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«Yo no sé de dónde saco las fuerzas», confesó Ana María Matute en las páginas de este periódico ya cumplidos los 86. Hacía apenas un año que había ganado el Cervantes, el mayor galardón de las letras españolas, y se encontraba en Murcia para participar en el ciclo 'Diálogos cervantinos', que, coordinado por el profesor Victorino Polo, organizaba entonces la Fundación Cajamurcia. Era 2011. Todavía faltaban tres años para su despedida: «A mi edad, aún soy una mujer con proyectos, y después de Navidad comenzaré una nueva novela», anticipaba la escritora (Barcelona, 1925-2014).
Matute es una de las muchas y célebres voces que han dejado su testimonio en LA VERDAD a lo largo de los más de cien años de historia de la cabecera. Pintores, escritores, músicos, bailarines, directores teatrales, escenógrafos, escultores, cantantes, poetas... que hablaron de vida, sueños y carencias; de éxito, soledad o llantos; de deseos, recuerdos o amistad ante la pluma de un compañero, sentados sobre el sofá de casa, junto al teléfono, o sosteniendo un gin-tonic, como Matute aquel día.
«Me preocupa lo que les dejamos a los que vienen detrás, y, desde luego, no podemos sentirnos orgullosos de dejarles el jardín del Edén», esgrimía la autora de 'Los Abel' (1947) y 'Paraíso inhabitado' (2009), entrevistada entonces por Gontzal Díez: «Habla despacio, con ese tono de voz, como sin tiempo, tan característico, esta dama-niña de pelo blanco, bendecida por el don de la perenne curiosidad», detalló Díez, poeta además de periodista.
No fue esta la única ocasión en que Matute, por encima de todo una mujer de literatura, conversó con LA VERDAD, pero sí la última antes de fallecer: «Siento nostalgia de lo que no ha ocurrido pero me hubiera gustado que ocurriera», dijo.
Un año y medio antes, otra gran voz, en este caso la del cantaor Enrique Morente (Granada, 1942-Madrid, 2010), reconocía su 'deuda' con los poetas: «Le debo mucho al hecho de haber cantado a poetas como Miguel Hernández o García Lorca. Ellos me encaminaron a la toma de conciencia de lo importante que es el conocimiento y la lectura», contó en marzo de 2010 a Pedro Soler. El artista visitaba La Unión invitado por el Aula de Cultura de LA VERDAD a propósito de la 50 edición del Festival Internacional del Cante de las Minas: «Lo primero que se necesita para ser un buen cantaor es ser un buen aficionado», reveló un artista que hizo «de todo con tal de mantenerme en el riesgo, en el experimento, en la creación». Apenas unos meses después se apagaría su voz.
El festival minero ha sido y es punto de encuentro de talento y creación. A su edición de 2005 acudió Paco de Lucía (Algeciras, 1945-Playa del Carmen, México, 2014): «Tener que estar siempre brillante es la cruz que tengo que cargar», dijo a Pepa García el guitarrista aquel año en una amplia entrevista en la que aseguró que, para él, «el éxito es haber aportado y dejado constancia de mi paso por aquí». Entonces visitaba el festival por segunda vez. Había actuado en La Unión siendo «muy jovencito» y volvía con una carrera llena de reconocimientos y elogios: «Siempre fui muy osado y gracias a esa osadía he conseguido cosas»; «si no te mojas el culo, no hay peces», señaló el creador, Premio Príncipe de Asturias y Grammy Latino a mejor álbum flamenco, ambos en 2004.
Otra galardonada con el premio Grammy, ella en la categoría de excelencia musical, y con una trayectoria plagada de reconocimientos, recaló en la Región para subirse a uno de sus escenarios. Fue en Ceutí, en 2003, con motivo del festival Cantigas de Mayo. Con ella, con Chavela Vargas (Costa Rica, 1919-México, 2012), habló días antes de su concierto Antonio Arco: «Me duele todo el cuerpo y el alma, pero sigo viva y rebelde», le reveló la cantante de libertad y rancheras. Había sobrepasado con creces la edad de jubilación; el tiempo, sin embargo, había corrido rápido: «Me miro al espejo, ese canalla, y no me creo que hayan pasado más de 80 años». La artista reconoció entonces haber vivido «un infierno con el alcohol», padecer insomnio –«dormir es lo más horrible que puede pasarte»–, y haber dejado de importarle el éxito y el dinero: «Con los años he ido valorando cada vez más las pequeñas cosas», apuntó.
La visita de Francisca Aguirre (Alicante, 1930-Madrid, 2019), poeta y Premio Nacional de las Letras 2018, a la ciudad de Murcia se produjo en 2014 con motivo del homenaje que las aulas de Poesía y Flamenco de la Universidad de Murcia dedicaban a su marido, el también poeta Félix Grande, tristemente desaparecido unos meses antes: «Todavía estoy un poco aturdida». «Soy muy consciente –afirmó la poeta– de que la vida, además de dártelo todo, también te lo quita todo».
A Salvador Távora (Sevilla, 1930-2019), dramaturgo y director teatral, los años y la enfermedad no le impedían «seguir trabajando»: «Crear me da vida», decía el autor en 2016 semanas antes de presentar en la plaza de toros de Murcia una revisión de su ópera flamenca 'Carmen'. «El arte –dijo– no puede ser nunca una oficina».
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