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Gaya colabora en el Museo Ambulante de las Misiones Pedagógicas con varias copias de cuadros del Prado para el Museo del Pueblo, y viaja después con dicho proyecto por los pueblos de España.
Los avatares del refugiado Ramón Gaya

Los avatares del refugiado Ramón Gaya

«La gente hacía hoyos en la arena y se metía allí dentro para no sufrir el viento, porque el viento era una cosa tremenda. Y después ese, esos hoyos tremendos, que eran una especie de tumbas», contaba el pintor sobre su experiencia en los campos franceses

Daniel Genaro Pérez Tárraga

Viernes, 28 de junio 2024, 00:29

Cada 20 de junio conmemoramos el Día Mundial del Refugiado. Este 2024 se nos vinieron a la mente, muy probablemente, los refugiados palestinos de la franja de Gaza y los ucranianos.

Muchos no recordarán que bastantes españoles también fueron refugiados durante la Guerra Civil y la inmediata postguerra, cuando se produce la desbandada de los vencidos españoles, ante el temor a las represalias del vencedor. Entre estos españoles se contaron artistas e intelectuales, algunos murcianos, de los que muy probablemente habrá gente que no sabrá que fueron refugiados como Pedro Flores, Juan Bonafé, Nicomedes Gómez... y Ramón Gaya (Huerto del Conde, Murcia, 1910-Valencia, 2005).

Sí, Ramón Gaya fue un refugiado, antes de convertirse en un exiliado. Muchos desconocen este hecho. El Museo Ramón Gaya de Murcia, además da la casualidad de que en estos momentos alberga una exposición temporal titulada 'Una ilusión. Colección Morales-Virgili', con obras propiedad de Emilio Morales y Elena Virgili, en la que se exhibe en un rincón, un modesto dibujito en el que no mucha gente repara, con el retrato de un hombre tocado con un sombrero de paja. Ese hombre muestra en sus facciones un rictus de tristeza, de amargura, de desconsuelo. En la parte inferior de la hoja se observa una inscripción en la que podemos leer 'Al amigo Luna en recuerdo de nuestros días tristes del campo de concentración de Bram', la firma 'E. Climent', y la fecha y localización '3-39 Francia'.

Los artistas e intelectuales, al igual que el resto de refugiados españoles, eran tratados como criminales, incluso los que llevaban documentación en regla y portaban dinero francés eran detenidos y recluidos en campos, recuerda Nancy Cunard, en un artículo en Londres

Seguramente pocos visitantes se habrán parado a leer estas pequeñas letras escritas a grafito hace tantos años ya. Pero, ¿por qué este dibujo es significativo en el Día Mundial de los Refugiados?

Tanto Antonio Rodríguez Luna (1910-1985) como Enrique Climent (1897-1980) fueron dos pintores españoles, coetáneos de Gaya, que al igual que el pintor murciano terminaron exiliándose en México, donde llegaron como otros 30.000 españoles a bordo del buque Sinaia, siendo acogidos por el presidente Lázaro Cárdenas. La dedicatoria refiere los «días tristes» en el campo de concentración de Bram.

Ambos vivieron la experiencia de ser refugiados. En el caso de Luna y Climent, pasaron por varios campos y su internamiento fue más dilatado en el tiempo.

El campo de Bram fue uno de la docena de campos de internamiento creados para acoger a exiliados españoles que cruzaban la frontera francesa al término de la Guerra Civil. Estando todavía sin terminar el campo, el 16 de febrero, llegaron desde la Tour de Carol a la estación de Bram los primeros 2.600 republicanos españoles procedentes desde Argelés y Saint Cyprien. Ocupó una superficie de unas 5 hectáreas, cercadas por una alambrada de espino, y llegó a albergar a unos 17.000 españoles. Rodríguez Luna y Climent compartieron internamiento en este campo.

1. 'Espejo y flor de Cardesse' (1939). Esta obra está hecha pocos días después de salir del campo de Saint-Cyprien. Gaya está en casa de Cristóbal Hall en Cardesse, sur de Francia. Tras conocer la muerte de Fe Sanz, lo único que le repone algo es pintar. Es la primera vez que aparece 'Las Meninas' en una obra suya, antesala de sus homenajes. 2. Gaya con su primera mujer Fe Sanz. En junio de 1936 se casaron en Madrid y en plena Guerra Civil nació su hija Alicia. 3. Gaya en 1939 tras salir de Saint-Cyprien.
Imagen principal - 1. 'Espejo y flor de Cardesse' (1939). Esta obra está hecha pocos días después de salir del campo de Saint-Cyprien. Gaya está en casa de Cristóbal Hall en Cardesse, sur de Francia. Tras conocer la muerte de Fe Sanz, lo único que le repone algo es pintar. Es la primera vez que aparece 'Las Meninas' en una obra suya, antesala de sus homenajes. 2. Gaya con su primera mujer Fe Sanz. En junio de 1936 se casaron en Madrid y en plena Guerra Civil nació su hija Alicia. 3. Gaya en 1939 tras salir de Saint-Cyprien.
Imagen secundaria 1 - 1. 'Espejo y flor de Cardesse' (1939). Esta obra está hecha pocos días después de salir del campo de Saint-Cyprien. Gaya está en casa de Cristóbal Hall en Cardesse, sur de Francia. Tras conocer la muerte de Fe Sanz, lo único que le repone algo es pintar. Es la primera vez que aparece 'Las Meninas' en una obra suya, antesala de sus homenajes. 2. Gaya con su primera mujer Fe Sanz. En junio de 1936 se casaron en Madrid y en plena Guerra Civil nació su hija Alicia. 3. Gaya en 1939 tras salir de Saint-Cyprien.
Imagen secundaria 2 - 1. 'Espejo y flor de Cardesse' (1939). Esta obra está hecha pocos días después de salir del campo de Saint-Cyprien. Gaya está en casa de Cristóbal Hall en Cardesse, sur de Francia. Tras conocer la muerte de Fe Sanz, lo único que le repone algo es pintar. Es la primera vez que aparece 'Las Meninas' en una obra suya, antesala de sus homenajes. 2. Gaya con su primera mujer Fe Sanz. En junio de 1936 se casaron en Madrid y en plena Guerra Civil nació su hija Alicia. 3. Gaya en 1939 tras salir de Saint-Cyprien.

Gaya, al igual que Rodríguez Luna y Climent, también sufrió el infierno de los campos; su purgatorio se alargó durante 16 días en febrero de 1939. El propio Gaya contó esta experiencia terrible en Saint-Cyprien a Elena Aub: «Estar tirado en la arena, sucios, sin podernos lavar, llenos de arena porque... la cara y todo, porque claro, ahí, en esas playas, hay un viento de los Pirineos que viene, una cosa que es tremenda. Y llegamos a tener que hacer hoyos, la gente hacía hoyos en la arena y se metía allí dentro para no sufrir el viento, porque el viento era una cosa tremenda. Y después ese, esos hoyos tremendos, que eran una especie de tumbas, ¿verdad? Sí, que se reunían unos cuantos, y en esa especie de tumbas, pues, después, empezaba la humedad; empezaba aquello a llenarse un poco de agua, de agua, al filtrarse el agua; y había que salir y hacer otra un poco más adentro». Pero Gaya se quedaba corto al describir las condiciones de vida en los campos. Múltiples son los testimonios artísticos, literarios, periodísticos y fotográficos que reproducen la vida miserable e inhumana que se sufría en estos centros de internamiento, imposible no recordar esas imágenes terribles.

Los campos donde eran retenidos los refugiados españoles que cruzaban la frontera funcionaban de una forma muy similar a los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, y las condiciones de vida eran prácticamente idénticas.

El campo de concentración de Saint-Cyprien fue creado ante la avalancha y hacinamiento de refugiados españoles en el campo de Argelès-sur-Mer; al mismo tiempo y por el mismo motivo se creó el de Le Barcarès, ambos muy próximos al anterior, y situados en los Pirineos Orientales. Este campo de confinamiento se ubicó sobre bancos de arena de la misma playa de Argèles- sur-Mer, rodeado por tres hileras de vallas metálicas que se abrían al mar, que hacía de barrera natural. Los primeros meses en Argèles fueron los más duros para los exiliados españoles; el frío del invierno aún duraba y enfermedades como la disentería y el tifus comenzaron a hacer mella en unos contingentes ya debilitados por el hambre y la sed. Las condiciones higiénicas eran inexistentes. Gil Albert describe que los excrementos se amontaban en montañitas por doquier. El Vaticano, por su parte, se había pronunciado calificando a los republicanos españoles como «demoníacos», negando la sepultura en los cementerios franceses a los exiliados fallecidos. Un vecino de Argèles donó desinteresadamente un terreno para este fin. En total, se calcula que pasaron por el campo de concentración de Argèles-Sur-Mer unos 100.000 españoles. Cunard en febrero de 1939 comentaba que, en el campo de Argelès, se encontraron a unos 70.000 refugiados internados en condiciones infrahumanas –sin comida, sin sanitarios, sin techado para guarecerse–, muchos de ellos fallecieron. En ese momento aún no existían barracones, todo era una extensión de arena y alambradas que se adentraban hasta el mar.

Nancy Cunard, en su artículo 'French Government as Franco's Agent. Miseries of the Concentration Camps. Spanish Refugees Received as Criminal. Poets and Painters Starve behind Senegalese Bayonets', publicado en el diario antifascista londinense 'New Times and Ethiopia News', en febrero de 1939, refiere que los artistas e intelectuales, al igual que el resto de refugiados españoles eran tratados como criminales, incluso los que llevaban documentación en regla y portaban dinero francés eran detenidos y recluidos en campos.

La misma autora explicó que en el campo de Saint Cyprien «se ha podido comprobar mediante encuestas difundidas por altavoz que se encuentran internados ahí unos 500 escritores, artistas, músicos y arquitectos, todos ellos –dice– sometidos a los insultos de los guardias». Y luego agrega: «Muertos de hambre, encarcelados por las bayonetas de los senegaleses, se ven obligados a dormir al aire libre, sin nada en el suelo, expuestos al gélido viento» José Renau, director de Bellas Artes; Vicente Salas Viu, exdirector del periódico 'El Sol'; Arturo Serrano Plaja, poeta; José Herrera Petere, hijo del General Herrera, famoso por sus experimentos estratosféricos; Rafael Dieste, dramaturgo, cuya esposa fue gravemente herida en uno de los últimos bombardeos de Figueras; [Ramón] Gaya, pintor, cuya esposa murió en los bombardeos de Figueras, y cuya hija quizás haya muerto ahí también; Juan Gil-Albert, poeta; Miguel Prieto, famoso por su teatro guiñol; [Antonio Rodríguez] Luna, pintor; Bernardo Clariana, poeta y periodista; Hortelano, pintor, enfermo de tuberculosis; García Lesmes, pintor de unos 60 años, acompañado de un famoso músico de unos 65 años; [Antonio] Sánchez-Barbudo, de 'Hora de España', y casi todo el equipo de esa distinguida revista literaria; Manuel [Ángeles] Ortiz, pintor».

Una pintura en la playa

Las condiciones eran absolutamente terribles. Gaya contó también a Elena Aub que alguien había llevado al Campo de Saint Cyprien su pintura de 'La guerra' y se la había entregado, «y entonces a mí no se me ocurrió nada más que volverlo boca abajo y ponerlo en la playa para que durmiéramos unos cuantos [risa], unos cuantos ahí. Y los dieciséis días que estuve en el campo de concentración pues dormí, yo dormí allí, y Antonio Sánchez-Barbudo y Gil-Albert y Dieste, eh, todos». Según testimonios de otros exiliados en el campo por aquellas fechas, y una fotografía en la que aparece un refugiado tumbado sobre un lienzo, damos por veraz la historia de Gaya al respecto. Además, parece ser que no fue la única pintura del creador que sirvió de improvisado lecho, y refugio de la humedad y el viento. Sabemos por el artista que el cuadro acabó en México, actualmente desconocemos su paradero. Y que su asunto «era una escena de guerra, pero una escena de esas de guerra que yo había visto, eh, por lo demás, que es la gente descansando, eh, en unas trincheras en donde... a la orilla de un río, en donde se bañaban y todo eso. Y entonces había unos, unos soldados entre... bañándose y lavándose y...». En alguna ocasión se ha querido identificar con una fotografía (signatura 26894_B) tomada por Vicente Moreno, conservada en la Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España, pero la pintura fotografiada es con la que obtuvo el primer premio en la sección de pintura –dotado con 5.000 pesetas– en el Concurso Nacional de Bellas Artes celebrado en 1938. También en alguna ocasión se ha querido ver en esta fotografía el cuadro que debía ser 'pendant' de 'La guerra', que debía titularse 'La paz', pero sabemos por el artista que éste nunca llegó a ser pintado. También en varias ocasiones se ha dicho erróneamente que 'Espanto. Bombardeo en Almería' es la obra premiada en el Concurso Nacional del 38, pero en realidad esta obra fue premiada en la primera Exposición Trimestral de Artes Plásticas, celebrada ese mismo año de 1938 en Barcelona.

Para concluir estas líneas, sólo expresar mi respeto y mi admiración a todos los refugiados, y recomendar una visita al Museo Gaya de Murcia para contemplar el dibujo de Climent, y el resto de las obras expuestas en el museo.

Y no puedo dejar de hacer reparar al lector en que Gaya, al salir del campo, conoció la peor noticia: la noticia de la muerte de su esposa, Fe Sanz, durante el bombardeo de Figueras. Y al partir hacia el exilio mexicano tuvo que afrontar una nueva tragedia, dejar a su hija Alicia de 2 años, con la familia de su gran amigo el pintor Cristóbal Hall. Porque con un futuro tan incierto, ¿cómo iba a llevarse a la niña a ese país desconocido que era México? A su hijita, con los bolsillos vacíos, sin saber en qué iba, cómo iba a ganarse la vida. El hombre que llega a México es un hombre roto, un hombre al que la vida ha hecho probar los más amargos tragos. Mal inicio para un exilio que no se aventuró feliz, sino desolador.

Y no olvidemos nunca que la figura y la obra de Ramón Gaya son esenciales en el arte y en la cultura del siglo XX español. Elevemos una plegaria para que se instale la paz en el mundo, y la figura del refugiado se convierta en un recuerdo de un pasado cada vez más lejano y alejado.

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