partir de una encuesta en la que han participado 959 alumnos de la UMU en la que se les pregunta, entre otras cuestiones, sobre «sus horas de uso de redes sociales, el uso problemático que realizan de ellas –a veces nos conectamos a redes sociales para hacer frente a estados de ánimo negativos y pasamos más horas de las que nos gustaría–, el consumo de alcohol que realizan y el nivel de Fomo que presentan», resume Gómez Martínez.
El investigador de la Facultad de Psicología aclara que las personas «con una alta puntuación de Fomo», es decir, con un alto «temor de que los demás experimenten vivencias agradables y no formar parte de ellas», presentan «miedo a la exclusión social, a no formar parte del grupo, a sentirse aislados o poco conectados con los demás». Al mismo tiempo, «también se caracteriza Fomo por una comparación excesiva entre las experiencias propias y las que realizan los otros, que está relacionada con la ansiedad, la depresión o los problemas de autoestima».
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Resulta fácil concluir que la hiperconectividad en la que están sumidos los jóvenes, y en realidad ya todos, no se intuye muy halagüeña para hacer frente a todo esto. «Si no se utilizaran las redes sociales, la exposición a experiencias vividas por los demás sería menor y no alimentaría con tanta intensidad el Fomo en las personas que son susceptibles de experimentarlo», precisa el especialista. Y una de las consecuencias posibles deriva en un mayor consumo de alcohol. Es el mismo problema que ya preocupaba a los padres de aquellos chicos romanos, pero acentuado por las herramientas de los nuevos tiempos.
Lo explica Gómez Martínez al apuntar cómo, «en ocasiones, este consumo problemático [de alcohol en adolescentes] se puede percibir como una norma de grupo que es necesario realizar para poder sentirse integrado». Como para las personas con alta puntuación en Fomo la aceptación de los demás es fundamental, detalla, el consumo excesivo de alcohol puede convertirse en un vehículo para tratar de ser mejor valorados por el grupo. En este marco, lo que busca su investigación es «ver si aquellos estudiantes que tienen una alta puntuación en Fomo presentan un consumo mayor de alcohol, así como una experimentación de mayores problemas relacionados con este consumo (resacas, decir o comportarse de forma inapropiada muchas veces con arrepentimiento posterior, no atender a sus responsabilidades académicas, etc)».
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No parecen conclusiones descabelladas, sin embargo, «aunque ya se habían hecho estudios relacionando Fomo con el uso de redes sociales, no se habían realizado hasta la fecha investigaciones que conectaran esta variable con el consumo de alcohol en universitarios ni en la Región de Murcia ni en España, por eso entendíamos que era importante realizarlo», explica el autor. Mario Gómez recuerda en este punto que recurrir excesivamente a estas bebidas durante la etapa universitaria «está relacionado con posteriores problemas con este consumo en la etapa adulta». De ahí, continúa, «que nos parecía interesante entender cómo podía influir Fomo en ello».
Las conclusiones del proyecto, que arrancó en 2018, se presentan en forma de tesis doctoral este año en la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia. En ellas, se evidenciarán qué huellas deja en los nuevos adolescentes el constante y novedoso uso de las llamadas redes sociales, un elemento que sí puede diferenciar el actual panorama respecto al que hace un par de milenios ofrecía el mundo romano: «Adolescentes enamorados que dejan su testimonio en alguna pared, progenitores que hacen lo imposible para que sus hijos tengan la mejor educación posible, adolescentes que asaltan despensas y cuya voracidad aterra a sus familiares, grupos de estudiantes que terminan la jornada escolar tirándose de bomba en las piscinas de las termas gritando y salpicando al resto de los usuarios...».
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La conexión entre el consumo de alcohol de los jóvenes universitarios con el concepto Fomo (siglas en inglés de 'miedo a perderse algo'), «hasta nuestro conocimiento, no es un tema que se haya abordado en España», explica el investigador de la Facultad de Psicología de la UMU Mario Gómez Martínez, que este año defiende una tesis doctoral que se centra directamente en el asunto. La investigación, dirigida por la catedrática Ana Isabel Rosa Alcázar es la primera que lo hace. En otros países, sin embargo, sí se han realizado algunos estudios, señala entre ellos Nueva Zelanda, Estados Unidos o Noruega. «No obstante, una de las variables que recogemos en esta tesis doctoral, la frecuencia de consumo de alcohol por atracón (en inglés, 'binge drinking' o 'heavy drinking') no se ha estudiado lo suficiente», afirma. Este tipo de consumo consiste en beber una gran cantidad de alcohol en un corto espacio de tiempo y suele ser frecuente entre la población joven universitaria. «En un país como España, con fenómenos como el botellón, es interesante conocer la influencia que puede tener Fomo en este tipo de comportamientos».
En España, el cuestionario original de Fomo, que fue desarrollado en 2013 por el profesor de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Andrew Przybylski, fue adaptado dos años después en la Universidad Ramón Llull de Barcelona por los especialistas Frederic Gil, Andrés Chamarro y Úrsula Oberst. «Estos autores, entre otros, han estudiado la relación de Fomo con el uso de redes sociales en nuestro país». Mientras que, hasta ahora, no había constancia, al menos para los implicados en el nuevo estudio, de la existencia de investigaciones en esta línea dentro de la Región de Murcia.
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